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Miembros del gabinete valoran posibilidad del regreso de los colones

El Salvador está en camino de un desastre, a tal punto que tres miembros del gabinete del presidente Funes consideran un horizonte en el que el país se vea obligado a sacar los colones o a producir una nueva moneda: tal vez el 'atlacatl'. Aunque la catástrofe es evitable, dicen, no es fácil ser optimistas. Y lanzan su mirada acusadora hacia la dolarización.

Martes, 9 de noviembre de 2010
Sergio Arauz

La economía del país es como un barco en dirección a estrellarse. Tan grave es la situación que en el gabinete de gobierno hay funcionarios convencidos de que si la trayectoria no cambia, dentro de unos cinco años El Salvador podría enfrentarse a la necesidad de desenterrar la máquina de hacer dinero que desechó hace 10 años.

El escenario salta después de una valoración técnica que han hecho esos funcionarios, que concluyen algo parecido a que la dolarización fracasó. Y aunque admiten que desdolarizar sería una terrible medicina, aseguran que si no se toma algunas medidas correctivas urgentes, el país no tendrá otra salida.

Incluso, dice una de las fuentes, se ha encargado ya un estudio para analizar las implicaciones de una desdolarización de la economía. “Es que sería irresponsable no hacerlo. Si no hay pacto fiscal, si no mejoran las finanzas y si aumenta el gasto, emitir moneda es algo común en todas las economías del mundo”, dice este ministro, que pidió el anonimato porque no está autorizado para revelar estas valoraciones.

La posibilidad extrema de agregar dinero a la economía podría hacerse al menos por dos vías: exhumando los colones que resguarda en sus bóvedas el Banco Central de Reserva, o emitiendo una nueva moneda.

Para el gabinete de gobierno, el tema resulta sumamente difícil de ventilar en público porque este mismo gobierno ha dicho y repetido -en boca del presidente Mauricio Funes- que no se revertirá la dolarización. El presidente Funes admitió en varias oportunidades que desdolarizar sería peor que seguir lidiando con las consecuencias de la dolarización. Y el Ministerio de Hacienda ha preparado algunos documentos en los que se refleja la situación crítica de la economía -que difiere de la que ha descrito oficialmente-, pero solo se ha permitido que sean vistos por muy pocos ojos.

El presidente del Banco Central de Reserva, Carlos Acevedo, llama a la situación 'catástrofe'. Y esa catástrofe no es algo que aparece en el horizonte, dice, sino algo que ya está viviendo El Salvador. Acevedo utiliza la figura del Titanic para ilustrar la precariedad. 'El barco se está hundiendo, pero todavía sigue la música, la gente todavía está tomando su champán y su caviar. Quizás no nos hemos percatado de que la catástrofe ya está encima'.

Y aunque en la teoría el desastre es evitable, las condiciones políticas y financieras del país no parecen apuntar a que sean posibles las medidas que permitan corregir el rumbo. Hay tres factores claves en la situación que permitirían conjurar el peligro de tener que desdolarizar. Uno es que la economía del país crezca sustancialmente en los próximos años. Otro es que la deuda de El Salvador no vaya a superar el 60% del producto interno bruto. Por ahora supera un poco el 50%. Y el tercero es que los ingresos del Estado aumenten en cinco años en unos 2 mil millones de dólares.

El problema es que lograr esas tres condiciones que ayudarían a evitar el desastre parece poco menos que milagroso. Solo el hecho de que la economía crezca significativamente parece algo remoto. El gobierno proyecta que la economía salvadoreña crecerá en 2011 un 2.5%. Igualmente remoto luce un escenario en el que los ingresos del Estado pasen de los 3 mil millones de dólares anuales que tiene ahora a 5 mil millones. Y en el área de la deuda pública las proyecciones oficiales son que esta no supere por mucho el 50% en los próximos cuatro años -e incluso que baje al 48.3% en 2014-. Pero en un documento del Ministerio de Hacienda que no se ha hecho público, el gobierno confiesa la posibilidad de que la deuda alcance incluso el 62% del PIB próximamente. Con la complicación añadida de que buen porcentaje de los ingresos del Estado se tendrán que dedicar a pagarla en todos estos años venideros. Solo en 2011, de cada cuatro dólares que gastará el Estado, uno estará destinado a amortizar la deuda.

Acevedo y otros dos funcionarios creen que el gabinete debe analizar con seriedad qué pasos deberían seguirse en el caso de que el barco se estrelle. Si ocurre el choque, según el análisis de estos funcionarios, el Estado podrá llegar al punto en que será incapaz de cumplir sus obligaciones monetarias. Como, por ejemplo, el pago de salarios a los empleados públicos.

¿Qué pasa cuando no hay dinero para pagar las cuentas y nadie quiere prestar? En el mundo financiero, esa situación se llama “default”, y se produce cuando un país no tiene suficiente dinero para pagar su deuda. El Salvador ha estado acercándose en los últimos años a la roca que puede hundir el barco. En 2009 llegó muy cerca, cuando llegó a un nivel de endeudamiento peligroso producto de préstamos de corto plazo. Según cifras del gobierno, el país rompió el récord en endeudamiento a corto plazo al emitir 800 millones de dólares en bonos, deuda que adquirió para superar la que, con motivo de los terremotos de 2001, subió hasta 662 millones de dólares. Este tipo de deuda es peligroso porque es muy cara y el plazo de pago -en cuestión de meses- puede ahogar el bolsillo de cualquier país. En este momento, el saldo de la deuda es de un 50.3% y durante los próximos dos años el nivel se mantendrá, según proyecciones del Ministerio de Hacienda.

Si la línea de la deuda sigue subiendo, el camino lleva a un “default”. Este camino no deja muchas salidas, según los economistas y funcionarios entrevistados, y sería necesario reconsiderar una desdolarización aunque fuera parcial: la Asamblea Legislativa tendría que reformar la Ley de Integración Monetaria para autorizar al país a emitir moneda y rellenar así el hueco o faltante. 'Casi todos los países del mundo pueden emitir moneda... nosotros deberíamos pensar que podríamos llegar a un punto en el que el dólar no sea sostenible', dice una de las fuentes, que pidieron el anonimato por no estar autorizadas para ventilar públicamente este tema. 'No necesariamente deben ser colones: puede llamarse dólar salvadoreño y puede tener paridad con el dólar de Estados Unidos', dice el ministro.

Otro ministro llega al punto de sugerir un nombre para tal nueva moneda: 'Puede llamarse atlacatl y tener paridad con el dólar', dice.

Otros miembros del gabinete no plantean la situación tan crítica como para pensar en un escenario en que se vuelva obligatorio emitir nueva moneda. El ministro de Economía, Héctor Dada, admite la gravedad de la situación, pero no se atreve a plantear la posibilidad de sacar a circulación de nuevo los colones o de producir una nueva moneda. Si el país no despega, El Salvador corre el riesgo de entrar a lo que llama una “crisis de la dolarización”. “Si determinados esfuerzos para hacer sostenible la dolarización no funcionan, hay que estar prevenidos”, dice Dada.

Se rehúsa a admitir si esa prevención pasa por la posibilidad de tener que sacar los colones, pero otro miembro del gabinete dice que esa es la traducción correcta. 'Ante una crisis así no queda otra que emitir moneda y para eso también deben prepararse condiciones y debe existir claridad en todos los sectores.'

Hay economistas ajenos al gobierno que coinciden en que un escenario de catástrofe como el que plantea Acevedo podría obligar al país a quedarse en un momento dado con la posibilidad de revertir la dolarización como única salida. Roberto Rubio, de la Fundación Nacional para el Desarrollo y miembro del Consejo Económico y Social (CES), una mesa análisis y consulta creada por gobierno, cree posible una situación extrema de desastre, y en tal caso ocurriría una desdolarización natural, involuntaria. “Si se llega a un momento determinado de no poder pagar a empleados públicos... casi que se cae en la tentación de sacar los colones, hacer moneda... es que si no corregimos es de sentido común que puede ocurrir eso”, dice.

Cuando se le pregunta a las fuentes las razones del escenario crítico que describen, todos apuntan a la dolarización aprobada por la Asamblea Legislativa sin ningún tipo de debate en diciembre de 2000. “Lo ideal es que no se hubiera dolarizado, ya dolarizados sería relativamente grave en momentos de crisis salir a decir: entró en crisis la dolarización y entonces saquemos los colones, como alguna gente propone”, advierte Dada.

Las cuentas que reflejan que el barco está en dirección a estrellarse están escondidas en algunos documentos elaborados por el mismo Ministerio de Hacienda. El documento sirvió como insumo para discutir en la Comisión de Política Fiscal Integral del CES. Dicha presentanción, con fecha 18 de agosto, tiene las palabras y conceptos que el presidente del Banco Central de Reserva transforma en la imagen del Titanic.

Las cifras poco conocidas de Hacienda

Una lámina advierte que si las tasas de crecimiento económico se mantienen en 2%, la deuda pública total podría pasar al 62% del PIB en 2015. Un nivel insostenible, según las estimaciones de los tres miembros del gabinete que sostienen como una posibilidad real el escenario de la desdolarización. El récord en nivel de endeudamiento lo marcó el gobierno anterior, qué durante 2008 y 2009 empezó a emitir deuda de corto plazo para poder atender problemas de iliquidez y a posponer el pago de deuda a las distribuidoras de energía. Durante plena campaña electoral, en 2009, las distribuidoras de energía hicieron evidente la falta de liquidez del gobierno, que debía cerca de 25 millones de dólares en concepto de subsidio a los hogares que consumen menos energía. En ese año, el gobierno alcanzó una deuda de 58% con respecto al PIB y había sacrificado, por ejemplo, sectores claves como salud, reduciendo la canasta de medicamentos en el servicio público.

Según el documento que discutió la comisión en el CES, de ahora a 2015, El Salvador puede llegar a un “default”, que la presentención del gobierno traduce como el 'incumplimiento del pago del servicio de la deuda' y que implica la pérdida de la calificación crediticia y confianza de los mercados financieros.

Esto significa, según las mismas palabras del gobierno, el “cierre del acceso a financiamientos” y un aumento del “spread” o riesgo soberano, que lo que significa es que las tasas de interés por el acceso al crédito se incrementarían. La presentación lo traduce como el consecuente aumento de los intereses de la deuda.

Si el barco se estrella, dice la presentación del Ministerio de Hacienda, el gobierno tendría 'la necesidad de tomar decisiones drásticas por el lado del gasto'. Eso equivaldría a 'una mayor austeridad en el gasto de bienes y servicios', 'suspensión de importantes obras de inversión pública', 'disminución de recursos para el financiamiento de programas sociales' y la 'eliminación de plazas' en el sector público.

El documento incluye una etiqueta en letras rojas que advierte sobre la naturaleza de la información, que no necesariamente coincide con la optimista que acompaña, por ejemplo, al proyecto de presupuesto de 2011: 'DOCUMENTO DE USO RESTRINGIDO”.

Si un país llega a caer en insolvencia, en caso de que tenga posibilidad de política monetaria -no es el caso de El Salvador porque eliminó su moneda nacional- recurriría a la máquina de hacer billetes, es decir, a hacer más dinero. Esa posibilidad garantiza al Estado ingresos en concepto de 'señoreaje', ya que esa facultad de los gobiernos de producir dinero le permite hacerse de activos como divisas, títulos valores o préstamos a bancos privados, por los que sí puede cobrar réditos. Un país con su economía dolarizada no tiene esa posibilidad.

Aunque la ley de integración monetaria de 2000 dice que son legales tanto el colón como el dólar, la misma normativa obliga a los bancos a recoger todo colón que llegue a sus manos y traducirlo a dólares. Por eso, en El Salvador, la única forma de hacer funcionar la máquina de hacer billetes está en manos de la Asamblea Legislativa.

Por eso es que Roberto Rubio dice que la medida de emergencia tendría que ser tomada casi de la misma forma en que se dolarizó: rápido y con los 43 votos suficientes para reformar la ley. Un reto sería, precisamente, que el gobierno obtuviera el respaldo necesario para revertir la dolarización, aunque sea de manera parcial.

En 2009, en una entrevista concedida a El Faro, el coordinador general del FMLN, Medardo González, aclaró que su partido nunca ha renunciado a la posibilidad de que regresen los colones a la calle. “Podría ser en el cuarto año o en el quinto año de gobierno... claro que se puede impulsar un asunto de ese tipo... lo que quiero decir es que no se puede llegar el primero de junio de 2009 a decir: “Señores, se terminó el dólar”, porque estamos convencidos de que esta sería una medida peor. En ese sentido claro que el dólar continuará, pero nosotros vamos a establecer un mecanismo de estudio que nos permita poder enfrentar una situación y ver si en esos cinco años se puede y para eso vamos a buscar el consenso', dijo el dirigente meses antes del inicio del gobierno de Funes.

Sus cálculos difieren un par de años respecto de la proyección que maneja el gobierno. Según los números del gabinete económico, en caso de llegar, la crisis del dólar sería en 2015, un año después de que el gobierno de Mauricio Funes termine su gestión. Carlos Acevedo asegura que él y otros dos miembros del gabinete económico tienen una visión de la situación que está más apegada a la realidad que la que manejan otros funcionarios. 'Es que nosotros tres como que somos más pesimistas, realistas', dice.

Asegura que él, Dada y el ministro de Agricultura, Guillermo López Suárez, no concuerdan plenamente con las expectativas que tienen el secretario técnico de la Presidencia, Álex Segovia, y el ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, de que las medidas impulsadas por el gobierno pueden evitar una crisis del dólar.

Según Acevedo, se ha planteado la discusión de si una reforma fiscal que aumente significativamente los ingresos del Estado podría evitar el desastre. El año pasado, Funes logró unas reformas a las leyes tributarias que permitieron al fisco recoger un poco más de 100 millones de dólares adicionales en 2010. Pero eso es poco comparado con las necesidades que se vienen.

Acevedo y Dada contemplan la posibilidad de una crisis del dólar y por tanto hablan de la necesidad de sistematizar el debate de qué hacer. Pero en este punto subrayan que no están impulsando la desdolarización, aunque hay que estar prevenidos.

Otros dos economistas particulares hablan del problema. Uno dice que la desdolarización no es algo que un gobierno deba decidir, sí es algo que un gobierno debe tratar de evitar. El otro dice que el dólar ya probó su fracaso y sugiere sacar los colones.

Carlos Glower, miembro del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, de México, y del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), dice que la solución va por la desdolarización voluntaria. Glower hizo un estudio llamado 'La economía política de la dolarización en El Salvador.' En este estudio el autor dice que la dolarización ya ha fracasado y por eso sugiere la posibilidad de sacar colones a la calle. Los colones en poder del BCR equivalen a unos 470 millones de dólares, al factor de conversión de 8.75 que fijó la ley de integración monetaria. Son cerca de 4 mil millones de colones, aunque varias decenas de millones aún están en manos de particulares.

A diferencia de Glower, Dada y Acevedo creen que no se trata de impulsar las desdolarización. 'Es de mantener el barco a flote, desde esa óptica trabajamos', aclara Acevedo. El otro economista es Juan Héctor Vidal, ex director ejecutivo de la ANEP, que se opuso a dolarización desde un principio. Él pide revisar los indicadores que puedan advertir del riesgo de una desdolarización obligada. 'Centroamérica va a crecer al 4%, Panamá al 4%, y ¿El Salvador? 1%', comenta Vidal, refiriéndose a las estimaciones de cierre del presente año. 'Yo lo sostengo: es que la dolarización vino a poner un lastre más a la economía salvadoreña, que ya venía sufriendo”, dice. Al igual que todos los funcionarios y economistas consultados cree que sacar colones o desdolarizar no es algo que un gobierno decide, pero sí es algo que el gobierno debe evitar.

Los signos que Vidal cree que hay que evitar están recogidos en otro documento de la Comisión de Política Fiscal Integral del CES. Esta presentación es de 24 páginas y fue elaborada por un grupo de técnicos del Ministerio de Hacienda. Dicha lámina incluye un “escenario pasivo”, que detalla los puntos que podrían indicar la cercanía de una crisis del dólar y que justifican para algunos estudiar la posible inyección de colones a la economía o de una nueva moneda. La lámina incluye cinto 'señales' de proximidad de la crisis:

–No pacto fiscal.

–Mantener una carga tributaria de 14% en 2010 y un crecimiento de 0.2 puntos del PIB anuales, lo que implicaría terminar en 2015 con una recaudación de impuestos del 15.3 % del PIB.

–Inversión pública: que no se supere el 3% del PIB a partir de 2012.

–Crecimiento económico: que no pase del 1% en 2010, 2% en 2011 y 2012 y 2.5% en 2013-2015.

–Existencia de gastos imprevistos por desastres naturales: que no supere el 0.5% del PIB en 2011, 0.3% en 2012 y 0.2% en 2012.

En todos los escenarios posibles y probables –positivos y negativos- hay un actor que sirve como juez y médico de la economía. La presentación del gobierno está pensada sobre la base de mantener el visto bueno del Fondo Monetario Internacional. El acuerdo con el FMI se llama standby'. El trato consiste en el que el FMI pone a disposición del país un colchón de préstamos y sirve como médico que revisa la salud o enfermedad de la economía de un país. Si un país se sale de ciertos parámetros, el FMI lo señala y entra a la lista de deudores no deseables.

El acuerdo supone niveles de crecimiento económico basados en la inversión privada y que el crecimiento económico puede ser menor a lo esperado. Supone que el gobierno tomará medidas para elevar la carga tributaria y para buscar el consenso político para financiar proyectos que apunten al desarrollo del país. Supone que el PIB de 21 mil 739 millones de dólares crecerá al final del quinquenio -2015- en casi 6 mil millones de dólares. El compromiso de El Salvador con el FMI es que, a partir de 2014, logrará un crecimiento sostenido de al menos un 4% del PIB.

10 años han pasado desde la dolarización de la economía. El 30 de noviembre de 2000, al Salón Azul de la Asamblea Legislativa llegó un proyecto de ley que fue aprobado antes de la medianoche. La sesión plenaria se había prologando por nueve horas, como un síntoma de que algo importante ocurría.

Después de negociaciones bajo la mesa y de ocultamiento de lo que estaba por suceder, llegó el momento de proponer a la Asamblea una ley. Julio Gamero, diputado de Arena, la vendió en estos términos: 'Estamos abriendo en nuestro país, nuestro querido El Salvador, las puertas para que entre más inversión nacional y extranjera, para que haya más empleo y menos pobreza...”, aseguró el legislador, al fijar la posición de su partido sobre la propuesta enviada por el presidente Francisco Flores pocos días antes.

Según Gamero, la dolarización que estaban por aprobar iba a permitir, al cabo de los años, un crecimiento de la economía y El Salvador iba a ser una nación próspera de nuevo. Al cabo de los años, dicen los miembros del gabinete -y así lo recogen los documentos reservados de Hacienda-, el país está hundiéndose.

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