Opinión /

El Top 5 de 2012


Miércoles, 19 de diciembre de 2012
Héctor Silva Ávalos

Recurro al listado de fin de año para ofrecer los cinco hechos políticos y tendencias que, a mi juicio, marcaron 2012 en El Salvador. La tregua pandillera, gestionada por el gabinete de Seguridad Pública que tomó posesión luego que la administración Funes sacara al FMLN de esa cartera, es, creo, el evento más relevante. De cerca ubico al reacomodo de los partidos políticos de cara a las presidenciales de 2014: el inconcluso quiebre histórico de la derecha, con la ARENA de Cristiani incapaz de terminar de reinventarse y la figura de Tony Saca socavando el sino tradicional del instrumento político de las élites, así como la revolución silenciosa de las FPL en el FMLN, nos dejan a las puertas de un escenario que puede revelarse inédito en nuestra historia política.

1. La tregua y el nuevo gabinete de seguridad.

La tregua pandillera, que hoy sabemos fue auspiciada y administrada desde el despacho del general David Munguía Payés a través de la gestión directa de Raúl Mijango, es sin duda la principal apuesta de política pública –aunque el Gobierno no lo reconoció así en un principio– de la administración Funes en el área de seguridad y fue, además, la primera y más relevante acción política del gabinete presidido por Munguía, que terminó de instalarse en el poder en febrero, con la llegada del general Francisco Salinas a la dirección de la PNC y el regreso de oficiales provenientes de los antiguos cuerpos de seguridad a puestos clave de dirección en la Policía.

La tregua ha generado un hecho incontestable: la reducción inédita de homicidios en El Salvador. Números más números menos, el país se acerca a cerrar el año con un 50% menos de asesinatos. Eso, por donde se le vea, es una buena noticia. Una gran noticia de la que no dudan en reclamar rédito político el ministro y el mismo Presidente. Y, a pesar de que los reportes sobre lo que sucede en los barrios en el marco de la tregua aún son escasos desde los medios de comunicación, lo que sabemos apunta a que los crímenes tradicionalmente atribuidos a las pandillas han disminuido; todos los delitos a excepción de la extorsión, que es el modelo de negocio ilícito en que las pandillas siguen basando su existencia financiera.

Las preguntas inconclusas, alimentadas por la poca claridad con que el ministro y el Gobierno explicaron la mediación oficial en la tregua, así como por el rol de los cuerpos de inteligencia del Estado y el Ejército en las negociaciones iniciales, siguen siendo la sostenibilidad de la tregua en el tiempo y las cesiones reales que hizo el Estado a un grupo de líderes que, sin menosprecio de su origen histórico ni de la complejidad reconocida del fenómeno social que son las pandillas, cumplen condenas por crímenes graves. Vamos para 10 meses de baja en los homicidios, lo cual puede ser una buena señal; pero también vamos para un escenario de comunidades santuario que, sin reglas claras y controles civiles e institucionales adecuados, puede ser una peligrosa extensión del pecado original del pacto, la poca transparencia. Una salida a esto puede ser, me parece, sacar a la fuerza pública (PNC, Ejército) de la gestión del segundo capítulo de la tregua para limpiar el proceso de la duda que esta aún genera y empoderar a los gobiernos locales a través de la mediación del Viceministerio de Justicia y Seguridad, un despacho que, si logra independencia absoluta de los generales, puede tomar la estafeta con bríos renovados para generar más credibilidad.

La tregua, además, se convirtió en el asunto único de discusión pública en torno al tema de seguridad. Nadie habla hoy, desde el Gobierno, de crimen organizado o narcotráfico, y la acción de la Policía en este tema es nula, excepción hecha de los últimos decomisos de cocaína (menos de una tonelada en total), que siguen siendo pírricos cuando se relacionan las cantidades decomisadas con el monto anual de droga que pasa por el país (11 toneladas en 2011 según Estados Unidos).

En esto, sin duda, la acción policial previa a los cambios en el gabinete de seguridad fue, o intentó ser, más agresiva en la persecución a estructuras importantes de narcotráfico como el Cartel de Texis. En este tema se habla, en la Policía, de un reacomodo en la División Antinarcotráfico, pero más allá de las versiones del posible regreso de oficiales cuestionados como el Comisionado Godofredo Miranda junto al Insepctor Darwin Serrano Lemus, de alias Makey (envié hace tres semanas tres solicitudes por escrito al director de la PNC y al jefe de la DAN para discutir los reacomodos en la División, pero nunca me contestaron), las autoridades no han explicado si, en realidad, investigarán a bandas como Texis, Los Perrones y otras que controlan el tráfico de drogas a través de la penetración política en El Salvador.

2. El mapa político

2012 termina con la fórmula presidencial del FMLN ya consolidada, con Tony Saca en plena campaña para el lanzamiento de su candidatura de tercera fuerza y con ARENA aún pendiente de definir a su candidato a la vicepresidencia. En los encuestas, cifras más cifras menos, es apreciable que Norman Quijano se mantiene en el tope de la preferencia, a pesar de su estancamiento, pero también la falta de arraigo de la fórmula efemelenista más allá de su voto duro. Es muy temprano, sí, pero más que de pronóstico, estos datos sirven para reflexionar un poco sobre dos ejes: el agotamiento inminente de la mecánica política bipolar de la posguerra, de la que Saca y Funes son parte no alternativa, y la necesidad de un recambio generacional, no de individuos sino de ideas, en el mapa nacional. Uno por uno.

- El Frente. Tras la debacle en la elección de 2012, sobre todo en el terreno municipal, las FPL de Salvador Sánchez Cerén y Oscar Ortiz consolidaron un avance importante que les ha permitido, por ahora, hacer valer su agenda frente al Partido Comunista de José Luis Merino y Sigfrido Reyes. La nominación del alcalde de Santa Tecla -otrora vetado por el PC- como compañero de fórmula de “Leonel” es acaso el último episodio de una revolución silenciosa que puede desembocar en un nuevo esquema de balances políticos en el partido en el gobierno: puede ser que “Ramiro” no controle del todo a la Comisión Política ya, y que su influencia en la fórmula y la campaña sea muy poca, pero él y el PC siguen siendo los dueños de la chequera y eso, según se reconoce ampliamente dentro del Frente, sigue siendo vital. Este escenario, de supervivencia si se quiere tras el pobre resultado electoral de las municipales, terminará de perfilarse a lo largo del próximo año y dependerá, como casi siempre, del desempeño de la fórmula en las encuestas y, por supuesto, del resultado de 2014. Si el Frente pierde esa elección, la revolución silenciosa de las FPL podría, al final, convertirse en un estruendo inédito pero tardío.

- ARENA. El partido tradicional de la derecha, o de la derecha tradicional, logró alcanzar los mínimos en la legislativa al ampliar su bancada, y tuvo un soplo importante de vitalidad al colocar a Quijano como el contendiente a vencer en 2014. Eso es, sin embargo, solo es la fachada. Por dentro, el COENA sigue debatiéndose en lo táctico y lo estratégico. Lo primero pasa, al parecer, por un solo asunto: Tony Saca; lo segundo, más complejo, por una redefinición de la narrativa política que permita al partido ser atractivo para una generación de votantes a los que ya el himno de la América inmortal no dice nada y que tampoco ven en la narrativa anti (FMLN, Tony Saca, Funes, pacto fiscal) un hilo conductor atractivo. La debilidad ideológica y programática de esta derecha es, si cabe, la que ha alimentado la fachada de moderación que Saca quiere vender o los embates más radicales de, por ejemplo, las gremiales privadas. La discusión estratégica, sin embargo, aparece alienada al tema que más preocupa a ARENA: la operatividad política del hijo expulsado, Saca, cuya potencial candidatura podría lastimar la de Quijano y cuya alianza con la Casa Presidencial de Funes y el FMLN legislativo ha vuelto a los areneros irrelevantes en la perspectiva de la práctica política actual en El Salvador.

- La tercera vía. Lo correcto, aquí, es hablar de las fuerzas políticas reales que gravitan en torno al espacio electoral que dejan los votos duros de ARENA y FMLN, el mismo que Mauricio Funes aprovechó bien para convertirse en presidente de la república. Y eso es lo primero que queda claro: a diferencia de la tercera vía europea, sustentada en la gravitación programática hacia el centro en la discusión sobre el modelo de Estado, esta es una vía llana y puramente electoral, que puede cobijar ideologías dispares o incluso existir sin un programa definido. Las dos figuras más visibles son, por supuesto, el ex presidente Saca, quien ya aparece en precampaña electoral izando las banderas del consenso y la moderación y rezando en iglesias, gracias a su saludable presencia en las encuestas, y el presidente Funes, quien cada vez en forma más pública apuesta por la idea. A la base de esta alianza, que dio al presidente un margen decente de gobernabilidad pero también marcó la agenda política de su presidencia desde la crisis de poderes de julio-agosto y la formalización del bloque legislativo en la Asamblea, está la fracción de GANA y la cercanía de Casa Presidencial a asesores y grupos de poder creados durante el quinquenio pasado. Puede ser, al final, que el experimento electoral sea irrelevante y que ARENA y Frente terminen dirimiendo entre ellos, pero ya, incluso antes del lanzamiento oficial de Saca, esta tercera vía a la salvadoreña marcó de forma importante el carácter de la primera presidencia de la izquierda y la agenda táctica de la derecha política.

3. La crisis de poderes

Hace poco, en un conversatorio sobre política salvadoreña en Washington, opiné que lo que nos ha salvado muchas veces del desastre político en El Salvador es el sentido de civilidad que heredamos del Acuerdo de Paz. Cuando Mario Belloso mató a dos policías, cuando la ARENA de Francisco Flores primero y la de Tony Saca después bregaron, como lo hizo el bloque este año pero con menos revuelo, por someter a los poderes judicial y Legislativo al Ejecutivo –las CSJ de Domingo Méndez fue, sin duda, mejor que lo que hubiese sido una corte de Gutiérrez Castro–, cuando los poderes tradicionales de la derecha radical intentaron contaminar el proceso de paz, cuando la izquierda menos inteligente y más revanchista quiso apoderarse de la Sala de lo Constitucional de mala manera, mi impresión es que logramos salvar, por poco, la institucionalidad gracias a ese resplandor de civilidad: los resultados finales de estos procesos políticos no fueron nunca los óptimos, pero tampoco fueron los peores. En síntesis, un incipiente, tímido, pero funcional sistema de balances y contrabalances ha sido suficiente para mantener nuestro proceso vivo a pesar de retrocesos, como la militarización de la seguridad pública, y deudas no pagadas, como la impunidad y la corrupción de nuestra política.

Cuando en julio-agosto de 2012 la izquierda cayó en la tentación de repetir el guión antidemocrático de supresión de la independencia de poderes que había practicado antes la derecha, el país perdió, además de tiempo, la oportunidad histórica de avanzar un peldaño en esa materia, y en términos prácticos desincentivó a una Sala de lo Constitucional que, por decir lo menos, había entrado a conocer y resolver sobre temas espinosos pero necesarios; baste decir que desde el fin de ese episodio y la elección de Salomón Padilla como presidente del Judicial, la Sala y la Corte han vuelto a un estadio de irrelevancia.

En el exterior, el episodio también tuvo eco gracias, primero, al lobby interesado de la derecha, que intentó arropar, con el argumento de que la independencia es buena si me favorece pero innecesaria si no, su propia lista de intereses, pero también a la respuesta más bien torpe de la izquierda. Al final, en términos prácticos, los dos lobbys obtuvieron apenas victorias efímeras, pero la democracia perdió un round importante.

4. El estancamiento económico y la crisis fiscal

El Salvador fue el país que menos creció en la región. Las perspectivas para 2013 no son buenas. La productividad y la actividad económica están postradas desde hace un buen rato y la pobreza viene ganando terreno desde hace más de una década. El modelo de financiamiento del Estado, que aparecía agotado mucho antes de los dos últimos quinquenios, no da más de sí; es inviable. A esta administración le tocaba, era evidente desde el 1 de junio de 2009, intentar construir un dique fiscal para corregir el rumbo con un timonazo que se preveía, ya entonces, doloroso pero necesario. La primera acción de Funes fue el stand-by con el FMI, bajo condición contractual de corregir el déficit fiscal a más tardar este año, lo cual, de entrada, implicaba mucha cintura política para negociar, sobre todo, con un espectro privado por demás intransigente en el tema impositivo, pero también para confeccionar un plan de acción económica que, en realidad, nunca existió más allá de programas sociales indispensables pero insuficientes. Y el problema es que la administración, por obra propia pero también por el bloqueo político de la oposición encarnada por las gremiales, nunca tuvo la cintura política necesaria.

A final de 2012, con las multilaterales apostando por más impuestos y austeridad y sin un pacto fiscal a la vista, el Ejecutivo enfrentó sus primeros problemas serios de caja chica. Y es previsible que 2013 sea un año peor en este sentido, por su cualidad electoral, por lo que, por imposición coyuntural más que otra cosa, todo apunta a que el próximo año la administración Funes deberá ocupar lo último que le quede de capital político, no mucho ya, para negociar una salida. Muy difícil.

5. La reelección de Obama en Estados Unidos y la reforma migratoria

Comenté con algunos colegas qué les parecía incluir la reelección de Barack Obama en la lista. A todos, sin excepción, les pareció una mala idea. Pero insistiré, por una sola razón: que Obama haya mantenido la presidencia en Estados Unidos puede significar que exista, en Washington, un intento de discusión sobre una reforma migratoria integral, y, dada la indiscutible relevancia económica de las comunidades de salvadoreños que aquí viven, el resultado de esa discusión y el impacto en esas comunidades migrantes puede ser trascendental para nuestra pequeña metrópolis.

En la práctica los efectos reales que la reforma tenga en El Salvador, si es que se da, dependerán del tipo de medidas que el congreso termine aprobando, pero desde ya es obvio que el fervor antiinmigrante ha cedido, sobre todo en el plano local, lo cual suele eliminar barreras para la inversión salvadoreña en esas economías locales y abrir nuevos espacios de estabilidad familiar. En un ambiente menos turbulento, además, es previsible que los capitales salvadoreños aquí establecidos, desde los familiares hasta los de empresarios medianos, se preocupen por buscar oportunidades de inversión en El Salvador.
Desde un sentido menos estructural, el impacto político generado por la permanencia de los demócratas al frente de la Casa Blanca y del Senado en Washington es relevante para Centro América porque hace más previsibles las aproximaciones del poder político estadounidense a los procesos internos en Centroamérica y, en nuestro caso, a la presidencial de 2014.

* Escritor. Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de la American University en Washington y miembro del Consejo Asesor del Center for Democracy in the Americas.

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