Opinión /

A limpiar la Asamblea


Lunes, 4 de junio de 2012
El Faro

La captura y posterior entrega del diputado Rodrigo Samayoa a la Asamblea Legislativa abre un nuevo capítulo en el descrédito que continúa acumulando ese órgano del Estado.  La Asamblea tendrá que determinar si le retira el fuero a Samayoa para que la justicia común le juzgue por violencia intrafamiliar; pero el desprestigio del poder legislativo es tan grande que ello sería insuficiente. Porque lo que este caso vuelve a poner sobre la mesa es mucho más trascendente que la suerte de un hombre que ya ha demostrado su falta de control y poca idoneidad para ocupar cargos de representación pública. 

Este caso ha vuelto a provocar muestras de la indignación ciudadana ante la prepotencia, la impunidad y el descaro del sistema político salvadoreño; y expresiones de la urgencia de contar con mejores hombres y mujeres, más dignos y honrados, en la función pública. 

Pero los partidos nunca han respondido a estas demandas. Basta ver los casos denunciados y la nula reacción de los partidos y de las fracciones legislativas para reiterar el descaro del sistema: diputados que se apropiaron de tierras del Estado destinadas a campesinos pobres; diputados que han cobrado doble salario en las instituciones del Estado y que continúan protegidos por su partido; un diputado que baleó ebrio a una policía y evadió la justicia a cambio de los votos para la ley de dolarización; diputados que fabrican leyes para favorecer a sus clientes o a sus propios negocios; diputados que cobran viáticos por misiones a las que no asisten; diputados que contratan a sus hijos como asesores con dinero público; diputados que no asisten a su trabajo; diputados que compran votos; diputados que venden votos; diputados señalados por vínculos con el crimen organizado; diputados corruptos; diputados que llegan ebrios a la Asamblea; diputados con un estilo de vida que no es congruente con sus ingresos oficiales. 

Ningún partido ha hecho nada por depurar sus filas y por evitar que este tipo de personas sigan representándolos. Representándonos. Apenas levantan el dedo contra los rivales políticos o contra quienes consideran traidores; pero nunca denuncian, nunca dan ejemplo, nunca les ha preocupado dignificar la política. Por el contrario, parecen esforzarse por sacar del sistema a los que no se prestan a su juego y que tienen una hoja de vida mucho más limpia, como es el caso hoy de los magistrados de la Sala de lo Constitucional a los que todos los partidos se han empeñado en restar poder. 

El presidente Funes dijo en su tercer informe que El Salvador vive hoy un intenso debate político que prueba que vivimos en un país más democrático. Lamentablemente, los debates y los intercambios no tienen siempre como objetivo plantear diferentes visiones sobre cómo construir un mejor país. Son más el resultado del enfrentamiento de intereses mezquinos, de ganguerismos, del abuso del sistema. Los mejores salvadoreños, aquellos con un claro sentido de la honra, con capacidad, con espíritu de sacrificio, con dignidad y voluntad de transformar el país, esos se ven opacados por aquellos que desacreditan el sistema político, y que son a los que el propio sistema político protege y encumbra. Ahora son los líderes de los partidos los que deben responder. Hay que limpiar la Asamblea.

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