Isla Media Luna, ANTÁRTIDA. “¡Cómo me gusta la noche!”, corea un grupo de cuatro científicos brasileños, repitiendo el estribillo de una popular rumba argentina al despedirse de los militares que los hospedaron durante un mes en esa estación científica en la Antártida.
El profesor Antonio Pereira Batista, de la Universidad Federal do Pampa (Unipampa) en Río Grande do Sul (sur de Brasil), coordinador del grupo, era el encargado de preparar, cada sábado en la base, la 'feijoada', comida típica brasileña preparada con arroz, porotos negros y carne de cerdo.
Batista cuenta que la convivencia con los militares argentinos, responsables del asado de los domingos, fue excelente, y que la partida del grupo arrancó lágrimas a los vecinos.
La isla, donde los científicos brasileños estudiaron comunidades vegetales en áreas de deshielo, es el hábitat de especies como musgos y líquenes, petreles gigantes, lobos marinos y pingüinos de Papúa, con sus característicos pies y picos rojos.
“Argentina es miembro del Tratado Antártico desde su creación (en 1961). Como Estado miembro, pienso que es imprescindible la presencia del país aquí. Nuestro trabajo tiene diferentes facetas: del apoyo a las operaciones científicas al mantenimiento de la base para que esté siempre operacional”, explica a periodistas brasileños el jefe de la Base Cámara, el capitán de corbeta Héctor Daniel Báez.
Un sello antártico
Argentina tiene en la Antártida seis estaciones permanentes y ocho que funcionan solo en verano, como la Base Teniente Cámara, que el próximo 29 de marzo concluye sus actividades de este año.
Entre las permanentes está la Base Antártica Esperanza, situada en bahía Esperanza. En diciembre de 2013, militares que trabajan allí fueron a visitar al papa Francisco al Vaticano, y éste les obsequió un solideo que es guardado con veneración en la capilla de la estación.
“La base está preparada para servir de alojamiento. Dependiendo de las diferentes demandas de los Estados miembros (del Tratado) o de los no miembros, la base los aloja, les da apoyo logístico para que estén más cómodos. Si no tuvieran esta base tendrían que pasar 30 días acampados en barracas”, cuenta Báez.
“La diferencia es que aquí es como si estuviesen en casa”, en vez de estar expuestos a temperaturas bajo cero y vientos helados, que intensifican la sensación de frío, agrega.
Además de hospedar a científicos, como el grupo que concluyó sus estudios bajo la coordinación del profesor de la Unipampa, la base recibe también a turistas que llegan a la isla en cruceros. Allí pueden estampar en sus pasaportes el sello de la estación, enviar cartas y postales y aprovechar para tomar un café caliente.
“Esta base recibe todos los días de uno a dos cruceros y de 65 a 160 turistas de varias partes del mundo, que viajan en compañías multinacionales, sobre todo francesas y chilenas. La temporada de cruceros comienza el 30 de noviembre y termina el 30 de marzo”, señala Báez.
Para el jefe de la Base Teniente Cámara, el turismo es importante para concienciar a las personas sobre lo que es la Antártida: un santuario natural que debe ser preservado. Y tiene un mensaje para los brasileños que quieran visitar la estación Cámara: “Aquí los recibiremos con un poco de hospitalidad argentina”.
© Agence France-Presse
