'Ese sinvergüenza hay que meterlo preso, no dejarlo que vaya a la casa. Hizo mucho daño a su país, desapareció a un tío mío. Mi hijo pequeño no sabe de eso, pero le cuento porque Panamá no debe olvidar', dijo a la AFP Armodio Villarreal, de 56 años, cuya casa está justo al otro lado de la calle que bordea la pista del aeropuerto internacional de Tocumen.
Custodiado por policías, el anciano general de 77 años embarcó temprano en un vuelo de la compañía Iberia desde el aeropuerto parisino de Orly, y tras hacer escala en Madrid abordó otro vuelo que se espera llegue a Panamá hacia las 18H20 locales (23H20 GMT), 50 minutos después de lo inicialmente previsto.
'Queremos que se cumpla la ley, que se aplique la sentencia. Los panameños tenemos 22 años de tener morosa la justicia', dijo Roberto Brenes, uno de los líderes de la Cruzada Civilista, movimiento que organizó las protestas contra el régimen en los años 80.
Pero otros, como en un domingo normal por estas fechas del año, abarrotaban los centros comerciales en busca de regalos panameños y aprovechaban para almorzar en restaurantes, y calles como la 'Avenida Central', una especie de bazar callejero.
'Hay dos bandos: los que lo adversan y quieren que pague en Panamá sus condenas y los que piensan que ya pagó y de alguna manera lo defienden. Pero la mayoría no están ni en uno ni en otro grupo, sino que están más preocupados por otros problemas del país', dijo Mirna, una jubilada, de compras en un centro comercial.
La indiferencia es más notoria en los jóvenes. 'Sólo interesa a un sector, los más afectados de aquella época porque perdieron a algún familiar. Pero la mayoría somos jóvenes y muy poco se sabe de Noriega', dijo a la AFP Florentino Ábrego, de 28 años, un vendedor de dulces de una famosa cadena de restaurantes en el país.
'Él ya pagó sus condenas. Lo que queda de él mejor que pague su condena en casa. Ya Dios se encargará de él. La gente ahora mismo está pensando más en comprar o pintar sus casas para Navidad que en la llegada de Noriega', dijo a la AFP Evidelio Serrano, un taxista de 51 años.
El ex dictador se entregó a las tropas estadounidenses el 3 de enero de 1990, tras el inicio el 20 de diciembre de 1989 de una cruenta invasión en la que murieron miles de personas -nunca se conoció la cifra exacta-.
'Su venida tiene que servir para cerrar esa página de su historia. Ya pasaron más de 20 años y ese capítulo tiene que cerrarse. Los medios le están dando más bombo del que realmente tiene el regreso de Noriega', dijo Félix Gómez, mientras apuraba sus compras.
A Gerald Thomas, un vendedor de periódicos en el sector de El Dorado, de 22 años, la llegada de Noriega le ha traído beneficios debido a que se han disprado la venta de los periódicos.
'Normalmente un domingo normal vendo 200 periódicos. Hoy he vendido más de 500. Yo sí creo que la gente está más pendiente de la llegada de Noriega que de otros problemas que nos afectan. La gente no lo quiere porque hizo muchas maldades', exclamó.
En lo que coinciden muchos es en responsabilizar a Noriega por la invasión estadounidense que lo derrocó el 20 de diciembre de 1989.
El presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, afirmó este domingo que Noriega irá directo del aeropueto a la cárcel de El Renacer, en las afueras de la capital, 'sin privilegios', aunque depende de la justicia si, por tener más de 70 años, le da casa por cárcel.