El Ágora /

Cultura: muerte sin fin

Ante la renuncia de Luis Alvarenga como director de la Revista Cultura, Miguel Huezo Mixco reconfirma un diagnóstico que expresó hace siete años cuando se barajó la posibilidad de que la revista desapareciera. Hoy vuelve a a recomendar el mismo tratamiento.

Viernes, 15 de junio de 2012
Miguel Huezo Mixco
 *

“De la polémica sobre la revista ’Cultura’, lo más importante que sabemos es que se va a renovar”. Esta frase llena de convicción la escribió Manlio Argueta el 16 de junio de 2005. Fue parte de un mensaje que el novelista hizo circular por Internet. Yo había hecho pública mi opinión de que dejáramos morir en paz a la momificada revista. Aquellos sucesos han revivido en mi memoria cuando me enteré, la semana pasada, de la renuncia del poeta Luis Alvarenga a la dirección de “Cultura”.

Las cosas ocurrieron hace siete años, por estas mismas fechas. Circulaba el rumor de que la revista estaba a punto de cerrarse. Mi posición, como dije, fue a favor de que se le practicara la eutanasia. A continuación se produjo un pertinaz intercambio de correos, firmados y reenviados por algunas figuras respetadas en el mundillo cultural salvadoreño, creando una fuerte corriente de apoyo a favor de que la revista siguiera publicándose. Se barajaron todo tipo de propuestas. Algunos ofrecieron sus talentos para auspiciar la resurrección de la legendaria publicación. Los  más audaces demandaron que la revista pasara a control directo de los artistas, y hasta una escuela privada de comunicaciones ofreció fondos y apoyo creativo para este fin. De haber existido Twitter aquello habría sido un “local trends”.

Los artistas mostraron un entusiasmo y actividad fuera de lo común. Se habló de un milagro. Carlos Cañas-Dinarte escribió que la revista era “solo una bandera, un símbolo” del descontento en el sector cultural. La jornada tuvo como un punto culminante una memorable reunión en la que un grupo de escritores, artistas, fotógrafos y diseñadores acordaron solicitar que las autoridades culturales del momento entregaran la revista al sector cultural.

La petición no fructificó. La presidencia de la extinta Concultura decidió dejar a la revista en su respirador artificial y nombró a un nuevo director. El 16 de junio de 2005, unos pocos días antes de su nombramiento al frente de “Cultura”, Luis Alvarenga, escribió: 'Que el milagro sea posible (...) pasa por la necesaria evaluación de las fallas y de las carencias'.

Pasaron siete años. El milagro no se produjo. Asistimos al extraño fenómeno de una revista que no se renueva... ni muere. En términos clínicos es el equivalente a una larga agonía.

¿Por qué digo que el milagro no se hizo? Unos días atrás he intercambiado mensajes con un grupo de poetas, artistas visuales, académicos, gestores culturales, de dentro y fuera del país, jóvenes y no tan jóvenes, salvadoreños todos y todas, preguntándoles si en el último año han recibido la revista, y si la han leído. Sus respuestas no me sorprenden. Ninguno de ellos la ha recibido, salvo cuando alguno ha participado en la publicación. Para los que residen en el exterior la cosa es más complicada. Una académica que ejerce en Estados Unidos la compra religiosamente cuando viene al país, y un historiador que vive en Europa no sabe nada de ella desde hace dos años. 

¿Quién está leyendo la revista? Difícil saberlo. Mi presunción es que una buena parte se distribuye al interior mismo de la Secretaría de Cultura y sus dependencias, y que otra se coloca en puntos de venta. ¿Cuántas personas la adquieren? Las autoridades competentes debieran ayudarnos a despejar las dudas. 

Como la mayoría de mis entrevistados, yo tampoco recibo ni compro la revista. Para escribir este artículo solicité a la DPI los números de la revista publicados en los dos últimos años. La revista parece de otro siglo. Comenzando por el diseño. “Cultura” está más cerca de ser un anticuado anuario universitario, con algunas pinceladas artísticas. No edita: compila. No cura: agrega. Como de otra era: ni siquiera está en Internet.

Mi conclusión es que, como hace siete años, o más, la revista sigue siendo irrelevante para la vida cultural del país. 

El nacimiento de “Cultura” fue resultado de un proyecto cultural y editorial. Murió a medida que fueron falleciendo, o haciéndose viejitos, aquel grupo de geniales Claudia Lars, Manuel Andino, Alfonso Orantes, Hugo Lindo, Ricardo Trigueros de León, entre otros. 

Hace siete años propuse realizarle una piadosa eutanasia. Me encontré solo. La mayoría se inclinó por mantenerla entubada, en un respirador artificial, confiando en que de pronto despertaría de su letargo, lúcida y moderna. Nada de eso ha pasado. 

¿Por qué no puede desaparecer “Cultura”? Numerosas buenas revistas han desaparecido en todas partes una vez se extinguen la vitalidad humana y las condiciones sociales y culturales que las hicieron posibles. Los ejemplos abundan. 

Pero esto quizás sea demasiado pedir en un país donde, paradoja, “Cultura” es la publicación cultural más importante... por “default”. A veces he pensado que quizás la revista es solo el resultado de lo que es capaz de producir el belicoso y autocomplaciente sector cultural salvadoreño. Pero veo ideas e iniciativas novedosas, converso con autores y artistas, veo y leo sus obras, y me desdigo.

No dudo de que “Cultura”, inclusive tal y como se publica ahora, tendrá valor para los investigadores del futuro interesados en encontrar los rastros dejados por los creadores e intelectuales en medio de esta época de cinismo y desencanto. Pero esa posibilidad futura no debiera hacernos abandonar la idea de que una mejor revista es posible, no para el mañana, sino para el ahora. 

Una buena revista es la suma de muchas cosas. De talentos, de recursos y visión. No hay buenas revistas sin visionarios. Puede haber ideas frescas, pero si no se les asignan recursos, ni se propician espacios para la innovación y la disensión, solo se conseguirá prolongar el coma de “Cultura”. Del mismo modo, es deseable que el director perciba un salario decente por su trabajo. Su Consejo Editorial no debiera estar integrado por funcionarios de la Secretaría de  Cultura, aún si se trata de personas talentosas. Sería un mal comienzo y una mala señal para un sector tan diverso como el cultural. 

Luis Alvarenga hizo su trabajo. Mantuvo viva a la muerta. Pronto sabremos quién será su relevo en la Unidad de Cuidados Intensivos. Le deseo la mejor de las suertes. Muchos artistas e intelectuales aseguran que una revista refrescante, hecha con buen gusto, que provoque y se vuelva relevante, es posible... Pero hasta ahora las evidencias nos señalan lo contrario. 


* Miguel Huezo Mixco es escritor. Coautor del blog Talpajocote

Leer también:

¿Por qué no dejamos morir a la revista “CULTURA”? , de Miguel Huezo Mixco (Junio 2005)

Cuidado: No bajar por las ramas, de Manlio Argueta (Junio 2005)

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.