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El papable hondureño llega al cónclave lastrado por su apoyo al golpe de Estado

El cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga, quien sonó fuerte hace ocho años para suceder a Juan Pablo II, vuelve a estar en las quinielas como una de las opciones latinoamericanas en el cónclave que este mes deberá elegir al remplazo de Benedicto XVI. En su contra juega el apoyo expreso que en 2009 dio al golpista Roberto Micheletti. 

Jueves, 7 de marzo de 2013
Noé Leiva (AFP) / El Faro

Tegucigalpa, HONDURAS. Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien a sus 70 años figura por segunda vez como papable, es el cardenal hondureño que logró cierto prestigio internacional en la lucha social contra la deuda externa, pero que lleva a este cónclave manchado por el apoyo expreso que dio al golpe de Estado contra el expresidente de su país, Manuel Zelaya, en junio de 2009.

El arzobispo de Tegucigalpa, cuyo nombre sonó con fuerza hace ocho años como candidato latinoamericano para sustituir a Juan Pablo II y vuelve a sonar tras la renuncia de Benedicto XVI, no se define ni de izquierda ni de derecha. En febrero pasado criticó el marxismo por suprimir el individualismo y al “capitalismo salvaje por exagerar el individualismo”.

Jerarca de la Iglesia católica del país considerado el más violento del mundo como consecuencia del narcotráfico, las pandillas y la corrupción, ha hecho vehementes llamados en favor de “construir” una nación “mejor”: “Nuestra Honduras ha sido un valle de lágrimas, ante tanta violencia y tanta muerte, pero todos somos hijos del mismo padre”, dijo recientemente.

Rodríguez Maradiaga vio deteriorada su imagen tras el derrocamiento de Manuel Zelaya por una alianza de políticos, empresarios, militares y otros grupos conservadores, que criticaban al presidente de Honduras su acercamiento al mandatario venezolano Hugo Chávez y lo acusaban de querer perpetuarse en el poder.

El cardenal fue blanco de críticas luego de que en plena crisis política, de fuerte presión internacional por el restablecimiento de Zelaya –enviado al exilio en el golpe– le pidió no retornar porque “podría desatar un baño de sangre”.

De fácil sonrisa, ha perdido la compostura ante los zelayistas, quienes en sus marchas llevaban en burla a un personaje con sotana, le dedicaban graffitis con insultos y en una ocasión, en una visita a un barrio marginal, le lanzaron huevos, piedras y bolsas de basura, gritándole “golpista”.

El religioso, quien dice ser víctima del odio y la división en su país, llegó a denunciar públicamente que recibió amenazas de muerte luego de, según sus palabras, tomar “una posición en defensa de la democracia”. Desconocidos dispararon contra su oficina, en el centro de la capital, aunque él estaba fuera del país.

Vida y obra

Políglota (habla español, inglés, francés, italiano, alemán, portugués, latín y griego), amante de la música (saxofonista, pianista y guitarrista) y piloto de aviación, Rodríguez Maradiaga nació el 29 de diciembre de 1942 en Tegucigalpa, en el seno de una familia de clase media.

Cuando era niño “deseaba ser piloto y con toda mi alma aprendí a volar aviones y, al hacerlo, me acercaba más a Dios”, contó a la prensa el cardenal, quien cuenta que a los 14 años piloteaba una avioneta Cessna, sin permiso de sus padres ni licencia por ser menor de edad.

Cursó primaria y secundaria con los salesianos y en 1960 se graduó de maestro. Ingresó a la Congregación Salesiana de Don Bosco en 1961 y al Seminario Mayor de Tegucigalpa, donde estudió teología, filosofía y música. Vistió por primera vez la sotana de sacerdote en 1970 a los 28 años en Guatemala, donde inició su vertiginosa carrera al asumir en 1975 como decano de la Facultad de Teología de la Universidad Francisco Marroquín.

En 1981 regresó a Honduras y ejerció tres años como obispo de la Diócesis de Santa Rosa de Copán, región del suroeste donde entonces se refugiaban miles de salvadoreños que huían de la guerra civil en su país, la mayoría de los cuales eran la base social de la guerrilla.

Se convirtió en su guía espiritual, y alzó su voz contra la represión de las autoridades contra los refugiados y el uso que hizo Estados Unidos del territorio hondureño en su lucha por sacar a los sandinistas del poder en Nicaragua.

En 1993 fue nombrado arzobispo de Tegucigalpa. De 1996 y 1998 fue presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), desde donde lideró la campaña Globalización de la solidaridad, para que se condonara la deuda a los países pobres. Sus gestiones ante los organismos financieros internacionales y países acreedores fructificaron con la Iniciativa de Países Pobres Altamente Endeudado (HIPC, siglas en inglés), al lograr una condonación del 60% de la deuda externa para esas naciones.

En febrero de 2001, Juan Pablo II lo ungió como cardenal en reconocimiento de su trayectoria en favor de los pobres, y en junio de 2007 Benedicto XVI le nombró presidente de Caritas International, cargo que en la actualidad ocupa.

A su edad, se mantiene en excelente condición. Su deporte favorito es la natación y camina una hora todos los días.

© Agence France-Presse

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