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“El periodismo ha hecho más en el campo del terrorismo que sobre la parte financiera”

El director de IDL-Reporteros, el peruano Gustavo Gorriti, entrevistó al estadounidense Philip Bennett, quien entre 2004 y 2009 fue el jefe de Redacción del Washington Post, y antes, el editor encargado de asuntos de defensa, inteligencia y relaciones exteriores. En esta plática se aborda, entre otras cosas, el papel del periodismo ante nuevos retos, como la intromisión del Estado en la vida privada de los ciudadanos a través de internet.

Domingo, 13 de octubre de 2013
Gustavo Gorriti (IDL-Reporteros) / El Faro

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Phil Bennett, exjefe de Redacción de The Washington Post, hoy catedrático en la Universidad de Duke y director del Centro DeWitt Wallace sobre medios y democracia. Foto Caroline Rodríguez (The Chronicle/IDL-Reporteros).

“Un día lluvioso en octubre de 2005, (la periodista) Dana Priest fue escoltada a través de la inmaculada antesala de mármol del cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, junto con un par de sus editores del Washington Post ”. Así empieza el artículo ¿Se ha inclinado la balanza? (“Has the Balance Tipped?”), que Philip Bennett ‒uno de los dos editores que ese día acompañaron a Priest‒ publicó en septiembre de 2011 en la edición internet de Frontline, el programa investigativo del sistema público de televisión estadounidense, PBS, del que Bennett era jefe de redacción.

La escena describe el intento de la CIA de parar la publicación de un artículo en el Washington Post. Bennett describe el frío encuentro en el que “funcionarios que poseían la autoridad para ordenar la muerte de personas no tenían el poder de detener un artículo periodístico”.

Para los editores del Washington Post, la decisión era difícil: “¿Dónde estaba la demarcación entre nuestra responsabilidad de informar al público y fiscalizar al Gobierno, aún en tiempo de guerra, y el posible daño a la seguridad nacional? En la lucha por responder, caso por caso, esta pregunta era como se desarrollaba la pugna entre seguridad y libertad”.

Pocas personas han seguido y protagonizado tan de cerca esta pugna como Phil Bennett. Entre 1997 y el 2009, Bennett trabajó en el Washington Post; primero (1997-1999) como editor encargado de asuntos de defensa, inteligencia y relaciones exteriores. Luego, desde 1999 hasta 2004 fue editor de asuntos internacionales del Post, donde le tocó cubrir, sobre todo, los atentados de septiembre de 2001 y la subsecuente guerra contra el terrorismo.

Desde 2004 hasta enero de 2009 Bennett fue jefe de redacción (Managing editor) del Washington Post, en años en los que el diario movilizó impresionantes recursos de cobertura (llegó a tener una redacción de 900 periodistas), logró notables galardones (solo en 2008 el Post ganó seis premios Pulitzer) y a la vez inició el declive empresarial (ese mismo año, 2008, el diario redujo cien periodistas de su redacción) que culminó hace pocas semanas con la compra del diario por Jeff Bezos, el multibillonario fundador de Amazon.

Bennett, que empezó su carrera periodística en Perú en los inicios de la década de 1980 e hizo su primer reportaje en el Post, como freelance, sobre el llamado Caso Uchuraccay, la caída de la guarnición policial de Vilcashuamán por un ataque senderista, en 1982, es ahora catedrático en la Universidad de Duke y director del Centro DeWitt Wallace sobre medios y democracia, de la misma universidad.

Los años de crucial protagonismo y de reflexión sobre los temas que definen la misión, los peligros, los deberes y el futuro incierto del periodismo, son lúcidamente analizados por Bennett en esta entrevista con IDL-Reporteros.

El ‘Lado oscuro’
Para entender la controversia sobre los secretos y las revelaciones hoy –dice Bennett– hay que ir diez años atrás. Hay dos cosas que pasan el 11 de setiembre que son importantes para el periodismo y realmente han cambiado el balance de poder con los medios de comunicación en Estados Unidos. Una es la decisión del Gobierno, una decisión que correspondía a la naturaleza de los ataques, pero también refleja una decisión que ellos tomaron, que una semana después de los ataques el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, va a la televisión y es la única vez que aparece en la televisión para hacer declaraciones públicas y después desaparece por mucho tiempo; pero va una semana después y dice que esta guerra se va a pelear en lo que él llama “the dark side”, en el lado oscuro, la guerra no va a ser una guerra que el público va a reconocer como guerra, sino va a tener lugar en un sitio oscuro, en el secretismo, en un universo paralelo legal, dice eso, y también dice, no en esa entrevista, pero días después, (a Bob Woodward) que la guerra puede durar por mucho tiempo, que (…) podría no terminar nunca. “Por lo menos no durante la vida de nuestra generación”.

Periodismo sobre el Lado oscuro
Para los periodistas eso implicaba que si vas a cubrir la guerra, ¿cómo lo haces? (…) decir que la guerra puede durar para siempre y no vas a saber cuándo termina, eso implica para nosotros esperar para siempre, o cubrir y reportear el lado oscuro, y eso es lo que hicimos (…) a partir de eso entramos en esta contienda entre el gobierno y la prensa sobre la información secreta.

Cómo fiscalizar el Gobierno en tiempos de guerra
Creo que el reto más importante que yo he tenido como editor en el Washington Post y después, se describe con una sola pregunta: ¿cómo fiscalizar al Gobierno en tiempos de guerra? (…) ¿Cómo puedes hacerlo sin arriesgar la seguridad nacional? Son asuntos muy, muy complejos y no hay muchas veces una respuesta correcta y falsa, no hay un right and wrong, blanco o negro (…) Creo que todos los periodistas debemos estar en esa discusión estemos o no en Estados Unidos, porque creo que son problemas comunes que tenemos cuando nos enfrentamos al poder.

Obama y el universo secreto
El presidente Obama llega al poder diciendo que va a tener el Gobierno más transparente en la historia de Estados Unidos, pero ¿qué encontramos? Que definir lo que es la guerra es más difícil después de la muerte de Osama Bin Laden. La defensa nacional, la seguridad nacional está siendo definida todavía en el área secreta, este “dark side”, que es donde está la acción, donde está la gran burocracia del secretismo en Estados Unidos, donde está la plata, la gran plata de inversiones en defensa nacional. Eso es casi todo secreto. Ahora, aaparte de la Fuerza Aérea, el Ejército, la Marina, (…) hay una nueva fuerza que es la ciberseguridad. Todo el presupuesto, toda la estrategia, todas las operaciones de esta fuerza, todo es secreto. Como periodista tú debes decidir si no vamos a cubrir esto porque es secreto, o vamos a buscar formas de reportear eso y sacar la información.

WikiLeaks, Snowden y el interés público
Entra WikiLeaks, entra Edward Snowden ahora, (...) y mi preocupación como periodista no es que la libertad de prensa esté en peligro en Estados Unidos, pero si está en peligro el libre acceso a la información. En el caso de la información de Snowden, no hay duda de que es de interés público saber qué está haciendo el Gobierno en cuanto a monitoreo de flujo de mensajes en el internet y alrededor de cada llamada que se hace en Estados Unidos. La controversia es si Edward Snowden ha roto leyes al proveer esa información a periodistas, y en esos términos yo realmente pienso que el sistema judicial debe decidir eso. Mi papel como periodista es recibir esa información y decidir si la debo publicar o no. (…) Yo sí puedo decir que a mí me parece que esta información era de interés para el público de Estados Unidos, y fuera de Estados Unidos, saber esas cosas es mejor que no saberlas. (…) Creo que debemos poner todo nuestro esfuerzo y energías como periodistas y descubrir qué está haciendo el Gobierno. Por qué, cómo, con quién, contra quién, y no debemos quedar satisfechos con la respuesta de que todo es secreto porque tiene que ser secreto. Cuando oigo que la publicación de la información ha dañado la seguridad nacional de Estados Unidos no me quedo satisfecho de que eso sea cierto, porque no veo las evidencias. Una prensa responsable trata de tomar en cuenta los daños que pueda causar la publicación, pero muchas veces no tenemos más que la palabra del Gobierno. El problema es que hay muy pocos periodistas ahora en posición de ir tras esto. Barton Gellman es un periodista de investigación de Estados Unidos que antes trabajó para el Washington Post, pero salió del Post, se convirtió en un freelance y ahora regresa al Washington Post para publicar esta nota. Está también Glenn Greenwald, otro estadounidense que trabaja para The Guardian. Greenwald no es periodista, es abogado, y vive en Río de Janeiro. Entonces eso refleja pues el ecosistema del periodismo y es la debilidad que tenemos para enfrentarnos a este monstruo del secretismo.

La privatización de la guerra secreta
Edward Snowden tenía la calificación de top secret. (...) Hay cuatro grados de clasificación de los documentos de Estados Unidos: Reservado, Confidential, secret y top secret. En Estados Unidos ahora hay 1.4 millones de personas que tienen autorización top secret; y hay cuatro millones que tienen autorización secret. Entonces este no es un grupo de treinta personas, es una industria de un millón cuatrocientos mil personas que tienen autorización top secret. Edward Snowden era uno de ellos. Snowden no trabajaba para el Gobierno en el momento que suelta sus secretos, trabajaba para una compañía que se llama Booz Allen Hamilton, que son consultores. Booz Allen Hamilton tiene 24,000 empleados en las comisiones más secretas del Estado. Lo que gana en los contratos con el Gobierno es secreto. Snowden ganaba $200,000 mil al año sin haberse graduado en la universidad. Booz Allen Hamilton es consultor del Gobierno en toda esta industria del secreto. Casi la mitad de sus 24,000 empleados tienen acceso a material top secret. Es una compañía privada, que funciona como un arma del Estado en las funciones más secretas de este. Cuando tú eres periodista y oyes esto, te preguntas ¿qué están haciendo ahí y cuánto están ganando?;¿Es cierto que los ex jefes de la inteligencia del Gobierno de Estados Unidos ahora son los ejecutivos de esa compañía? ¿Esa compañía cuánto gana en sus contratos con el Gobierno? (…) ¿Y sabes qué? Los contratos son secretos, no se sabe cuánto se paga.

[Nota IDL-R: de acuerdo con información de la propia Booz Allen Hamilton, sus ingresos en el año fiscal 2013 fueron de $5,760 millones (o $5.76 billones). Solo el 22% de esos ingresos correspondió al ámbito civil. El 55% provino del sector Defensa y el 23% de Inteligencia. Es decir, el 78% fue del sector de seguridad nacional].

Las órdenes secretas a las compañías de tecnología digital
Mucho más importante que la cobertura de Snowden es el hecho de que el Gobierno ha ido donde las grandes compañías de tecnología en Estados Unidos y les ha dicho: oiga, tenemos esta orden de la Corte, y la Corte es secreta y la orden es secreta, se la vamos a mostrar a ustedes pero no pueden hablar de ella. Y si te preguntan, debes negar (...) Vamos a estar acá un par de días, vamos a pedir cosas, y ustedes nos van a dar las cosas y no se lo van a decir a nadie, aunque seas Facebook, seas Google, seas Apple, seas Microsoft. Eso es para mí una historia increíble, un millón de veces más importante que el retrato de Edward Snowden, pero el enfoque de la prensa, el debate de la prensa es: Snowden, héroe o traidor, ¿no?

La granja de Utah y la perpetua vigilancia
Mi temor es que la guerra, como fue definida el 11 de septiembre, va a desaparecer, o va a disminuir a un grado que básicamente no es una amenaza para Estados Unidos, pero que nos vamos a quedar con un aparato de vigilancia y de intromisión del Gobierno en las vidas privadas de los ciudadanos, como si esa guerra siguiera (…) y creo que eso es una amenaza, y el hecho de que no hablan de ello, que el presidente de Estados Unidos no va a la televisión y dice: oigan, señores, obviamente no vamos a hablar de detalles operativos (…), pero les puedo decir que nosotros ahora creemos necesario entrar en la metadata de todas las comunicaciones en el mundo; y además que estamos construyendo en el desierto de Utah una granja de servidores digitales que será la más grande del mundo, porque no sabemos qué hacer con todo esta información que estamos recolectando, vamos a guardarla para siempre ahí, por si acaso que en veinte años queremos saber algo sobre cualquiera de ustedes (…) o tus hijos, vamos a tenerlo ahí a la mano. Si una Corte secreta nos dice que podemos hacerlo, entonces, no tienes que ser muy aficionado de la ciencia ficción para pensar que eso es algo inédito y preocupante.

Las dos grandes historias
En Estados Unidos las dos historias más grandes de los últimos quince años, tal vez las dos historias más grandes de los últimos 25 años, han sido la guerra contra el terrorismo, y el colapso del sistema financiero en el 2007, 2008 y todas las repercusiones para todo el mundo de ese hecho. Hemos hablado mucho del terrorismo, pero sobre la cobertura de lo que fue el colapso catastrófico del sistema financiero (…) ¿cuánto sabemos sobre ello? Bueno, yo les doy un dato: no ha sido procesado ni un solo alto ejecutivo de un banco en Estados Unidos, cuando sabemos que había fraude en todo el proceso de hacer hipotecas, seguros y otros (…), pero no se ha procesado a ningún ejecutivo; mientras que los bancos que recibieron miles de millones de dólares de apoyo del dinero del público, saben, ¿adivinen qué?, están teniendo utilidades récord. Entonces ¿qué nos corresponde como periodistas? Si tú piensas que es difícil penetrar el National Security Agency, trata de ir a Wall Street, donde no hay ningún incentivo para ser fuente (informativa). Hay muchos incentivos para mucha gente del Gobierno para ser fuente, ¿no?, En el sector privado no tienen ningún incentivo, y además pueden ir a la cárcel, le puede caer encima toda la presión de la empresa privada (…). Entonces, ¿cuál ha sido el resultado de eso? Ha pasado algo sin precedentes en Estados Unidos y no entendemos realmente muy bien qué fue. (...) Nunca ha habido un debate sobre el papel de los grandes bancos y los bancos son más grandes que nunca y están haciendo trading en los mismos mercados oscuros que hacían antes, hay mucho más dinero en los mercados oscuros que en los mercados transparentes (…). Yo creo que el periodismo ha hecho más en el campo del terrorismo y eso, que sobre la parte financiera. Hay una historia linda para los que estudian esto. Tres periodistas en Bloomberg pasaron años tratando de conseguir de la Reserva Federal, el Banco Central de Estados Unidos, las cifras de cuánta plata del Banco Central se hizo disponible para los bancos si tenían problemas de balance después del colapso del 2008 (…) podían ir al Banco Central, sacar plata en términos muy, muy favorables, casi sin pagar intereses para ajustar sus balances para que salieran más estables. El Gobierno no quería decir cuánta plata. Gracias a la indagación de esos reporteros de Bloomberg el año pasado, al final, llegamos a saber que el Banco de la Reserva de Estados Unidos había puesto 7,7 millones de millones de dólares disponibles, y supimos que los bancos, incluyendo al Citibank, sacaban en un periodo de una semana $100,000 millones cada día para reforzar su balance. Ahora ellos dicen fue préstamo y nosotros lo hemos devuelto al Banco Central. Eso es cierto, pero también sabemos que tomaban ese dinero público gratis, casi gratis, compraban Bonos del Tesoro, que pagaban 2% y se embolsaron las ganancias. Es una cosa increíble, pero la lección es que el Gobierno no quería dar esa información, no querían decir que eran los bancos que con las grandes fortunas que tienen, están resistiendo las mismas reformas (...) ¿Ya ves la foto no? Entonces, yo creo que en esos grandes campos realmente el periodismo tiene mucho que hacer para avanzar la discusión pública.

Hagan su trabajo”
En su discurso central en la convención del IRE [Investigative Reporters and Editors], la [periodista mexicana de la revista ‘Proceso’, Marcela Turati] dijo: “Y ustedes, los periodistas de Estados Unidos, ahora me van a preguntar cómo los ayudamos a ustedes, qué hacemos, y mi respuesta es: 'hagan su trabajo', hagan su trabajo, investiguen de dónde viene la plata, los narcos de Estados Unidos, los oficiales corruptos a su lado de la frontera”. Y esas palabras que dijo en inglés: “Do your jobs”... a mí me chocaron como un puñetazo en la cara, porque eso es lo que yo siento tanto. Nosotros no hicimos nuestro trabajo, que es cuestionar, ser escépticos, encontrar las cosas ocultas y llevarlas a la luz.

Perspectivas para el Washington Post bajo la propiedad de Bezos
Tengo emociones encontradas (…). Nadie le regatea gratitud al capitán de un bote salvavidas que te rescata (…). Es un tributo a los Graham (la familia que fue la propietaria histórica del Washington Post) que rehusaron ofertas dos y tres veces superiores, según se ha dicho. Ya tenían una relación con Bezos, que participó en reuniones de directorio hace tiempo. Lo que no está todavía claro es si la oligarquía digital, que no ha demostrado todavía que puede poner los intereses públicos por encima de los propios, podrá anteponer sus principios a sus intereses. Como lo hizo la generación previa de dueños del periódico, que, cuando sintió que era su deber, no intervino para proteger a sus amigos y tampoco a sus propios intereses. La compra de Bezos va a ser un experimento ambicioso.

Sobre su libro de investigación del caso Uchuraccay (que tuvo que abandonar por varios años debido a la presión del trabajo)
Estoy retornando a trabajar en él con gran optimismo. Fue un momento crítico en la guerra y en cómo fue percibida en el Perú y alrededor del mundo. Pero también ha sido para mí, personalmente, una piedra de toque en cuanto a los peligros y propósitos del periodismo, sobre los riesgos de perseguir una historia, pero aún más que eso la dificultad, la urgencia, el imperativo moral de presentar la historia, toda la historia, correctamente. Creo que seguimos tratando de entender eso. Por lo menos yo sigo tratando.

Esta entrevista fue publicada originalmente el 7 de octubre de 2013 en IDL-Reporteros.

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