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Los ateos brasileños tienen miedo a salir del clóset

En Brasil, una potencia religiosa con la mayor cifra de católicos de todo el mundo, donde hasta la presidenta asegura al Papa que “Dios es brasileño” y se veneran a santos africanos o se habla con los muertos tras la misa, los ateos son considerados algo así como extranjeros en su propio país.

Sábado, 8 de junio de 2013
Laura Bonilla Cal (AFP) / El Faro

Río de Janeiro, BRASIL. “Se precisa mucha valentía aquí para decir que uno es ateo, por eso hay aún muchísimos ateos en el clóset”, asegura Daniel Sottomaior, presidente de la Asociación Brasileña de Ateos y Agnósticos (ATEA), que lucha contra los prejuicios y la discriminación contra quienes no creen en Dios.

Sottomaior, un ingeniero civil de 41 años que reside en Sao Paulo y ha recibido amenazas de muerte anónimas, asegura que en Brasil, que acogerá del 22 al 28 de julio la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro y la primera visita internacional del papa Francisco, “el ateo es asociado a un criminal”.

En Brasil hay más violencia contra los negros o contra los homosexuales porque “no pueden esconderse”, pero los ateos también sufren a veces amenazas físicas o son expulsados de sus empleos o de sus propias familias cuando hacen público su ateísmo.

“Cada vez que se habla de un delincuente, de alguien inhumano, de una mujer que está matando a golpes a un perrito, la expresión que se usa es: ‘No tiene a Dios en el corazón’. Aquí ser ateo es la causa de todos los crímenes”, afirma.

En la primera condena en Brasil por discriminación contra no creyentes, la Justicia condenó este año a la televisión Bandeirantes luego de que uno de sus conductores señalara que el asesinato de un niño solo pudo haber sido cometido por ateos, a quienes culpó también de “la guerra, la peste, el hambre y todo lo demás”.

“Los ateos sufren mucho (...) Son vistos como gente sin moral, como un bicho raro, son extranjeros dentro de Brasil”, estima Renata Menezes, que investiga la antropología de la devoción en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Un religioso lo confirma

Para el padre Elías Wolff, asesor de la comisión de diálogo interreligioso de la Confederación de Obispos de Brasil, esta discriminación y prejuicios “infelizmente existen“, sobre todo de parte de “algunos grupos religiosos de carácter fundamentalista”.

“La Iglesia católica, como institución, cree en el derecho de no profesar ninguna fe, entiende eso y busca comprender las razones por las cuales las personas sin religión crecen en Brasil. Y siempre está dispuesta a establecer un diálogo con ellos”, dice Wolff.

Un 84% de los brasileños votaría a la Presidencia a un negro, un 57% a una mujer, un 32% a un homosexual... y solo un 13% a un ateo, indicó una encuesta de la revista Veja en 2007, la última de este tipo realizada en el país.

La presidenta Dilma Rousseff, que aseguró al papa argentino Francisco en su entronización que “Dios es brasileño”, se declaró ‘Sin religión’ en 2007, pero durante la campaña que la llevó a la presidencia en 2010 garantizó que era “ante todo, cristiana, y en un segundo lugar, católica”.

En el último censo de 2010, los ateos y agnósticos sumaban apenas 740,000 personas de una población de 190 millones de personas (0.39%).

Pero Sottomaior, que critica la metodología del censo, estima que son bastante más, al menos un 2%, ya que muchos ateos son englobados en una categoría muy amplia, ‘Sin religión’, que agrupa tanto a creyentes como no creyentes.

ATEA, fundada hace apenas cinco años, tiene 8,800 asociados pero casi 250,000 ‘fans’ en Facebook.

Una sola es poca

El brasileño es en general muy religioso y para él una religión es poca, por lo cual pertenece muchas veces a dos o tres de manera simultánea, “para ampliar su protección contra el infortunio”, explica a la AFP Fernando Teixeira, experto en ciencias de la religión de la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Minas Gerais.

En Brasil, el catolicismo pierde terreno a pasos acelerados, cayendo de 92% de la población en 1970 a 65% en 2010. Pero los evangélicos, sobre todo los pentecostales, han crecido de forma vertiginosa y representan el 22% de la población, y los ‘Sin religión’ han pasado de 1% en 1970 al 8% en 2010, según cifras del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, estatal) basadas en el último censo.

‘Sin religión’ no implica necesariamente falta de religiosidad: algunos pueden ser ateos, pero hay también católicos no practicantes y evangélicos que no tienen prácticas religiosas institucionalizadas, o espíritas –seguidores del francés Allan Kardec–, que consideran que el espiritismo es una doctrina y no una religión.

En Brasil, las religiones y los contenidos religiosos se combinan y cada uno crea “su propio menú individual”, sostiene Ronaldo de Almeida, profesor de la Universidad de Campinas que investiga el fenómeno del “tránsito religioso”.

“Hay muchas formas de ser católico en Brasil”, afirma Teixeira, que cita un estudio que sugiere que cerca de la mitad de los católicos brasileños cree en la reencarnación.

“Aquí hay mucho rezo y poca misa, mucho santo y poco padre”, concluye en alusión a la enorme cantidad de católicos no practicantes y a la extendida costumbre de venerar santos católicos o afrobrasileños –a veces todos al mismo tiempo– y de tratarlos como si fuesen miembros de la familia.

© Agence France-Presse

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