Durante los últimos 8 años, Ábner Hurtado ha sido el director del Cuerpo de Bomberos de El Salvador. Su carrera bomberil comenzó a los 15 años, cuando entró a una de las brigadas de bomberos voluntarios de la institución, pero el sueño de ser bombero dice que lo tuvo desde que tenía ocho años de edad. “Si no fuera bombero quizá no estaría vivo, siempre quise ser bombero”.
En primera persona
Soy una persona que viene de muy abajo. No nací con casa propia, desde pequeño tuve padres que sufrieron pero trabajadores. Crecí con principios cristianos. Mi madre fue todo un ejemplo y luchó mucho por sus hijos. Ahora puedo decir que lo que los padres siembran en los hijos es también un resultado en los nietos. Todo lo que pueda ser en este momento se lo debo a Dios, a mi madre, a mi esposa y al Cuerpo de Bomberos, que me brindó la mano un día y ahora llegué a los 30 años de servicio. Soy amigo de todos y una persona de puertas abiertas.
En febrero de este año, Hurtado cumplió 30 años de ser parte oficial de la institución, aunque a esas tres décadas suma tres años que trabajó como bombero voluntario. Por esos 30 años recibió la más alta condecoración que un bombero puede recibir por su larga trayectoria: la Cruz Maltesa de Oro. Esta condecoración la reciben los bomberos que han demostrado con su trayectoria que están dispuestos a dar su vida por salvar a otros, el símbolo proviene de un grupo de combatiente en la tercera cruzada, conocidos como Caballeros de San Juan o Caballeros Hospitalarios, originarios de la isla de Malta. Estos guerreros combatieron contra un grupo de árabes que atacaban con bombas de vidrio que contenían combustibles, sobre las cuales lanzaban antorchas de fuego. De estos pirmeros combatientes del fuego proviene el nombre de este reconocimiento. Además de este reconocimiento, Hurtado ha recibido otros honores por su labor en situaciones de riesgo. “No me gusta andar cargando tantas cosas en el uniforme porque entonces es como que uno se cree el mejor de todos”, explica. Lo que sí es algo de valor para este bombero son algunas de las “reliquias” que ha ido guardando a lo largo de su carrera. A la entrevista Hurtado llega cargando el primer casco amarillo de bombero que usó.
Hurtado es un hombre de 49 años de edad, orgulloso de su profesión pero, “no es un orgullo vanidoso”, afirma. Y aunque bien podría presumir sus casi 1.80 metros de estatura y el cuerpo robusto, resultado de su trabajo, Hurtado dice no estar preparado para participar en un calendario de bomberos como lo que suelen hacer en otros países. “¿Y qué voy a modelar yo? Ja, ja, ja”.
Y es que es un hombre sincero y divertido. La sencillez la desborda en cada comentario. “Yo solo tengo dos trajes importantes: el formal y el de gala”, dice, cuando muestra algunas de las insignias que usa en su traje formal. Este mayor de bomberos es padre de tres hijos y abuelo de un nieto del que solo esperó que cumpliera un mes para identificarlo como uno de los suyos: “Le compramos un trajecito de bombero con todo y casco para que se vaya acostumbrando'.
¿Usted está más cerca de ser un piromaníaco o de ser un pirofóbico?
Ninguno de los dos. No me gusta jugar con fuego y tampoco le tengo miedo al fuego. Yo quise ser bombero desde la edad de ocho años. Tuve la oportunidad a los 15 años, pero desde el momento en el que pensé en meterme al Cuerpo de Bomberos sabía que iba a ir a enfrentarme con el fuego y evitarlo, por supuesto. Por eso le digo que ninguna de las dos, porque el bombero lo previene y nos enseñan a controlarlo, pero también cómo extinguirlo. Aunque en la carrera bomberil, cuando uno todavía se está preparando, el deseo de uno es salir a un incendio y ver qué se siente estar cerca del fuego. Pero primero hay que entender el comportamiento del fuego para entender cómo enfrentarlo.
Me gusta esta idea de que hay que entender cómo se comporta el fuego, como que lo está personificando. ¿El fuego es su amigo o su enemigo?
Es mi amigo, porque el fuego puede ser utilizado para cosas buenas. Lo utilizamos todo el tiempo en la cocina. No podemos ver al fuego como un enemigo porque nos sirve para preparar nuestros alimentos; pero tampoco debemos confiarnos de él, porque si nosotros nos confiamos demasiado puede volverse un enemigo.
¿Si el fuego fuera un humano cómo se comportaría?
Fuerte. Es fuerte y se lo puedo mencionar de diferentes maneras, porque si usted hace una acción inadecuada en el momento que enfrenta el fuego, en lugar de cortarlo, lo hace más grande.
¿Usted cuando era niño a quién admiraba, como para que haya decidido ser bombero desde los ocho años?
A mí me atrajeron las sirenas de los bomberos, que se diferencian de cualquier otro tipo de sirenas. Esa sirena de bomberos, el tipo de ruido que representa, la intensidad, el alcance que tienen... Entonces, dije: 'Yo quiero ser bombero, mamá'. La oportunidad llegó a los 15 años, en la formación de bomberos voluntarios municipales en el departamento de Santa Ana. Me di cuenta a través de un amigo y fui a una reunión. Ellos estaban en la conformación y así fue como me incorporé.
¿Había alguien a quien usted admiraba, un personaje, su papá, Superman...?
No.
¿Nadie?
Yo he sido una persona de principios cristianos. Mi madre, más que todo, nos los inculcó desde pequeños. Casi no he creído en eso de los héroes. El mejor héroe que yo he podido creer es en lo que Dios ha hecho en la vida de mis padres y de mi familia, y aún lo sigue haciendo en mí, en mis hijos, de generación en generación. No podría diferenciar, sé que Dios es un Dios poderoso, que tiene el control de todo y he visto cosas grandes. Es mi mejor héroe Dios.
Si no fuera bombero, ¿qué le gustaría haber sido?
Si no fuera bombero quizá no estaría vivo, siempre quise ser bombero.
A veces hay ciertas rivalidades sanas entre instituciones. ¿Qué los hace diferentes a ustedes de, por ejemplo, los policías? ¿Quién es mejor?
Cada quién en su área profesional es importante. Mucha gente desconoce cómo los bomberos se preparan y hasta dónde. También mucha gente desconoce qué se necesita para ser bombero o qué para ser policía. Es muy diferente sentir que el fuego me está quemando la piel o la cara, a sentir que me están disparando en un momento que quiero capturar a alguien, son cosas muy diferentes. Yo siempre he dicho, y no me gusta hablar del término orgullo, porque se malinterpreta, pero hay un orgullo de pertenencia en lo positivo. Por eso le digo, me siento honrado porque tengo el honor de que Dios me permitió ingresar a esta institución que nunca pensé en llegar a la posición que estoy, nunca en mi mente se atravesó eso. Ni nunca pensé que me fuera a jubilar aquí, siempre pensé que iba a hacer uno o dos años. Yo recuerdo que ya estando asalariado un año después de ingresar al Cuerpo de Bomberos en enero de 1983, hubo oportunidades de ascenso y me motivé a examinarme ante una cantidad como de 40 bomberos. Esto para optar al grado de cabo, de esos ascendimos 12. Cuando ya ascendí, le sentí un poquito de saborcito. En aquel tiempo, unos se fueron a la Policía de Hacienda, se fueron para la Guardia Nacional, porque a lo mejor no les gustaba y sentían más andar en el tema ese de militarizados en el país. Sin embargo, eso me fue motivando a quedarme en la institución. Cuando llegué a oficial dije que ya no me iba porque había mayor compromiso.
¿Cómo son los grados dentro del Cuerpo de Bomberos?
Los bomberos nacieron como institución de la Policía Urbana de 1893. Luego, en el proceso de pertenecer a la Policía Nacional, pertenecieron al Ministerio de la Defensa. Fue en 1995, por el tratado de paz, que los bomberos pasan a ser parte del Ministerio del Interior, hoy Ministerio de Gobernación. Nosotros fuimos como desmovilizados de la Fuerza Armada a la parte civil. Con esto no quiero decir que los bomberos llevábamos una vida militar porque la vida militar es muy diferente. Nosotros vivíamos con disciplina militar, pero no al 100 % de como es la disciplina militar. Le digo esto porque a mí me mandaron a sacar un curso en 1987 al Centro de Transmisiones de la Fuerza Armada, fueron tres meses los que estuvimos todos los sargentos de diferentes unidades militares, de la Policía Nacional, de la Policía de Hacienda, de la Guardia, de los destacamentos militares, de las guarniciones militares y otros. Y ahí sí viví la vida militar, nos levantaban en la madrugada para hacer ejercicio o bombear y hacer otras cosas. La vida militar me hizo cortarme el bigote por primera vez, a mí nunca me ha gustado cortarme el bigote y nos rasurábamos dos veces al día, en la mañana nos pasaban una hoja de papel bond por la cara y si tronaba ya nos tocaba una hora de plantón. Firmes, parados como dos horas. Además de eso, nos daban cinco minutos para comer. Mucha gente dice que los bomberos somos parte de la vida militar y sí fuimos parte, pero no en un 100 %. Los grados que tenemos nosotros por ley son: bombero, cabo de bombero, subsargento de bomberos, sargento de bomberos, subteniente de bomberos, teniente de bomberos, capitán de bomberos, mayor de bomberos. Desde que fue reformada la segunda Ley de Bomberos, entramos con esos rangos, antes teníamos los grados que tenían los policías nacionales, como: subinspector, inspector, comandante segundo, comandante primero. En el proceso yo fui todo eso. Pero cuando la ley cambió, los que eran comandantes segundos, automáticamente pasaron al grado de capitán de bomberos. Era cuestión de barras o de insignias. Eso le dio un estatus mejor a los bomberos, a veces nos miraban a nosotros los militares: 'Ah, esos inspectores', decían y así nos denigraban. Ya con los rangos que tenemos hay un poco más de respeto y de consideración para la profesión de los bomberos.