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A un año del referéndum, poco entusiasmo entre los escoceses con su independencia

Según las últimas encuestas, y cuando falta un año para el referéndum autorizado por el Ejecutivo londinense, solo un tercio de los escoceses quiere independizarse del Reino Unido. La consulta será observada de cerca por otras naciones europeas como Cataluña, donde también hay un fuerte movimiento independentista, aunque en este caso el Gobierno español ni siquiera quiere permitir que las urnas hablen.

Martes, 17 de septiembre de 2013
Alfons Luna (AFP) / El Faro

Londres, REINO UNIDO. El carismático líder escocés Alex Salmond y su Partido Nacional Escocés gobiernan en Escocia y lograron la convocatoria del soñado referéndum, que tendrá lugar el 18 de septiembre de 2014. Aún falta un año, pero los sondeos afirman que solo un tercio de los 5.4 millones de votantes escoceses se pronunciará por la ruptura con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, unidas desde 1707.

La pregunta será simple: “¿Debe ser Escocia un país independiente?”.

Por el momento, el debate está centrado más en el futuro ‒¿Será Escocia más rica? ¿Tendrá voz en la escena internacional? ¿Seguirá en la Unión Europea o la OTAN?‒ que en los agravios históricos.

“Ganaremos el debate”, dice Salmond, que incluso ve ventajas en el hecho de perder influencia en el panorama internacional. “No tenemos ambiciones de superpoder, y no vamos a lanzar invasiones de Iraq”, dijo en una entrevista concedida a la agencia AFP en agosto.

“Es una discusión entre la cabeza y corazón”, admite Michael Moore, encargado de Escocia en el Gobierno británico.

Escocia tiene en la actualidad un gobierno autónomo que decide, entre otras cosas, sobre sanidad y educación. Londres se reserva las competencias en defensa y política exterior. Edimburgo sostiene que la independencia traería más prosperidad. El mar del Norte tiene unas reservas de petróleo de 24,000 millones de barriles, la mayoría en aguas escocesas. El reparto de los ingresos por petróleo sería uno de los grandes temas a debatir en caso de ruptura, junto al futuro de la base militar escocesa de Faslane, que alberga el submarino nuclear del país.

“El 18 de septiembre de 2014 es la fecha en la que Escocia tiene cita con su destino. Será el momento de decidir: ¿lo mejor de Escocia y lo mejor del Reino Unido o un salto hacia lo desconocido?”, dice el primer ministro británico, David Cameron: “Espero sinceramente que Escocia decida quedarse en el Reino Unido, porque lo que tenemos funciona, y funciona bien”.

Los sondeos conceden sistemáticamente dos tercios de apoyo a mantener el estatus actual y un tercio a la independencia.

“Hay una gran reticencia de los votantes a la independencia porque la ven como muy arriesgada”, explica el profesor Michael Keating, jefe de estudios de política escocesa de la Universidad de Aberdeen.

“Los sondeos de opinión han mostrado alrededor de un 30% de apoyo a la independencia en los últimos 20 años y se han visto pocos cambios, aunque se llevan ya seis meses de campaña. Alex Salmond lo tendrá difícil para llevar esa cifra al 50%”, agrega Keating.

Cataluña expectante

El caso de Escocia es seguido con atención en Cataluña, la otra nación europea donde la aspiración a la independencia se ha manifestado con más fuerza en los ultimos tiempos, más incluso que el País Vasco, ambas integrantes del Estado español.

El Gobierno catalán reclama la celebración de un referéndum similar al que Londres ha autorizado, y reprocha a la contraparte española, el Gobierno de Mariano Rajoy, que no lo permita.

“Canadá también acordó con Quebec el derecho a celebrar dos referéndums”, recuerda el presidente catalán, Artur Mas, en una tribuna aparecida el martes 10 de septiembre en el New York Times. “Más recientemente, Gran Bretaña dio a Escocia el derecho a decidir su futuro”, agrega, “pero a pesar de todos nuestros esfuerzos buscando este derecho civil básico, España se niega”.

Más allá de la convocatoria de una consulta, que el Gobierno catalán pretende llevar a cabo en 2014, con o sin permiso de Madrid, la pregunta es qué efecto tendría en Cataluña el resultado escocés.

Para Jaume López, profesor de ciencias políticas de la universidad Pompeu Fabra de Barcelona y experto en procesos hacia la independencia, el resultado en Escocia no influiría porque se prestaría a diversas lecturas.

“Más que el resultado, lo que tiene impacto es que el referéndum se lleve a cabo”, a diferencia de en España, dice López. “Si fuera un 'No' se podría hablar facilmente de la diferencia abismal que hubo entre la respuesta británica y española a las demandas de Escocia y Cataluña, y si fuera un 'Sí', se generaría un precedente, sobre todo para medir la respuesta de Europa”, concluye.

© Agence France-Presse

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