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La cruzada de Bianca Jagger

Enérgica activista de los derechos humanos, modelo y actriz, pero para la mayoría siempre será reconocida como la primera esposa del vocalista de The Rolling Stones. Invitada especial del Festival Internacional de Poesía de Granada, la semana pasada regresó a su Nicaragua natal y volvió a abogar por las mujeres y por los indígenas.


Lunes, 25 de febrero de 2013
Wilfredo Miranda Aburto (Confidencial)

Bianca Jagger durante la inauguración del Festival Internacional de Poesía de Granada, en Nicaragua. Foto: Confidencial.
Bianca Jagger durante la inauguración del Festival Internacional de Poesía de Granada, en Nicaragua. Foto: Confidencial.

A finales de los sesenta, Blanca Pérez Mora Macías se fue de Nicaragua a estudiar ciencias políticas en París, Francia. En 1971 se casó con el vocalista de The Rolling Stones, desarrolló una carrera como actriz y se convirtió en un ícono de la moda internacional. Conocida como Bianca Jagger, apareció en las portadas de la revista Vogue y deslumbró, entre otros, al artista Andy Warhol. Esa es una parte de su biografía sazonada por el glamour del Jet Set. La otra está marcada por la persistencia y la solidaridad, que en las últimas tres décadas, la convirtieron en una voz beligerante y universal en la defensa de los derechos humanos.

En 1981, la mujer de exótica belleza que salía en las revistas había llegado a un campo de refugiados salvadoreños en Honduras. Prestaba ayuda humanitaria cuando un Escuadrón de la Muerte irrumpió en el lugar llevándose a 40 personas. “Fue un momento muy particular en mi vida. Di testimonio en el Congreso de Estados Unidos y a partir de ese momento mi compromiso y mi participación en el debate sobre lo que estaba sucediendo en Centroamérica, en Nicaragua con la Contrarrevolución se fortaleció”, relató el domingo en el programa televisivo Esta Semana.

Desde entonces la carrera de Bianca no se ha detenido, demandando el respeto a los derechos humanos, y particularmente los derechos de las mujeres, los pueblos indígenas y la protección del medio ambiente. Ha estado ligada a organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Su labor la ha llevado a diversos países de América Latina saltando a zonas de conflicto en otras partes del mundo como Bosnia, Afganistán, India, Sri Lanka y Palestina.

Bianca fue nombrada embajadora de Buena Voluntad del Consejo de la Unión Europea. Además, ha recibido numerosos premios y reconocimientos. En 2007 creó en Londres, donde reside, la Fundación Bianca Jagger para defender los derechos humanos, y por eso ha llegado a Nicaragua, para proponer la creación de proyectos para erradicar la violencia hacia las mujeres, que el año pasado dejó la vergonzosa cifra de 80 muertas.

En el festival de poesía

La noche es fresca. Fuertes vientos que nacen del Gran Lago de Nicaragua crean pequeños remolinos en la Plaza de la Independencia de la colonial Granada. Es noche de poesía y Bianca sube al entarimado principal no para recitar, sino para defender. Pronuncia un discurso conmovedor y combativo. Habla de la violencia contra las mujeres y demanda que se termine ya, que no se puede concebir en el siglo veintiuno.

Bianca ha vuelto al país que la vio nacer por tres razones: La triste, la muerte de su hermano Carlos. La alegre, que es la invitada de honor en el Festival Internacional de Poesía de Granada. Y la de trabajo, planea desarrollar proyectos en el país con su fundación.

“El hecho que haya nacido en Nicaragua, que haya vivido mi infancia y mi adolescencia en este país bajo la dictadura de Somoza cambió mi vida; fue lo que me inspiró a que me convirtiera a ser defensora de los derechos humanos”, dice en la entrevista televisiva con Carlos F. Chamorro. “Y que mi madre haya sido discriminada porque era mujer, porque estaba divorciada, porque tuvo que trabajar y no tenía profesión y tenía tres hijos, me comprometió y me convenció de que tenía que luchar por los derechos de la mujer”, agrega.

En Nicaragua, la defensora de derechos humanos tiene una agenda cargada. Se entrevista con los defensores locales de derechos humanos, como la Dra. Vilma Núñez de Escorcia, presidenta del CENIDH. Pero también hay tiempo para disfrutar de la poesía de su admirado poeta Ernesto Cardenal. Una tarde de la semana pasada, montada en un carruaje jalado por un musculoso potro, Bianca comía un raspado mientras andaba por las calles de Granada que eran una fiesta debido al Carnaval de Poesía.

Un vestido veranero y un sombrero de alas anchas hacían parecer a Bianca una muchachita que disfrutaba de su raspado sin importarle la algarabía a su alrededor. Pero esa imagen de niña consentida dista de la mujer que estuvo detenida y amenazada en la antigua Yugoslavia durante la guerra de Bosnia, de la mujer que asegura que su matrimonio con Sir Michael Philip Jagger, mejor conocido como Mick Jagger, fue un paréntesis. “Yo salí de Nicaragua con una beca del Colegio Francés para estudiar ciencias políticas, que era lo que yo quería. Mi matrimonio fue un paréntesis, y cuando se acabó coincidió con el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979. Yo llegué a Nicaragua dos días después para decir que quería apoyar a la revolución”, afirma en una de las pocas entrevistas televisivas que ha brindado en Nicaragua.

Bianca dice que los abusos de la dictadura somocista quedaron grabados en su inconsciente, encendiendo su deseo de defensa de los derechos humanos, y por eso no dudó en apoyar el proceso revolucionario, con el cual, tiempo después, tuvo algunas diferencias “en muchas cosas de las que no estaba de acuerdo”.

Terminar con la impunidad

Bianca escribió poemas de niña, pero cuando el poeta Francisco de Asís Fernández le pidió que hablara sobre mujeres en el Festival de Poesía, no recitó un soneto, sino que leyó un discurso con cifras espeluznantes sobre la violencia hacia las mujeres en el mundo, con un exhortación clara a los líderes “para hacer lo necesario a fin de acabar con la violencia contra las mujeres y conseguir la equidad de género”.

“La discriminación y violencia contra las mujeres nos impiden convertirnos en una sociedad libre y equitativa. La violencia contra las mujeres y las niñas representa un crimen contra todos y cada uno de nosotros”, leyó Bianca. “Pongamos fin a la violencia contra las mujeres. Debemos llevar a los culpables ante la justicia y terminar con la cultura de la impunidad”, dijo.

Habla como activista, pero no le gusta que la llamen así. “Defensora va más allá de ser una activista. Yo creé la organización de la que me ocupo hoy día porque ese compromiso va más allá. En muchas ocasiones he expuesto mi vida por la defensa de los derechos humanos, y en Estados Unidos han usado la palabra activista como para tratarlos de despreciar, por eso razón digo llámenme defensora”, dijo.

Esas premisas también le exigen a Bianca protestar por la prohibición del aborto terapéutico en Nicaragua. Según ella, esa medida aprobada en 2006 con los votos supuestamente revolucionarios del FSLN, “impactó” fuera del país.

“El día que en Nicaragua se cambió la ley y se prohibió el aborto inclusive para circunstancias cuando estamos hablando de violación y el terapéutico, fue algo que impactó al mundo (...) Eso es violación a los derechos humanos, y claro que hay países en Europa donde todavía existe, pero es el hecho que en Nicaragua existía desde hacía ya tantos años, y cómo era posible que en un gobierno revolucionario sucediese eso contra las mujeres”, protestó.

Bianca también comentó la ley 779, Ley Integral Contra la Violencia Hacia la Mujer, aprobada el año pasado. “Esa ley es un paso avanzado en Nicaragua y espero que lograrán hacer todo lo necesario para que aborden los pendientes. La violencia contra la mujer existe en todo el mundo, pero en Nicaragua es bastante grave”, dijo.

La defensora de los derechos humanos anuncia que ONU Mujer en conjunto con su fundación pretende implementar un programa para erradicar la violencia, como ya lo hace en El Salvador, llamado Ciudad Mujer. “Espero hablar con el Presidente y la Primera Dama a ver si a ellos les interesaría, porque es un proyecto que solo lo puedo el gobierno de Nicaragua podría llevar a cabo”, dijo Bianca, a quien le preocupa lo que está ocurriendo con organismos de la sociedad civil, a quienes el gobierno de Ortega les coarta espacios y se rehúsa a establecer un diálogo.

Bianca también aboga por los derechos de los indígenas mayagnas de Bosawás y se compromete a ayudar a poner en el radar internacional la defensa de la reserva de la biosfera que se encuentra amenazada.

Su estancia en Nicaragua –marcada por un problema en su pierna que le obliga a usar un bastón temporalmente– es una amalgama de sentimientos que se bifurcan con la muerte de su hermano Carlos y su invitación de honor al Festival de Poesía. “Con el fallecimiento de mi hermano y que venga a ser enterrado aquí, me hace pensar que yo también quiero ser enterrada en Nicaragua…. Y que tal vez mi futuro en algún momento va a ser este país, y no solamente de pasada. Me siento orgullosa y feliz. Muy triste y muy feliz”, confiesa Bianca.

© Confidencial
Este artículo fue publicado originalmente el 14 de febrero de 2013 en Confidencial.

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