El Ágora /

Alice Munro y el cuento de un premio Nobel de Literatura

Luego de meses de especulación en la prensa y de retar al azar en las casas de apuestas, la Academia Sueca anunció este jueves que el máximo galardón de literatura había sido otorgado a la escritora canadiense Alice Munro, por ser “la maestra del relato corto contemporáneo”. Con este reconocimiento, la academia premia por primera vez a una autora canadiense y por primera vez a una autora de cuentos.

Viernes, 11 de octubre de 2013
María Luz Nóchez

La cuentista canadiense Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013, captada en Dublin, Irlanda, en 2009 durante una muestra de literatura canadiense. / Foto Peter Muhly (AFP)
La cuentista canadiense Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013, captada en Dublin, Irlanda, en 2009 durante una muestra de literatura canadiense. / Foto Peter Muhly (AFP)

A sus 82 años, Alice Munro se convertirá el próximo mes de diciembre en la 13º mujer en recibir un Nobel de Literatura, cuatro años después de que lo recibiera la escritora rumana Herta Müller, en 2009. En sus primeras declaraciones, captadas por la CBC Radio en Canadá, la escritora se dijo sorprendida de que en 112 años tan pocas mujeres hayan recibido el galardón, y de que a pesar de que sabía que estaba en la contienda jamás se imaginó que ella sería la elegida. 

Probablemente esta modestia fue lo que hizo que Munro no alterara su rutina y se fue a dormir sin ninguna expectativa. Luego de que se hiciera público el fallo, fue el mismo presidente permanente de la academia, Peter Englund, quien llamó por teléfono a casa de la escritora para notificarle. El teléfono sonó y del otro lado de la línea no hubo respuesta. Englund optó por dejar un mensaje de voz. “Se me había olvidado todo esto. Es tan sorprendente y maravilloso, no tenía idea, no sabía ni que estaba en la lista, hasta ayer me enteré. Fue mi hija quien me despertó y me dijo: mamá, ¡ganaste!”, dijo la autora en sus primeras declaraciones.

Esta no fue, sin embargo, la primera vez que la canadiense se perfilaba entre los posibles ganadores. De hecho, ya en 2009 había sido una de las favoritas luego de que ese mismo año le fuera conferido el Premio Man Booker Internacional en 2009, un galardón bianual que se entrega a toda la carrera de un autor vivo, cuya obra esté disponible en lengua inglesa. Y es que ese mismo año también había declarado, sin mayor detalle, que había sido sometida a un bypass coronario y a tratamiento contra el cáncer.

La crítica internacional ha nombrado a Munro la 'Chéjov de Canadá', en referencia al escritor ruso Antón Chéjov, por sus relatos enfocados en la fragilidad de la condición humana. Todo indica que este calificativo fue un punto importante en la decisión de la academia según se infiere de las declaraciones de Englund, quien dijo que la escritora es “una fantástica retratista de seres humanos”, ya que a partir de sus constantes descripciones del paisaje canadiense ha demostrado que “tiene todo lo que necesita en ese pequeño pedazo de tierra”, como reporta el portal internacional Publisher Weekly.

Sobre el porqué sus relatos están basados en historias de pueblos pequeños, la autora explicaba en 1994 al Paris Review que al vivir en en este tipo de lugares “se escuchan todo tipo de historias sobre todo tipo de personas [...] historias que en la ciudad solo habría conocido leyendo el periódico, no habría tenido acceso a los detalles”.

La obra de Munro navega entre el relato personal y la ficción, recursos que le han permitido convertir situaciones ordinarias que a cualquiera le podrían parecer pueriles, en historias que atrapan al lector en situaciones introspectivas. Así lo definía en 2004 el crítico literario Jonathan Franzen en The Sunday Review del New York Times: “Leer a Munro me pone en un estado de reflexión en el que pienso acerca de mi propia vida: sobre las decisiones que he tomado, las cosas que he hecho y las que no, el tipo de persona que soy y la perspectiva de la muerte. Ella es una de esos habilidosos escritores a los que recuerdo cuando digo que la ficción es mi religión”.

Munro comenzó a escribir relatos desde adolescente, sin embargo, su primer libro, 'Dance of the happy shades' vio la luz cuando ella tenía 36. Mientras tanto, la autora logró publicar sus cuentos en Tamarack Review, y fue esta revista en la encontró la primera ventana para que la editorial Ryerson Press le preguntara si tenía suficientes como para armar un libro.

Sobre la interacción entre su vida y su disciplina creativa, autora cuenta que se casó muy joven y que para los 21 años ya estaba esperando a la primera de sus tres hijas. Fue esta realidad familiar la que le ayudó a forjar su disciplina y aprovechaba cualquier momento que le quedaba libre para escribir: entre turnos en la librería de la cual eran propietarios con su esposo, y mientras sus hijas dormían la siesta o estaban en la escuela. Con la publicación en 1968 de ese primer compendio de relatos, la escritora obtuvo el Governor General’s Award, el máximo galardón literario canadiense. Desde entonces, ha publicado más de 12 colecciones de relatos cortos, siete de ellos hechos filmes, entre ellos 'Away from her', dirigido por la actriz y cineasta Sarah Polley.

A menudo, la obra de la canadiense ha sido catalogada de feminista, aunque ella ha negado en distintas ocasiones que esa sea su intención. Para aclarar explicó que en realidad se debía a que las escritoras sureñas que la inspiraron todas eran mujeres: 'No me gustaba mucho Faulkner. Yo amaba a Eudora Welty, Flannery O’Connor, Katherine Ann Porter, Carson McCullers', y agregó que fueron ellas quienes la hicieron sentir que las mujeres podían escribir sobre los marginados. Ahora, 45 años después de la publicación de su primer libro, ha decidido dejar atrás la vida solitaria de escritora: 'No es que no me haya encantado escribir, pero creo que llegas a una etapa en la que empiezas a pensar en tu vida de una forma diferente. [...] Cuando tienes mi edad no deseas estar tan solo como un escritor necesita estarlo', declaró en junio al National Post, en la gala en la que obtuvo por tercera vez el Governor General's Award, por 'Dear life', su trabajo más autobiográfico.

Que Munro reciba este año el Premio Nobel de Literatura es para muchos un acto de justicia, luego del anuncio que había decidido poner punto final a una prolífica carrera que deja una serie de 12 libros que retratan la vida de mujeres jóvenes y adultas cuyas vidas están marcadas por el abuso sexual, el amor reprimido, los matrimonios sofocantes y los estragos del envejecimiento. Así lo manifestó el editor de Cultura de la BBC, Will Gompertz: 'Si no se lo hubieran dado antes de su muerte, creo que habría sido una terrible, terrible omisión'.

A la celebración por el galardón para la escritora canadiense se sumaron su compatriota y colega Margaret Atwood con un efusivo ¡Hurra! y en una crónica para The Guardian pone en perspectiva el tino de la academia al seleccionar a Munro: 'El camino al Nobel no fue facil para Munro: las posibilidades de que una estrella literaria emergiera de su generación y del lugar de donde proviene fueron en algún momento cero. Ella nació en 1931, experimentó la Depresión mientras era niña y la Segunda Guerra Mundial en su adolescencia. Todo esto en el Suroeste de Ontario, una región que además produjo a Robertson Davies, Graeme Gibson, James Reaney, y Marian Engel, por mencionar algunos'.

Hacia el sur del continente, las escritoras Elena Poniatowska (México) e Isabel Allende (Chile) también se mostraron complacidas con el fallo. 'Es una gran alegría porque es una gran escritora, una cuentista, y es la primera vez que le dan a una cuentista el Nobel [...] De veras que se lo merece', dijo a la AFP vía telefónica desde su casa en la capital mexicana. Mientras que Allende confesó que ha leído sus relatos 'con fascinación de lectora y curiosidad de escritora'. La obra de a nueva Nobel es poco conocida fuera del ámbito angloparlante debido a que muy poco de su obra ha sido traducido y distribuído en español. Para que el público hispano tuviera referencias, el periódico El País colgó de la web 'Radicales libres', uno de sus cuentos traducidos, para dar una probadita de esta prosa desnuda y contundente que ahora todo el planeta está alabando.  

Por regla de la Academia Sueca, los nominados a cada edición se mantienen en secreto y se revelan 50 años después de haber sido entregado el galardón. Eso no resta, sin embargo, que año tras año se generen listas de favoritos en la prensa y en las casas de apuestas. Con la elección de Munro, quedan atrás los estadounidenses Joyce Carol Oates y Philip Roth, el japonés Haruki Murakami, su paisana Atwood y la bielorrusa Svetlana Aleksijevitj. Entre las desventajas viene la insatisfacción y con ella los reclamos del mal tino de a veces de la academia en sus fallos y el recuento de grandes escritores que nunca recibieron la más alta condecoración. Así, por ejemplo, resulta curioso que a pesar de que la escritora canadiense ha sido comparada con Chéjov, este nunca recibió el galardón. De este y otros que nunca fueron homenajeados ha hecho un recuento el periodista español y editor de la sección Cultura de El País, José Andrés Rojo en El juego de los olvidados, un punteo hasta cierto punto catártico en el que expone como injusticias que Franz Kafka, Virginia Wolf y Jorge Luis Borges nunca hayan sido proclamados como nóbeles. Sin duda al tratarse de un proceso tan cerrado y con un historial de decisiones tomadas por tratarse de lo políticamente correcto, como recogió el año pasado la revista argentina Página/12, la polémica probablemente nunca termine de aterrizar, y por lo que reste de la existencia del premio seguirán sumándose las deudas de la Academia Sueca con la literatura universal.

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