San José, COSTA RICA. “No voy a pecar de ingenuo, aquí hay una decisión de Johnny Araya de no continuar como candidato activo, pero tengo clarísimo que el PLN (el gobernante Partido Liberación Nacional) no ha salido de la campaña”, declaró Luis Guillermo Solís, un historiador y académico de 55 años.
Araya, quien quedó segundo en la primera ronda de las elecciones el pasado 2 de febrero con una diferencia de menos de un punto porcentual con respecto a Solís (29.7% contra 30.6%) renunció sorpresivamente a su aspiración el miércoles, una decisión calificada por analistas como un golpe a la reconocida democracia costarricense.
Varias encuestas, una de ella divulgada por la Universidad de Costa Rica ese mismo día, revelaban que el candidato opositor triplica en intención de voto al candidato oficialista para la segunda vuelta, lo que al parecer influyó para el retiro de Araya.
Sin embargo, por disposiciones constitucionales, Araya, exalcalde capitalino de 56 años, tendrá que seguir como candidato, aunque sea inactivo, y los comicios se realizarán en la fecha señalada, confirmó el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, Luis Antonio Sobrado.
“Resultará sumamente complicado para la gobernabilidad que ese mandato no sea masivo y contudente, eso es lo que me peocupa hoy. Me verán en la calle, que no quede la menor duda de que queremos ganar esta elección con solvencia y fuerza”, sentenció Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC).
Varios sectores del PLN, entre ellos la fracción legislativa electa el 2 de febrero para los próximos cuatro años, anunciaron que pese al retiro del candidato presidencial continuarán trabajando para llevar electores a las urnas.
“El principal problema ahora es financiero, porque no hay mucho dinero, pero aquí seguimos hasta el 6 se abril y haremos un llamado a los liberacionistas (partidarios del PLN) para que salgan a votar”, afirmó la diputada electa por el PLN Maureen Clark.
El analista Gustavo Araya prevé una “campaña de baja intensidad”.
En lucha contra un fantasma
“Estar en política frente a un rival es difícil, pero estar frente a un fantasma es más complicado”, admitió este jueves el candidato opositor, quien asegura que se mantendrá trabajando intensamente para lograr el máximo apoyo posible a su candidatura.
Solís estimó que el retiro de Araya podría buscar un gran aumento del abstencionismo y “garantizar que el gobierno entre muy debilitado de camino a las decisiones que hay que tomar”.
“Por eso, esto no puede verse como una competencia entre dos candidatos, sino entre continuidad y cambio”, apuntó el candidato, quien se propone encabezar un gobierno que despliegue una lucha frontal contra la corrupción y haga un esfuerzo por reducir la pobreza y la desigualdad social, modificando las políticas neoliberales aplicadas por el PLN en las últimas tres décadas.
La agrupación gobernante de origen socialdemócrata, la más fuerte hasta ahora del país, se ha debilitado tras ocho años de dos gobiernos consecutivos que han fracasado en resolver los problemas sociales, mejorar la gestión administrativa y parar la creciente corrupción.
Varios analistas coincidieron con la visión de Solís y señalaron que la aparente desaparición de una competencia entre dos candidatos podría desmotivar la participación de muchos electores en los comicios.
“Solís ahora enfrenta la lucha por bajar el abstencionismo que podría debilitar mucho su eventual victoria el 6 de abril. Necesita una gran victoria para contrarrestar el déficit de apoyo legislativo que tendrá que enfrentar”, afirmó a la AFP el analista Manuel Rojas Bolaños.
El PAC tendrá en el próximo Congreso, que asumirá el 1 de mayo, una fracción de 13 diputados de un total de 57, repartidos en una variopinta gama de 8 representaciones partidarias.
El también analista político e historiador Vladimir de la Cruz manifestó que “está claro que él (Araya) no va a hacer gastos en propaganda, pero se mantendrá activo hasta el 6 de abril”, por lo cual recomendó a Solís no bajar la guardia en lo que resta de la campaña.
Cerca de 3 millones de electores están convocados para pronunciarse en el balotaje, pero se estima que el porcentaje de abstencionismo, que en la primera vuelta fue de un 33%, podría incrementarse.
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