El Ágora /

La cocina literaria de Jorge Argueta

Algo huele en la cocina del escritor salvadoreño Jorge Argueta. ¿Qué es? Argueta cocinó un delicioso platillo y se lo dio a probar a los niños en su libro “Guacamole: un poema para cocinar”. Al parecer a todos les ha sabido muy bien porque en mayo pasado, este escritor radicado en Estados Unidos fue galardonado con el premio al 'Mejor libro de ficción ilustrado para niños - bilingüe'.

Miércoles, 19 de junio de 2013
Andrea Orellana

Jorge Argueta en una presentación en la biblioteca pública del condado Daly City en San Mateo, CA.Foto cortesía Jorgue Argueta
Jorge Argueta en una presentación en la biblioteca pública del condado Daly City en San Mateo, CA.Foto cortesía Jorgue Argueta

Jorge Argueta es escritor y cocinero y en los últimos 10 años no ha podido separar una vocación de la otra. El 30 de mayo pasado resultó ganador del “Best Children’s Fiction Picture Book- Bilingual” porque transforma la comida y los sabores en palabras y los sirve en páginas de libros. Sus comensales más importantes son los niños.

Esta categoría forma parte de los “International Book Awards”, entregados a los mejores escritores y editores latinoamericanos por la editorial USA Book News, la cual publica más 1,000 libros anuales. De los 198 libros inscritos, el de Argueta resultó entre los ganadores.

Convencido de que los niños son el presente de cualquier país del mundo y de que El Salvador no es la excepción, Argueta tiene la idea de que la literatura y la poesía en los niños y jóvenes los ayudaría a ver la vida de una forma distinta, a apreciar más lo sencillo y natural de la vida y así evitar comportamientos agresivos y violentos en la niñez. 

En un país en el que la muerte es un mal ingrediente que está siempre latente, el arte debería tener una dosis más alta porque puede contribuir a una mejor sociedad. Esta buena receta la comparte con su colega Manlio Argueta, escritor y director de la Biblioteca Nacional. Es por ello que juntos unifican esfuerzos para celebrar anualmente el Festival de Poesía Infantil “Manyula” para niños y niñas en alto riesgo en el país. Tres días llenos de poesía, cuentacuentos, risas y muchos libros donde asisten más de 200 niños y que se descubren un mundo totalmente nuevo, conocen escritores y se borran estereotipos como “la literatura es aburrida” o el escritor es un viejito canoso y aburrido. Sin embargo, derribar estas ideas en los niños es muy fácil cuando prueban los libros de Argueta.

Con llamativas ilustraciones, brillo y una textura suave en las páginas de Argueta, cualquier niño se ve seducido y posteriormente inmerso en una lectura que alimenta a la mente en todos sus sentidos. Y también los adultos se deleitan con el sabor de sus lecturas. 'Regresamos a ser niños con esa riqueza y sensibilidad que necesita el mundo, porque leer es mantenerse vivas y despiertas las facultades del espíritu”, dice Argueta.

Cortar el limón despacito en compañia de un adulto o hacer una lluvia de sal son algunos de los pasos que los niños aprenden en la receta de 'Guacamole: un poema para cocinar', el volumen galardonado. El laureado libro es el cuarto de una serie compuesta por libros de comidas típicas salvadoreñas y que poseen títulos como “La fiesta de las tortillas”, “Tamalitos”, “Arroz con leche”, entre otros. Esta inclinación por relatar cuentos mediante la comida es producto de la infancia de Argueta. “Crecí en un comedor de mi familia donde hacían sopa de frijoles, sopa de patas, pupusas, comida típica salvadoreña, que es todo un manjar, una delicia”.

Su futura aproximación a las palabras comenzó en los años 60 cuando era niño y se paseaba entre las montañas de Santo Domingo de Guzmán, Sonsonate, donde trabajaba la milpa y escuchaba a su abuela hablar en náhuat. Así creó los cuentos “Hablando con la madre tierra” (que le valió el  premio The Lion and the Unicorn Award 2006) y “El Zipitío”. 

Cada frase que Argueta pronuncia deja connotar su amor por la poesía, la añoranza de su tierra, el amor por todo lo salvadoreño y su desbocado cariño a los niños y niñas. 33 años después de su partida de El Salvador por consecuencia de la guerra, desde San Francisco, California, Argueta siente que mediante sus libros realiza un viaje dentro de sí mismo a El Salvador y vuelve a ser un niño. Luego de su llegada, Jorge Argueta comenzó a participar en certámenes de poesía y literatura en el famoso barrio latino The Mission. “Los seres humanos somos como un pájaro y con la literatura, volamos”, afirma al preguntarle en una entrevista vía Skype sobre su concepto de literatura. 

Sobre sus referentes al escribir, con fuerte entusiasmo y exaltación confiesa que la mayoría de sus libros nacen de sus vivencias de infancia: “Yo vengo del campo, crecí y sigo viviendo ahí en mi mente. Estudié literatura de libros clásicos, pero libros como “Cuentos de Cipotes” de Salarrué, “Tierra de infancia” de Claudia Lars o “Jícaras tristes” de Alfredo Espino son mi mitología. No solo son cuentos, ¡es lo que viví! y no te puedes quitar esas influencias, sobre todo cuando eres salvadoreño y no estás en tu país”. Argueta realiza conferencias y da clases de literatura en universidades de Chicago y San Francisco. Realiza una gira de poesía titulada “Puentes” y acude a barrios latinos a pintar murales con “La sopa de frijoles literaria”.

Sobre su reciente premio con “Guacamole: un poema para cocinar”, Argueta expresa que significa mucho para los salvadoreños quienes  tienen mucho que decir y que el mérito no es propio sino de todo el país. Asegura que un galardón como este manipula, en el sentido de que crea un poco más de movimiento en la comunidad latinoamericana en Estados Unidos y crea en cierta medida apoyo a la literatura en El Salvador. Con sus libros pretende derribar barreras en la mentalidad de los niños y abrirla a una pluralidad cultural.

La vida de Jorge Argueta ha seguido un largo trayecto pero él asegura que no ha sido duro porque cada día su vocación le hace más evidente su naturaleza de escritor. Este hombre de un apacible semblante y tatuado de una sonrisa en el rostro agradece a la vida y al universo haber nacido en El salvador y sobre todo darle un banquete literario a sus niños. “Escribir para niños es volver a encumbrar una piscucha. Es levantarme y sentirme como una planta de maíz... es como andar descalzo en los ríos” y en su mirada profunda y que ve con los ojos del alma, sonríe. Está hecho de palabras y versos juguetones.

 

Fragmento de Guacamole: un poema para cocinar

“La cascarita del limón es suavecita

y le sale zumo.

Que no te entre en los ojos

porque arde el zumito que como lágrimas le sale al limón.

Ayyy qué rico huele

el río ácido del limón

que cae sobre el verde

tan verde del aguacate

Río

Me río

Me río

Mí río

Mi río de limón

Mi río de limón.

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