CIUDAD DEL VATICANO. En el último Ángelus de su pontificado, el papa Benedicto XVI anunció este domingo que a partir del próximo 28 de febrero se dedicará “a la oración y a la meditación”, lo que “no significa que abandonará a la Iglesia”, advirtió con voz entrecortada. “Dios me pidió dedicarme a la oración y a la meditación”, agregó ante las decenas de miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro.
“En este momento de mi vida siento que la palabra de Dios está dirigida a mí. El Señor me llama a ‘subir a la montaña’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación”, dijo emocionado ante unas 100 mil personas que le interrumpieron en varias ocasiones con aplausos y gritos de “gracias, gracias”.
“Si Dios me pide esto, es precisamente para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de una manera más adecuada a mi edad y a mis fuerzas”, explicó el Papa alemán, quien cumplirá en abril 86 años.
El Papa, cuya renuncia al pontificado será efectiva el próximo jueves –un gesto inédito en la historia reciente de la Iglesia católica– recibió el cariño de la muchedumbre congregada en la explanada, expresado en pancartas y banderas, como una que rezaba en italiano: “Querido Papa, nos vas a hacer falta”.
Despedida polémica
Su despedida, sin embargo, está siendo accidentada. En los últimos días la prensa italiana ha sacado a relucir escándalos y comportamientos poco éticos en la Curia Romana que han sacudido sus casi ocho años de pontificado.
Según el diario La Repubblica y la revista Panorama, el Papa decidió renunciar al cargo tras recibir un informe ultrasecreto de 300 páginas, realizado por tres ancianos e intachables cardenales.
En el informe se describen las luchas internas por el poder y el dinero, así como el sistema de “chantajes” internos basados en debilidades sexuales, el llamado “lobby gay” del Vaticano.
Contrariamente a su costumbre, el Vaticano reaccionó el sábado con firmeza y denunció las “informaciones falsas, chismes y calumnias publicadas por la prensa, y aseguró que se trata de una maniobra para “condicionar” el Cónclave que elegirá al nuevo Papa.
Cien mil feligreses
El Ángelus fue pronunciado desde la ventana de su estudio privado en el palacio apostólico, como suele ser costumbre en los meses de verano, ya que en invierno se celebra en la sala Pablo VI, que puede reunir hasta 10,000 personas.
Según el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, más de 100 mil personas asistieron al saludo dominical, nada comparado con el gentío que congregaba su predecesor Juan Pablo II antes de morir en abril del 2005.
Como suele ser costumbre, Benedicto XVI se dirigió en varios idiomas a los peregrinos, entre ellos en español y concluyó con un sentido: “Estaremos siempre cerca”. Improvisando, el Papa bromeó sobre la meteorología, “donde apareció el sol” en Roma en contra de las previsiones que auguraban un día de lluvia.
“Es la última vez que lo podemos ver”, confesó enternecido Enrique Rubio, un estudiante español de 22 años quien se encuentra en Roma con el programa europeo Erasmus. “Al despedirse ha sido honesto, lo admiro. Ahora necesitamos un Papa como Juan Pablo II, que comunique con los jóvenes”, agregó.
Para muchos de los asistentes, la decisión de Benedicto XVI marcará la historia de la milenaria institución con 1,200 millones de católicos.
“Esta bendición es particularmente importante. El Papa es el icono del espíritu cristiano”, comentó el italiano Gianpaolo, de 33 años, quien viajó desde la ciudad de L'Aquila para asistir a ese momento.
El Papa envió también este domingo uno de sus últimos tuits: “En este momento particular, les pido que oren por mí y por la Iglesia, confío como siempre en la Providencia de Dios”.
Cientos de voluntarios ayudaron a los peregrinos y turistas venidos a esta histórica audiencia que coincide además con la celebración de elecciones legislativas claves en Italia.
El miércoles 27 de febrero, el Pontífice realizará su última audiencia general, que también se llevará a cabo en la Plaza de San Pedro.
Benedicto XVI partirá el día 28 en helicóptero hacia el palacio de Castelgandolfo, a 30 kilómetros de Roma, a las 5 de la tarde (10 de la mañana en El Salvador), y a las 8 de la noche se hará efectiva su renuncia al papado. Todos los actos del Papa previstos para después de ese día han sido anulados.
Según fuentes religiosas, perderá la sotana blanca aunque conservará el título de “Su Santidad Benedicto XVI”, su anillo será destruido, y dejará de ser infalible, el don que la Iglesia reserva sólo a los Papas en el campo de los dogmas.
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