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El éxito de la selección de fútbol se convierte en uno de los pilares del nacionalismo belga

Bélgica es un pequeño estado europeo con casi dos siglos de historia, pero en los últimos años el independentismo ha ganado adeptos en Flandes, mientras que el nacionalismo regionalista se ha extendido en Valonia y entre la comunidad alemana, en detrimento del nacionalismo belga. El buen papel de la selección nacional en la clasificación hacia el Mundial de Brasil parece estar aumentando los partidarios de la unidad.

Lunes, 1 de abril de 2013
AFP / El Faro

Bruselas, BÉLGICA. La selección belga de fútbol no tiene todavía seguro su billete para el Mundial de Brasil-2014, pero los buenos resultados del equipo han traído unos poco habituales aires de unidad al país, a un año de unas elecciones cruciales para el futuro del reino, en las que de alguna manera estará en juego la continuidad del Estado belga.

Bélgica, que no acude a la gran cita del deporte rey desde el Mundial-2002 en Japón y Corea del Sur, sueña ya con las playas de Río y con emular a la generación de 1986, que llegó hasta las semifinales de la Copa del Mundo, entonces disputada en México.

Con cuatro partidos pendientes hasta el final en su grupo de las eliminatorias, los belgas, de la mano de Eden Hazard (Chelsea), Vincent Kompany (Manchester City) y el resto de integrantes de la nueva Generación de oro, comandan su grupo, igualados con Croacia.

El martes, Bélgica batió a Macedonia por 1 a 0 en Bruselas, ante 47 mil aficionados entusiastas, mientras en los alrededores del estadio, y en las cafeterías y cervecerías, francófonos y neerlandófonos fraternizaban con un nexo común, algo poco frecuente.

“Hemos tenido muchos conflictos políticos en Bélgica, pero me he dado cuenta de que el fútbol une a la gente. Valones, bruselenses y flamencos, todos somos uno cuando se trata de animar a la selección”, se entusiasmaba un hincha flamenco.

Por caprichos del calendario, el Mundial comenzará a mediados de junio de 2014, apenas dos semanas después de las elecciones regionales belgas, previstas para el 25 de mayo.

Si los Diablos Rojos –nombre con el que se conoce a la selección–clasifican para Brasil, su preparación coincidirá con la campaña electoral y traerá la paradoja de que la división política se convierta en unidad cuando se trate de apoyar a la selección de fútbol.

Un Estado, tres naciones

Esta aparente nueva amistad entre miembros de las dos grandes comunidades lingüísticas contrasta con la imagen caótica de un país que fue incapaz de formar un gobierno durante más de 500 días, después de las elecciones de 2010.

Bélgica es un pequeño estado plurinacional que obtuvo la independencia de Holanda en 1830. Tiene tres idiomas oficiales –neerlandés, francés y alemán–, en sintonía con las tres comunidades lingüísticas que conviven en poco más de 30 mil kilómetros cuadrados (El Salvador tiene 20 mil). Flandes y Valonia son las principales regiones en las que el independentismo ha ganado adeptos en los últimos años.

En el seno del equipo de fútbol, jugadores y entrenador se aventuran en ocasiones en el terreno político. En octubre, después de una victoria sobre Escocia, Marc Wilmots, el seleccionador muy respetado tanto en Flandes como en Valonia, había animado a sus compatriotas a “seguir unidos”. El capitán Kompany afirmó por su parte que Bélgica “es de todos, pero esta noche es sobre todo nuestra”.

Para los belgas, la alusión estaba clara: se trataba de un mensaje al jefe de los independentistas flamencos, Bart de Wever, que acababa de ganar dos días antes la Alcaldía de Amberes y que había afirmado que “Amberes es de todos, pero esta noche es nuestra”.

“Yo juego con mis compañeros belgas, no juego con mis compañeros flamencos”, explicó la estrella Eden Hazard, sin hacer diferencias entre comunidades.

Para el politólogo flamenco Dave Sinardet no es seguro que este repunte de patriotismo belga en torno al fútbol vaya a penalizar en 2014 a la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) de Bart de Wever, que en la actualidad contaría con una intención de voto del 35 al 40% en Flandes.

“Se puede ser perfectamente un gran seguidor del equipo nacional de fútbol y votar por el N-VA; los electores de ese partido no son todos separatistas, anti-belgas o quieren un Flandes independiente. A menudo son personas que votan por un discurso más bien liberal, contra los impuestos”, analiza Sinardet.

Los partidos que abogan por la unidad de Bélgica intentan aprovechar los éxitos de la selección. El primer ministro, el socialista francófono Elio di Rupo, acudió al Consejo de Ministros el martes, el día del partido ante Macedonia, con una bufanda con los colores de Bélgica.

La monarquía belga, otra institución atacada por el N-VA, tampoco permanece ajena al buen momento de su fútbol. “Este equipo nacional es formidable para Bélgica”, comentó a la agencia AFP el príncipe heredero Felipe al abandonar el estadio.

© Agence France-Presse

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