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El dilema de las FARC

¿Armas o urnas? La guerrilla colombiana FARC avanza desde hace seis meses en un proceso de paz que le permita integrarse a la vida política de Colombia. Las conversaciones van por buen camino, pero la eventualidad de que presenten un candidato propio a la presidencial en 2014 parece incierta.


Domingo, 21 de julio de 2013
Philippe Zygel (AFP) / El Faro

Bogotá, COLOMBIA. La mesa de diálogo instalada en La Habana (Cuba) entre delegados del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla más antigua de América Latina, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que debe retomar un nuevo ciclo el próximo 28 de julio, aborda justamente el tema de la reinserción de la guerrilla en la actividad política.

Faltando solo un año para la próxima elección presidencial, en la que Santos podría optar a un segundo mandato de cuatro años, la pregunta que muchos colombianos se hacen es si las FARC presentarán un candidato.

“No creo. No es seguro que las negociaciones cierren antes (del inicio de la campaña) y así si se cerraran, las FARC no quieren exponerse en una elección porque son conscientes de que son la minoría”, dijo a la agencia AFP Luis Eduardo Celis, experto en el conflicto armado de la Fundación Paz y Reconciliación.

Al comenzar el diálogo de paz, el presidente Santos llamó a las FARC a “cambiar las balas por votos”. Pero para una guerrilla surgida de una revuelta campesina y que aún tiene unos 8,000 combatientes, pasar de 50 años de clandestinidad en la selva a una campaña electoral en un país que hoy cuenta con 70% de población urbana no parece una tarea fácil.

Sin embargo, hace 30 años el partido Unión Patriótica (UP), creado en 1985 en el marco de un anterior intento de proceso de paz de las FARC, había conseguido un cierto respaldo electoral.

Jaime Pardo, candidato presidencial de la UP, quedó tercero en las elecciones de 1986, en las que ese partido obtuvo también una veintena de parlamentarios, entre ellos Iván Márquez, actual jefe de la delegación de las FARC en las conversaciones de paz, cerca de veinte alcaldes y unos 300 concejales municipales.

Pero esa experiencia terminó en un baño de sangre. Más de 3,000 dirigentes, militantes y simpatizantes de la UP fueron asesinados en pocos años, en una oleada de violencia atribuida a las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Entre las víctimas de la UP figura el propio Pardo, asesinado en 1987, y Bernardo Jaramillo, también aspirante a la presidencia, muerto en 1990.

Recientemente, la justicia restituyó a la UP la personalidad jurídica que había perdido en 2002 por no haber alcanzado un umbral mínimo de votos. La decisión, aunque con fuerte carga simbólica, no permite sin embargo prever el renacimiento de un partido de las FARC, que fue disuelto en los hechos.

“Nuestro sueño es la unidad, la convergencia de los sectores sociales y políticos que hoy claman cambios estructurales”, dijo Márquez al describir su estrategia esta semana al diario El Tiempo.

El actual presidente de la UP, Omer Calderón, también llamó a “converger en una gran coalición progresista”, aunque sin precisar plazos electorales.

“Compartimos con las FARC, como con el conjunto de fuerzas políticas y sociales, que en Colombia se requieren muchos cambios”, dijo Calderón a la agencia AFP, a la vez que negó cualquier vínculo con la guerrilla.

Otra opción

No solo la UP podría servir de fachada política a las FARC, sino también la Marcha Patriótica, un conglomerado de movimientos políticos y sociales de izquierda.

Antes de que se instalara el proceso de paz, las autoridades militares aseveraban que la Marcha Patriótica estaba infiltrada por las FARC, mencionando supuestos documentos que probarían esa relación hallados en los computadores del comandante guerrillero Raúl Reyes, muerto en 2008 en un bombardeo del Ejército colombiano en Ecuador.

Pero después de que comenzó el diálogo, el Gobierno no ha vuelto a poner en duda la legitimidad de ese movimiento.

“La Marcha Patriótica, la Unión Patriótica y las FARC sin armas representan hoy entre 7% y 8% de la opinión pública, pero es una minoría muy caracterizada, con presencia territorial, con experiencia política; por supuesto que pueden crecer”, consideró Celis.

“Las FARC desean ser parte de un movimiento que recoja inconformidades”, señaló este analista, al indicar que si la guerrilla se desmoviliza podría conseguir un centenar de alcaldías (de poco más de 1.000) en 2015.

© Agence France-Presse

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