Opinión /

La importancia de consumir cafés salvadoreños

Tenemos uno de los mejores cafés del mundo. ¿Por qué entonces ir a buscar afuera lo que tenemos acá? Yo siempre digo y siempre diré que yo no consumo café salvadoreño solamente porque es salvadoreño. Consumo café salvadoreño porque es el mejor. Punto.

Miércoles, 15 de diciembre de 2010
Benoit Gravel, propietario de Ben´s Coffee

El tema de las tiendas de café está de moda. Atestiguamos con regularidad el lanzamiento de nuevas marcas y, con cada una de ellas, supuestas características propias. Los medios de comunicación dan bastante exposición al fenómeno. A menudo me preguntan si pienso que se trata de una moda pasajera. Y mi respuesta es que no. En otros mercados del mundo, los coffee shops tienen centenares de años de existir y aun así, dicho sector sigue experimentando crecimiento. Si bien esas tiendas sirven para proporcionar a sus visitantes el más delicioso de los néctares aromático del mundo -el café-, también se trata de un punto de encuentro para socializar. Y socializar nunca pasará de moda. Con todo eso, ¿qué importancia tienen los coffee shops? ¿Cuál es su rol acá en El Salvador?

El primer elemento de respuesta reside en lo que somos y, pues, somos un país cafetalero. Hay países petroleros, donde dicho recurso orienta las políticas de desarrollo estratégico nacional. Pues en el caso de nosotros es el café. A pesar de las gigantescas dificultades que vivió el sector en los últimos años, debemos entender que el sector cafetalero salvadoreño es uno de los pilares fundamentales de la agricultura de nuestro país, siendo responsable del 12% de la producción agraria. Todavía representa cerca del 8% de nuestras exportaciones y 2% de nuestro PIB, además de proveer más de 100 mil empleos al país.

Por lo tanto, estamos hablando de un producto que tiene mucho peso en cuanto al desarrollo de nuestro país. Y eso que lo hemos maltratado por décadas. Hace años que El Salvador carece de una real, profunda y poderosa política de desarrollo del parque cafetalero nacional. Eso impacta en la decadencia lenta pero segura del sector si nada se hace. Otro problema -o, mejor dicho, reto- mayor para el sector cafetalero salvadoreño consiste en la forma en la cual tratamos el producto café. Lo que queremos o debemos hacer es buscarle mayor provecho. Cuando un país tiene un recurso de esta importancia, debe encontrar la forma de maximizar su impacto para generar más desarrollo y prosperidad.

Por el momento, el volumen más grande de la cosecha nacional se exporta. Exportar café es una muy buena cosa en sí. Pero sería todavía mejor si pudiéramos transformarlo. En nuestro sistema, el concepto que define la maximización del potencial económico vía la transformación de los bienes y servicios se llama “valor agregado”. Es ese concepto el que asegura la riqueza de las naciones. El concepto de valor agregado es sencillo. Estipula que un producto primario adquiere valor cada vez que experimenta una transformación. Por lo tanto, aplicado al producto café, eso quisiera decir que en lugar de sólo exportarlo, deberíamos transformar en producto final, y así generar más prosperidad.

Existen cuatros soluciones principales para conseguir dicho resultado. La primera consistiría en exportar el café tostado y molido. Se complica un poco porque el café expresa su máxima calidad cuando está recién tostado, molido y preparado. La oferta de café ya tostado y molido es poco atractiva en los mercados consumidores de cafés de calidad, que son los que más pagan para conseguir el producto.

La segunda opción sería abrir una planta de torrefacción de café en los mercados de destino de las exportaciones. Así, además de exportar la materia prima, podríamos vender café frescamente tostado y repatriar acá en El Salvador, las grandes ganancias. De algunas formas, es lo que hacen todas las franquicias americanas de fast-food acá. Explotan nuestro mercado, pero siempre se manda parte de la ganancia allá. Podríamos utilizar la misma fórmula aplicándola a nuestro sector café. En este caso, seríamos exportadores de café en El Salvador e importadores, transformadores y comercializadores en el país de destino.

La tercera opción consistiría en utilizar el café como insumo a la producción de otros productos, como dulces, bebidas, alimentos, fertilizantes, etcétera. Eso implicaría una logística completamente nueva, pues el café sería insumo de otro producto, por lo que la empresa productora tendría que desarrollar una estructura de producción y comercialización completamente independiente al sector tradicional cafetalero.

Finalmente, la cuarta opción, y posiblemente la más importante y la más interesante, consiste en utilizar, tostar, preparar, servir y comercializar acá el grano de oro salvadoreño. En otras palabras, vender aquí mismo el grano salvadoreño, taza por taza si fuera posible. Es el concepto de coffee shop. De esta forma estaríamos empoderando la cadena de nuestro importantísimo recurso natural: el café. Conseguiríamos valor agregado a todos los niveles, multiplicando los beneficios para nuestra sociedad, creando más empleos y riquezas con el mismo producto. Ya no sería exportar materia prima solamente, sino que la estaríamos transformando para darle más valor. Estaríamos alargando la vida económica útil del producto café en su máxima expresión.

Para que nuestra nación prospere, tenemos -siempre que se pueda- que producir, transformar y consumir lo nuestro. Tenemos que ser, ante todo, los propios consumidores de nuestros productos, y así creamos nuestro mercado. Podríamos entonces apostar sobre un mayor desarrollo interno, y en el caso del café, crear un medio escudo contra las especulaciones del precio en el mercado internacional del café. Mientras más café pudiéramos transformar y comercializar acá, menos necesidad de exportar hubiera, menos dependencia de los precios internacionales tendríamos.

En El Salvador, el rol de las tiendas de café no debe ser puramente mercantil. No se trata únicamente de vender una bebida de café, sea cual sea la marca que la proponga. El papel del coffee shop es el de asegurar la continuidad de la cadena productiva que proviene del sector cafetalero. Es potencializar nuestros volcanes y nuestras tierras, que a menudo quedan ociosas o lotificadas sin volverse productivas. El verdadero rol de los coffee shops en El Salvador consiste en asegurar la creación de valor agregado alrededor de nuestro recurso natural más importante.

Por otro lado, el café es nuestra identidad. ¿Quién de ustedes no tiene o ha tenido familiares que han tenido que ver con café? Consumir cafés salvadoreños es expresar su orgullo. Es hablar y cantar la alegría de un pueblo. Es ser independiente. Tomarse una taza del aromático cuscatleco es honrar a los fundadores de nuestro país, es reconocer los esfuerzos de miles de los nuestros que han trabajado los volcanes con pasión y labor. Es ser salvadoreño. Un país no debe negociar su identidad. Si queremos tener éxito en el concierto de las naciones, tenemos que empezar teniendo orgullo de lo que somos. ¡Y qué mejor que hacerlo con uno de los mejores productos del mundo que casualmente producimos nosotros!

Finalmente, es importante consumir cafés salvadoreños porque nosotros también merecemos lo mejor. Nosotros también merecemos deleitarnos con una taza de un café de excelente calidad. Pero a veces vamos a buscar lejos lo que tenemos sobre la nariz. Es el caso de nuestro café. Tenemos uno de los mejores cafés del mundo. ¿Por qué entonces ir a buscar afuera lo que tenemos acá? Yo siempre digo y siempre diré que yo no consumo café salvadoreño solamente porque es salvadoreño. Consumo café salvadoreño porque es el mejor. Punto. Claro, es una gran lucha. Hay prejuicios. Hay que educar a la gente. Deben descubrir el producto. Pero tenemos que despertar. ¿Por qué vienen compradores de todo el mundo a buscar y comprar nuestros cafés pagando altos precios, si no fueran de los mejores? Es simple, no vendrían. Cuando un país tiene joyas, las exhibe. Tenemos de los mejores cafés, tenemos que tomarlos.

Por todas esas razones y muchas más, tenemos que consumir cafés salvadoreños. Debemos entender todos que el café es demasiado importante para nuestro país, para nuestra economía, nuestra agricultura, para nuestra cultura e identidad, como para que sea un simple producto de consumo. El café es mucho más que una marca comercial. Les invito fuertemente a consumir cafés salvadoreños. Que disfruten una buena taza de café cuscatleco, y recuerden que pueden comunicarse con nosotros en nuestro facebook de Ben´s Coffee. ¡Feliz semana!

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