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El accidente de la Bestia reaviva el debate sobre los migrantes centroamericanos

El accidente de un tren de carga sobre el que viajaban indocumentados para atravesar México y llegar a Estados Unidos, que provocó la muerte de seis hondureños, reavivó el reclamo de activistas y expertos por medidas de protección a los migrantes centroamericanos, también amenazados por el crimen organizado.

Martes, 27 de agosto de 2013
Yemeli Ortega (AFP) / El Faro

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Foto archivo El Faro.

Ciudad de México, MÉXICO. La madrugada del domingo, al menos seis hondureños murieron y otros 15 centroamericanos resultaron heridos cuando descarriló la Bestia, como se conoce al ferrocarril de carga que cruza México de sur a norte.

En condiciones infrahumanas, cientos de indocumentados viajan en su lomo o entre los vagones.

Asediados por la violencia y pobreza en sus países, se estima que unos 140,000 extranjeros ingresan de manera ilegal cada año a México, la mayoría centroamericanos. Al carecer de recursos para asumir el costo del viaje y ante los controles migratorios en carreteras, muchos deciden subirse a la Bestia, cuya ruta es acechada por sanguinarias bandas criminales y abusivos agentes migratorios.

“Este es un asunto de irresponsabilidad del Gobierno mexicano y de los centroamericanos”, dijo a la AFP Javier Urbano, coordinador de programas de asuntos migratorios de la privada Universidad Iberoamericana.

Para el experto, los estados necesitan invertir en las zonas más expulsoras de migrantes e impulsar la cooperación internacional, y México debería otorgar permisos migratorios temporales a quienes lo transitan.

Diversas oenegés que cotidianamente auxilian a los migrantes en el terreno concuerdan en que los muros y retenes en las fronteras no son una solución. “El Estado mexicano está obligando a esta gente a subirse al tren. Así, literalmente. No les dan opción”, dijo el sacerdote Tomás González, director de un refugio para indocumentados en Tenosique (Tabasco), situado a unos 280 kilómetros al sur de Huimanguillo, donde ocurrió el accidente.

A través de un comunicado, la oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos reconoció el “drama” que viven los migrantes a su paso por México, un país que, dijo, debe “ajustar de manera acelerada sus normas y prácticas” para protegerles.

Para Marta Sánchez, coordinadora de la organización civil Movimiento Migrante Mesoamericano, legalizar la migración no incrementará el fenómeno. “Los que salen seguirán saliendo”, dijo.

El susto pasó, el miedo queda

Un día después de que el tren se descarriló en una zona pantanosa de Huimanguillo, los migrantes sobrevivientes se albergaban en refugios y comedores aledaños, tratando de superar el trauma.

“Como a eso de la una y media de la madrugada, el tren frenó y todo empezó a tronar y la tierra se levantó. No veía lejos, por la noche, pero sí vi que los vagones se iban cayendo, uno por uno, como fichas”, contó a la AFP Julio, un hondureño de 32 años, vía telefónica desde un comedor para migrantes de la cercana Coatzacoalcos, Veracruz.

“Gracias a Dios, al mío no le pasó nada (...) fue selo el susto. Voy a poder continuar el camino”, cuenta al referirse a su vagón el obrero, quien estima que unos 600 migrantes iban sobre el tren en el momento del accidente y cree que al menos 30 perecieron.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, expresó su “pésame” por las víctimas, mientras que los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras también lamentaron el accidente.

“Yo les pregunto, fuera de sus mensajes de consolación, ¿cuántos muertos más les hacen falta para que frenen este genocidio?”, expresó el párroco González, más conocido como Fray Tormenta por su acérrima defensa de los migrantes.

En Tabasco, por donde pasa el tren al ras de ríos y pantanos que bordean el golfo de México, opera el cártel mexicano de Los Zetas, al que se señala como responsable de los peores crímenes contra los migrantes, como el secuestro y asesinato a sangre fría de 72 centro y suramericanos en un rancho del noreste del país en 2010.

La oficial Comisión Nacional de Derechos Humanos (Ombudsman) calculó en 2011 que anualmente se cometen en México unos 20,000 secuestros de indocumentados.

Para Urbano, los migrantes son un negocio de “enorme rentabilidad”: los secuestran para extorsionar a sus familiares, explotan sexualmente a jovencitas y realizan reclutamientos forzados para el sicariato y el narcotráfico.

El Gobierno de México, que asumió en diciembre y regularmente reporta liberaciones de migrantes secuestrados por la criminalidad, prepara un programa para ordenar el flujo migratorio en su frontera sur, en la que apenas hay controles, lo que, asegura, ayudará a resguardar sus derechos humanos.

© Agence France-Presse

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