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¿Quién inventó al patriarca de la Navidad?

Todos sabemos bien quién es ese señor alegre, barrigón, de barba blanca, a quién le gusta vestirse con ropa roja. Pero a pesar de que todos reconocemos qué representa esta leyenda, parece haber una batalla mundial por definir quién inventó a este personaje de risa de tonos graves, alegres e inconfundibles.


Martes, 24 de diciembre de 2013
Alberto Valiente Thoresen *

Esta batalla empieza con el gran número de nombres distintos que se le asignan a ésta figura mitológica. Por ejemplo, en la versión eclesiástica se le conoce como San Nicolás. También hay fieles que prefieren obviar a este santo, y simplemente hablan del Niño Dios, que además de niño e hijo, es al mismo tiempo padre y espíritu santo. Mientras tanto, hay quienes prefieren el francesismo Papá Noel (Noël significa Navidad en francés), o el neerlandismo Santiclós (en Holanda se le conoce como Sinterklaas, que suena como «sintaclaus»). En las últimas décadas estos nombres han sido grandemente reemplazados por la versión estadounidense Santa Claus, la cual en cierta medida también es una síntesis de las versiones anteriores.

Así como abundan los nombres, hay muchas leyendas y versiones asociadas al patriarca de la Navidad. Y éstas suelen defenderse a capa y espada, tal vez porque muchas de ellas fueron aprendidas durante la infancia, constituyéndose así en firmes imágenes mentales e importantes puntos de referencia en la vida. Por ejemplo, recientemente en Estados Unidos hubo un debate apasionado sobre el color de piel que es posible asignar a este personaje. Este debate ilustró una vez más cómo un personaje mitológico puede de hecho ser una realidad muy palpable para muchas personas. Como tal, puede experimentarse como una realidad indiscutible e incambiable, a pesar de ser nada más que una postulación humana. Esta es la razón por la cual esta realidad postulada suele tener una serie de importantes connotaciones ideológicas, políticas, económicas y sociales.

Por todo esto se vuelve importante tomar un paso atrás, e intentar entender de dónde viene este mito en particular. Probablemente ésta sea una pregunta que nunca podrá responderse sencillamente, porque se trata de una larga y complicada historia. Muchos responden a esta interrogante diciendo sencillamente que Santa Claus fue inventado por los mercadólogos de Coca Cola, y que ésta es la versión que se ha popularizado internacionalmente. Pero si bien la última versión popularizada del patriarca de la Navidad está relacionada a esta versión de San Nicolás por la cultura popular estadounidense, esto solo explica el final de la historia. Una crítica basada en este reconocimiento se queda en un nivel muy superficial. Lo cierto es que los orígenes de una figura mitológica patriarcal de este tipo se remontan más atrás, hasta tiempos antiguos. Si bien es posible identificar figuras antiguas relacionadas en Mesopotamia, Egipto y Grecia, la versión más cercana en la antigüedad a un patriarca de la Navidad se encuentra en el Imperio Romano, en la figura de Saturno.

Roma antigua

Los romanos antiguos celebraban Las Saturnales, un festival de alrededor de una semana de duración, principalmente dedicado a Saturno, deidad de la agricultura, y contraparte del titán griego Crono. Aunque la fecha de celebración de Las Saturnales fue cambiada en repetidas ocasiones por los emperadores, esta fiesta tenía lugar principalmente entre el 17 y el 23 de diciembre, y coincidía con la celebración por el nacimiento de Sol invictus (deidad del sol), el 25 de diciembre. Esta fecha coincide también con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, que es cuando los días empiezan a ser más largos nuevamente en esta región del mundo. Este fenómeno se explica dada la inclinación de la tierra con respecto al sol y la traslación. A partir de finales de diciembre, el hemisferio norte se expone gradualmente más al sol.

Como muchos recordarán, Crono-Saturno también ha sido frecuentemente representado como un anciano de barba blanca. Y aunque frecuentemente se han resaltado los lados malévolos de esta deidad (por ejemplo, en las representaciones de Goya o Rubens de Crono-Saturno devorando a sus propios hijos), en la Roma antigua a Saturno también se le consideraba como una deidad con aspectos benevolentes.

Como sucede con la figura del patriarca de la Navidad, los romanos antiguos tenían muchas versiones sobre el mito de Saturno. Y la mayoría de estas versiones coincidían en que Crono-Saturno había gobernado en un período ideal, en el cual no habían diferencias sociales. A pesar de que las diferentes versiones del mito no están de acuerdo en los paraderos finales de Saturno, luego del exilio al que fue sometido por parte de su hijo Zeús-Júpiter, estos mitos coinciden en que Crono-Saturno terminó ya sea apresado, o marginalizado. Por ello, durante el festival de Las Saturnales, se liberaba a la estatua de Saturno de sus cadenas (representadas por tallos de lino). Esta estatua estaba ubicada en el Templo de Saturno, cuyas ruinas aún existen en Roma. De esta manera, Saturno gobernaba nuevamente por una semana en la cual se eliminaban las diferencias sociales, se abolían temporalmente las inhibiciones, la gente consumía grandes cantidades de alimentos/vino, los esclavos asumían el rol de sus amos, y los niños recibían regalos.

Saturno era también el nombre que fue asignado por los romanos al último planeta del sistema solar que conocían, siguiendo ésta práctica de los griegos, quienes llamaban a esta planeta Crono. Saturno representó siempre la figura del padre anciano, ya que este planeta era más pequeño y lento que el vigoroso planeta Júpiter. Como Crono para los griegos, Saturno para los romanos estaba asociado a la idea del tiempo. Tal vez dada a su velocidad orbital relativamente más lenta, y por encontrarse al borde del universo conocido entonces.

De hecho, la figura mitológica de Crono-Saturno siempre carga una guadaña, que juega diferentes funciones, dependiendo de la versión del mito. Por un lado, se dice que es la guadaña que Saturno utilizó para castrar a su padre Urano-Caelus (cielo), dividiendo al cielo de la tierra, o de Gaia-Terra, la diosa de la tierra, esposa y madre de Urano-Caelus. Al mismo tiempo, esta guadaña era la herramienta que Saturno utilizaba para cortar durante el período de la cosecha. De ahí proviene la asociación de la guadaña que corta vida con la figura mitológica de la muerte. Ciertamente el nombre Saturno se deriva del latín «satus», asociado con la siembra. Pero al mismo tiempo, la guadaña de Saturno nos recuerda sobre el paso del tiempo, y de cómo la vida es pasajera. El mito no dice otra cosa que como el cielo está dividido de la tierra, tarde o temprano las criaturas con vida serán cortadas por el paso del tiempo. Esto explica también que Saturno sea representado como un anciano, que simboliza el inevitable paso del tiempo. Alguna vez hace un par de miles de años, este anciano también estaba asociado con un festival de fin de año y regalos para los niños.

No hay duda que esta figura mitológica antigua ha influenciado grandemente figuras mitológicas modernas. Tal vez no necesariamente de manera directa, pero indirectamente, a través de otros mitos, expectativas y nuestros actos conscientes (o subconscientes) colectivos. De igual forma los romanos habían sido influenciado por otras civilizaciones. Así, tomaban su propia figura de Saturno directamente del Crono griego. Y la versión griega de Crono estaba influenciada por deidades sumerias, hindúes, egipcias, y así sucesivamente.

Una pintura de Crono-Saturno vestido de rojo con barbas blancas castigando a cupido por haberse portado mal. Un cuadro de la época imperial rusa pintado por Ivan Akimov en 1802.
Una pintura de Crono-Saturno vestido de rojo con barbas blancas castigando a cupido por haberse portado mal. Un cuadro de la época imperial rusa pintado por Ivan Akimov en 1802.

Cristianismo

A la hora de propagar el cristianismo en la Europa antigua, resultó muy conveniente hacer uso de las celebraciones paganas existentes. Por ello, cerca del siglo IV, la fiesta romana del nacimiento de Sol invictus fue sustituida por el nacimiento de Jesús de Nazaret. En otras palabras la Navidad. No debe resultar extraño entonces que muchas de las tradiciones de la Navidad moderna se relacionen directa o indirectamente a las tradiciones romanas antiguas.

Las leyendas dicen también que fue por estas fechas que vivió un obispo llamado Nicolás, nacido en Patara de Licia y fallecido en Myra (Turquía). Después, este obispo se convertiría en San Nicolás, y las leyendas sobre su persona asumirían el rol de patriarca de la Navidad, quizá de una manera paralela, aunque no idéntica, al rol que jugaba Saturno en Las Saturnales de la Roma antigua. Pero este salto lógico cultural no fue automático.

Efectivamente un mito intermedio entre Saturno y nuestro moderno patriarca de la Navidad parece ser el de Padre Tiempo. Una ilustración de esta figura se encuentra en la pintura de 1627, por Simon Vouet: «El Tiempo, vencido por la Esperanza y la Belleza», que se encuentra en el Museo Nacional del Prado, en Madrid. En esta pintura, el anciano Padre Tiempo es simplemente la encarnación de Saturno. La obra ilustra como La Belleza sujeta a Padre Tiempo del pelo, mientras lo amenaza con una lanza. Al mismo tiempo, La Esperanza intimida a esta encarnación de Saturno con un garfio. Todo esto sucede porque los querubines (que representan al amor) han desafiado al anciano.  Entretanto, la guadaña (como la de Saturno) y el reloj de arena de Padre Tiempo yacen en el suelo. Esta pintura ilustra la tensión entre elementos vitales (como amor, esperanza o belleza) y el paso del tiempo. Si bien la pintura nos demuestra como el tiempo parece ser retado por el amor, todos sabemos bien cómo termina la historia, y quién gana en esta batalla. He aquí el aspecto tragicómico de esta alegoría.

La transición lógica de un Padre Tiempo a la de un Padre Navidad (o Père Noël =Papá Noel, como se le conoce en Francia) no es tan grande. Ésta es también la manera como se le conoce en el Reino Unido, adonde se habla de un Father Christmas, o Padre Navidad. Porque así como Saturno, esta figura está estrechamente ligada a la noción cíclica de tiempo y de cosecha. Padre Navidad/Papá Noel se presenta una vez al final de cada año, incita a la fiesta, anuncia buenas noticias y trae consigo regalos. En el hemisferio norte esto coincide con el fin del otoño, el invierno y el regreso del sol. Samuel L. Macey ha escrito un interesante análisis sobre las relaciones entre los mitos de Cronos-Saturno, Padre Tiempo, Padre Navidad y Santa Claus, así como el dualismo inherente a estas figuras, que caracterizan nuestro viaje por la vida y el paso del tiempo.

¿Y los renos?

Hasta aquí tenemos los elementos esenciales que sincréticamente constituyen la figura del patriarca de Navidad más común de nuestros días. Si encima de esto se añade la influencia nórdica al mito, estaría completa la ecuación de la síntesis más popular, que se ha propagado por el mundo entero, gracias a las estrategias de mercadeo que surgieron en Estados Unidos.

Similarmente a los romanos, los nórdicos antiguos celebraban también el regreso del sol durante el solsticio de invierno, en su festival de jól (que se pronunciaba yul). Y como en el culto a Saturno, los nórdicos rendían culto a Thor, sacrificando un macho cabrío durante esta celebración. Alegóricamente, este macho cabrío podría incluso ser uno de los que halan el carro de Thor, los cuales Thor podía comer, pero siempre revivían al día siguiente. Por ello, el macho cabrío del solsticio de invierno se convirtió en símbolo de la celebración. Esto resultó en una tradición, en donde el macho cabrío venía con regalos cada año. Quizá por las representaciones físicas que se hacían de este mito, y la necesidad de usar personas pequeñas para disfrazarse de macho cabrío, este animal pasó a tener acompañantes míticos humanos pequeños, quienes como el macho cabrío solían tener barba. Es de esta especie de duendes, que procede el gorro característico que se le atribuye a Santa Claus. Hasta hace poco, en los países nórdicos era todavía común ir de casa en casa, como el macho cabrío de navidad, cantando villancicos de la temporada. Con la venida del cristianismo a los países nórdicos, estos mitos paganos se fusionaron con la figura de San Nicolás y Papá Noel. Hay quienes especulan también que al igual que la figura de Saturno, la deidad de Odín pudo haber influenciado las representaciones nórdicas de San Nicolás, como un sabio anciano de barba blanca. Gradualmente, los duendes fueron sustituidos por la figura del patriarca de la Navidad. Dadas las condiciones climatológicas en los países nórdicos, caracterizados por la llegada de la nieve en diciembre, también fue común que el macho cabrío fuera sustituido por un trineo halado por renos, que es todavía un animal muy común en los países nórdicos.  Al igual que el carro de Thor, este trineo puede volar. Todo esto ha influenciado la figura moderna del patriarca de Navidad. Es por ello que la ciudad de Rovaniemi en Finlandia se hace llamar “el hogar oficial de Santa Claus”. Esto explica que haya versiones que sugieren que el patriarca de la Navidad vive en el Polo Norte. Tal imagen ha reforzado el mito antiguo de que una figura como el patriarca de Navidad tiene que vivir en los límites del mundo conocido, como era el caso de Saturno, durante Las Saturnales, quien provenía de las fronteras del universo.

Sincretismo

Quiere decir que el mito moderno del patriarca de la Navidad no pertenece a un país en particular. Se trata más bien de un sincretismo internacional, que ya es muy común en los países latinoamericanos.

Ciertamente la versión estadounidense del patriarca de Navidad ha sido muy exitosa globalmente. Tal vez, incluso más exitosa que la figura de Crono-Saturno en todos los rincones del Imperio Romano. Pero esto no quiere decir que el patriarca de la Navidad se haya inventado en los Estados Unidos. Tampoco quiere decir que esta figura mitológica haya sido inventada en Finlandia, Holanda, Alemania, o cualquier otro país en particular. Todo lo contrario. Esta figura epitoma como hay elementos de la cultura popular que anteceden en siglos cualquier indicio de la existencia de los Estados nacionales modernos.

Esta historia ilustra el carácter internacional y milenario de las relaciones humanas, así como el hecho de que la cultura popular en sí no tiene fronteras. Cualquier intento de definirla y reducirla a los límites construidos entre las personas no se debe a otra cosa que un reflejo de batallas de poder e intereses mezquinos. Estas batallas poco tienen que ver con la esperanza, el amor y las nociones de comportamiento admirable, que son a fin de cuenta la inspiración de la cultura que se pretende celebrar. Convendría recordar también que la cultura popular tampoco está escrita en piedra, por lo que no es imposible imaginar mitologías alternativas a las ya existentes. Alternativas, para librarse de estereotipos promotores de relaciones de poder opresoras, las cuales están en directa oposición al espíritu de la tradición que dice celebrarse en estas fechas. Por ello, bienvenidos sean también los mitos de los patriarcas, las matriarcas (u otros personajes) de la Navidad, de todos los colores, y que en vez del materialismo promuevan la justicia social, para ver si así se van inculcando otros valores a futuras generaciones.


 

* Alberto Valiente Thoresen , salvadoreño, economista e invetsigador histórico radicado en Noruega. Colaborador de El Faro. 

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