El Ágora /

'Al que no le guste el torogoz es un enfermo'

Su primer trabajo fue a bordo del tren que salía de madrugada en la estación de Ciudad Delgado, allá por los años 40. “Barré bien para no quedarte como barredor”, le dijo un antiguo ferrocarrilero, y hoy, a sus casi 80 años, él  repite esa y otras frases como axiomas de una vida que considera exitosa. Este es el fundador de la empresa Torogoz: el señor Torogoz.

Domingo, 13 de marzo de 2011
Mauro Arias, Patricia Carías y Gabriel Labrador

 

Óscar Panameño. Foto Mauro Arias
Óscar Panameño. Foto Mauro Arias

Sabemos que usted donó el monumento del redondel. ¿Qué otros monumentos ha hecho?

Bueno, hemos hecho la Asunción de Raza que está en Sonsonate. Acabamos de mandar uno del indio Atonal que mide tres metros, y hemos hecho el del Cuerpo de Bomberos, el Cristo Resucitado de una iglesia que está en Santa Tecla... Muy bonito, por cierto, muy bonito, muy bonito. Hemos hecho monumentos pero más que todo de exportación para Puerto Rico y República Dominicana. En este país, para la época de los Juegos Panamericanos, hicimos los manatí al igual que todos los reconocimientos que se dieron.

Cuéntenos la historia de esos torogoces del redondel. ¿El alcalde le llamó? ¿Usted se lo propuso? Porque le diré que hay gente a la que no le gustan... Quisiéramos que usted los defendiera un poco.

Es primera vez que lo escucho. ¿Que hay una persona a la que no le gusta el pajarito?

Es que ahí había un gran conacaste y se reemplazó por un árbol artificial de ramas cortadas y con pájaros artificiales...

Pero, esperate…

Parece un argumento válido el de esa gente.

Pero es que ahí había una ceiba. ¿O no era ceiba?

No, era un conacaste.

Se miraba frondoso pero por dentro era un cacaste. A mí me pasó lo mismo. Hace diez años yo era el tipo más entusiasta, más dinámico y tuve un infarto. Me operaron de corazón abierto en Estados Unidos y nadie sabía que yo estaba malo del corazón. Lo mismo le pasó al arbolito ese: él se cayó, se pudrió y se cayó, y pasó mucho tiempo sin que nadie hiciera nada. El alcalde que tenemos, ustedes saben que su mayor ilusión es embellecer la ciudad, y me pidió que pusiéramos unos torogoces y me gustó la idea.

¿Y le pagaron por eso?

No, fue una donación, pero eso no importa. Y sobre eso de que hay gente que dice que por poner un torogoz botaron un árbol, no es así, no es así. El árbol se cayó y con el tiempo no hallaban que hacer. Vino el alcalde…

La anterior alcaldesa también sembró una ceiba.

No, eso no.

Era una pequeñita.

Ahh, es cierto, bueno, pero se trasladó a un lugar donde sí tenía que estar. Mire, usted nunca va a quedar bien con la gente. Pero que alguien diga que no le gusta el torogoz, ¡para mí es un enfermo!

Ja, ja, ja.

Sí , porque un pájaro tan bello debe gustar. Es como si hubiese alguien que dijera que el quetzal es un pájaro feo...

Mire, ¿y su papá también trabajó en el ferrocarril?

Ahí está (señala una pintura cruzando el salón). Mi papá sí era ferrocarrilero nada más. Él era el que barría los trenes, los coches. A ellos les llamaban mozos de servicio.

Mi abuelo también trabajó en los ferrocarriles por mucho tiempo. ¿Es cierto que el ferrocarril tiene una magia?

Lo que pasa es que antes, antes, el medio de transporte era sobre hierro, no era como hoy en día que es sobre hule. No había vehículos, todo mundo se transportaba por el ferrocarril, después vinieron los famosos tranvías... Tal vez ustedes tienen recuerdos de tranvías.

Fotos he visto, unos que halaban unas mulas. ¡Pobres mulas!

… ¿Por qué?

No sé, todo el día estar halando un montón de gente.

¿Y no todos hacemos algo pues? Usted pasa todo el día trabajando.

Sí, más o menos.

¿Entonces, pues?

Ja, ja, ja.

En aquel entonces, el que estaba en el ferrocarril se sentía sumamente orgulloso: ¡Ser ferrocarrilero! Yo trabajé en Sonsonate y ahí la industria más generadora de trabajo y de empleo era el ferrocarril. Era una tradición: los hijos de los ferrocarrileros terminaban trabajando igual. Era bien bonito, sinceramente, y bien distraído andar en los trenes.

Pero en Sonsonate el tren decayó por la falta de inversión, quizás lo comenzaron a ver como obsoleto.

El trayecto del tren duraba cuatro horas casi. ¿Qué sucedió? Vayan ustedes por el lado de Sonsonate o Santa Ana y van a ver que a la par de la línea del tren está la carretera. ¿Qué iba a poder competir el tren con una camioneta o un bus, y máxime como los buses de hoy que corren a velocidades de 120 o 130 kilómetros y matan personas en cantidades por eso mismo? ¿Qué podía competir el tren con los buses? Y más a la par. En el bus se hacía una hora y media. El tren iba parando cada estación, cada estación...

Pero era más barato. Igual al de ahora que va para…

Soyapango.

Exacto. Diez centavos de dólar cuesta. ¿Usted no ha sentido nostalgia de volver a subirse en un tren?

Sí he andado en tren.

¿Últimamente?

Podría decir que sí, en Europa. ¡Y no se puede imaginar usted! Trenes que llevan sus comedores y tantas cosas y a tan alta velocidad... Trenes eléctricos a 200 o 300 millas por hora. Tuve la oportunidad de viajar en uno de Luxemburgo a Holanda: Un lujo, ¿va? Comparados con los de aquí que… Y lo que ustedes no saben es que el tren avanzaba por medio de leña.

¿Y no dicen que fue por eso que se acabaron los bosques de acá?

No.

¿Parte?

Los bosques aquí se acabaron por todos. Todas las quemas de ladrillo de obra que son a base de leña, ¿no? La gente pobre cocina a base de leña.

Pero es un poco más tragoncito el tren, ¿no?

Sí pero no es para que se acaben los bosques. Todos los salvadoreños nos acabamos los bosques. Está bien que se bote un árbol, lo malo es que no sembramos el árbol. Es que usted me tocó un tema que es bien difícil. El mundo hoy en día está pasando una situación difícil: un recalentamiento de la tierra que ya lo estamos viendo nosotros. Quienes van a sufrir van a ser los herederos, los nietos, las nuevas generaciones. ¿Por qué? Por la industrialización que hay en los países que se han tirado a hacer humo, a contaminar. ¡Claro que somos responsables todos por no haber cuidado los bosques! ¿Qué es lo que pasó en Brasil? En Brasil, una tan sola persona botó el área equivalente a nuestro país en bosque.

¿Del Amazonas?

Del Amazonas. Un escándalo porque lo consideran un patrimonio mundial, porque es un pulmón que todavía existe en el mundo. Y si todos quisiéramos convertir esa madera en industria este mundo se acaba más rápido.

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