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Hernán “Chuvalo” Cubías, ex boxeador salvadoreño

"Tenía más fama que "el Famoso" Hernández"

Rodrigo Baires Quezada, Óscar Luna y Mauro Arias. Fotos: Mauro Arias.

Perteneció a la generación de oro del boxeo salvadoreño. “Chuvalo” Cubías fue boxeador activo durante 13 años. Su estilo era el de los que pegan fuerte; sus golpes favoritos, los derechazos directos al hígado y al mentón. Así ganó 71 veces por la vía del nocaut en sus 104 subidas al cuadrilátero. Ahora, con 30 años como entrenador, sigue siendo uno de los referentes del boxeo nacional.
ElFaro.net / Publicado el 13 de Septiembre de 2010

Hernán “Chuvalo” Cubías.
Hernán “Chuvalo” Cubías.

Su padre trabajaba en Obras Públicas, en la zona cuatro de Caminos, y su mamá era modista. Él, el  mayor de siete hermanos y un empecinado en verse fuerte, fornido, matón en su natal Cojutepeque. Entonces, aunque sabía pegar fuerte, no sabía nada del boxeo hasta que entró al ejército, donde lo enviaron a un ring a mostrar lo que era pegar.  

En el ring de boxeo fue donde lo bautizaron como “Chuvalo” Cubías. Sus entrenadores decían que se parecía a George Chuvalo, un boxeador canadiense de padres inmigrantes croatas. A él, la comparación no le cayó en gracia. “Ni sabía quién era él”, recuerda. Pero el mote le quedó para el resto de su vida, en la que ha sido boxeador, entrenador y motorista de buses y taxis. “Siempre ‘Chuvalo’ para aquí y para allá... si viene aquí, a la Villa Centroamericana, y pregunta por Hernán Cubías, nadie le va a dar razón, pues”, dice y lanza una carcajada.

¿Por qué “Chuvalo”?
El “Choco” Carranza y don Beto, que era el dueño del gimnasio Libertad, mis entrenadores de ese tiempo, fueron los que me pusieron así porque supuestamente me parecía a él. Como yo era fuerte, en ese tiempo, era bien (hincha el pecho y muestra los bíceps), decían que me parecía a él. Ni sabía quién era él, hasta después supe que era el campeón canadiense y que le decían el hombre de acero porque era fuerte. Francamente, no me gustaba el mote, pero como todo el tiempo me han dicho así, pues había que acostumbrarse.

¿Gimnasio Libertad?
Sí, estaba allá en el centro, por... por... ¿cómo se llama ahí? Abajo del centro... ¡El barrio San Esteban! A pues, ahí comencé a boxear yo.

¿Es del barrio San Esteban?
No, vivía en Cojutepeque y venía a entrenar desde allá.

¿Tantas eran las ganas?
No, al principio no. De primero no me gustaba el boxeo, sino que era bien matón, recio. Tenía como 17 pulgadas de brazo (muestra el bícep izquierdo). Pero después me gustó, como me pusieron a pelear ahí... la primera vez que llegué a aprender, en dos rounds si más mato a un chero que llevaba ocho peleas invicto... le metí una gran vergueada.

¡Era el matón del barrio!
Noooo, yo siempre he sido normal, humilde. Es que esa vez fue porque había llegado a guantear, y cuando uno guantea, a pegar va, si no, le pegan a uno. Me pusieron los guantes contra ese baboso, que la tenía conmigo. Pero yo le dije al entrenador que no quería boxear. Y me dijo el entrenador: “Mire, usted está bueno para que siga boxeando”. Y me convenció. “Ah, bueno, en tres días hay una pelea ya oficial”, me dijo, y me preguntó que si quería pelearla. Le dije que sí y me tocó bajar como 15 libras para pelear, porque tenía mucho peso. Y peleé, ya por derecho, ya a nivel nacional y noqueé.

¿Quién fue el pobre cristiano?
No recuerdo el nombre... Ahí tengo en la casa el recorte del periódico. Lo noqueé y llegué a 18 nocauts consecutivos y solo perdí dos combates en mi vida de amateur. Una fue con un puertorriqueño, Juan Figueroa, y la otra con un panameño, en una pelea bien... no me venció, sino que hubo problemas porque yo le rajé toda la cara, lo penquié todo, pero se la dieron a él. Los jueces dijeron que había faltas, pero no... Él era zurdo y yo derecho, y en cada golpe nos dábamos los dos. Fue en un Centroamericano y del Caribe que se hizo en Panamá, pues. Era la última esperanza de medalla dorada para El Salvador. Habían ido como 150 personas desde aquí a ver las peleas y era la única final que teníamos. Eso fue como en 1975...

¿Cuál era su foja como amateur?
48 peleas, 30 ganadas por nocauts y solo dos perdidas. Las demás, por decisión.

¡Era fajador!
Técnico y fajador, las dos cosas. Pegaba mucho y finteaba, o sea, tenía bastante técnica. Es que me entrenaron panameños y cubanos.

¿Fue a Cuba?
Sí, fui a pelear a Cuba y me entrenaron bastante.

Dice que al principio no le gustaba el boxeo: ¿Cuándo fue que dijo: “¡Quiero entrenar boxeo!”?
Fue en el cuartel. En el cuartel ya había paleado con todos. Tenía 18 años y me dije que mi meta iba a ser que nadie me iba a ganar ahí. Tenía 18 años pero como era bien recio, nadie me ganó.  

¿Era soldado?
No, es que en los pueblos reclutaban y a mí me reclutaron... Tenía como 17 años y como en ese tiempo andaba buscando mi vida allá en Cojutepeque, me vine para el cuartel, a Artillería, y se podría decir que ahí fue que me hice famoso porque fue ahí que empecé a pijear gente.

Ja, ja, ja.
Es que era exagerado: nadie me aguantaba.

¿Y le dieron clases de boxeo en el cuartel?
No, no había clases, ahí solo nos dábamos.

Ja, ja, ja. ¿Sólo le ponían los guantes?
Sí, y a darnos. Y yo, naturalmente, nadie me aguataba. ¡Nadie! Llegaban hasta de otros cuarteles. Se regó la bola, pues, de que era bueno y llegaban a retarme otros buenos, y no me aguantaban. Un oficial de ahí me dijo: “Mire, usted trae para el boxeo. Métase a un gimnasio”. “No”, le dije yo, “a mí me gustan las pesas para estar matón”. Y me terminó convenciendo y él me llevó al Gimnasio Libertad. Entonces fue que me gustó el boxeo.

¿Se acuerda cómo se llamaba ese oficial?
Este... ahorita no me acuerdo, pero ya me voy a acordar... era un oficial que me quería mucho... Bueno, peleé con él, porque era el campeón de los cuarteles... ¡El teniente González! Así se llamaba. Era el campeón de los cuarteles, llegó y me dijo: “Mire, dicen que usted tiene la fama de ser bueno. En la hora de deporte se va a poner los guantes conmigo”. “¡Ah, ya me tocó!”, dije yo. Era campeón de la Escuela Militar, recién salido y joven, pues. Y empezamos a darle, y solo era darme, cada jab que tiraba me daba... yo no quería tirarle, pues...

... Claro, era un oficial. ¡Le ganaba y le ponía chicharrón!
Sí, y yo era soldado. Pero me enojé y dije: “No, que me maten después pero no me dejo”. Y que lo agarro, lo boté la primera vez, y ya después lo boté de nuevo... Tres veces fueron al final, ja, ja, ja, no me aguantó.

Y esos torneos en el cuartel eran oficiales.
Sí, eran oficiales. Eran torneos en donde todos los del cuartel se daban duro.

¿No pensó hacer carrera en el ejército?
No, no pensé en eso. Ahí estaba porque daban oportunidades a uno, como la oportunidad de manejar y de ser mecánico. Y, bueno, de ahí salió el asunto del boxeo, porque fue ahí que me probé que era bueno, pues.

¡Y le pusieron la disciplina!
Sí, ahí me fui disciplinando... Digo, por lo menos para levantarme a correr, ja, ja, ja.

¿Antes no hacía nada de eso?
¡Cómo no!, cuando era muchacho siempre corría y entrenaba. Corría solo por hacer deporte, jugaba basquetbol y fútbol, pero nunca me vi en eso de boxear.

¡Fue hasta que le sacó la fresa al primero que le gustó!
Sí, ja, ja, ja.

¿Y ninguno de sus siete hermanos se hizo boxeador?

No, todos fueron bien preparados, solo yo no estudié... Yo saqué solo hasta el sexto grado, después todos estudiaron porque yo les ayudé a hacerlo, porque cuando salí del ejército me dediqué al deporte, que lo agarré con tantas ganas que no lo solté desde que empecé a los 32 años...

... 15 años de puro boxeo...

... 13 años, pero peleando seguido... Y bastante dinero.

¿Bastante?
Digo bastante en comparación en eso tiempos, porque hice mi casa, allá en la Santa Clara... Ahí tengo como 25 trofeos, 30 medallas y todo.

Entonces era buena plata, digo, como para hacer su casa. ¿También se hizo de su carrito?
No, si yo cada buena pelea me compraba un carro. Era loco para gastar el dinero, como ganaba bien, como 8 mil pesos, 11 mil pesos. ¡Nadie ganaba ese pisto en una noche! Aún hoy, nadie gana eso. Lo más que le pagan a los boxeadores son 200 pesos, 300 pesos... Entonces, hice mi casa.

¿Y a fuerza de pelea también pagó los estudios de sus hermanos?
Le ayudé a todos. Es decir, como éramos tantos y bien pobres, había que ayudar a la familia y a la casa. Pero mire cómo fue la cosa después, todos mis hermanos eran más preparados que yo y daba gusto porque la casa estaba bien bonita. Cómo son las cosas cuando uno es bueno con sus hermanos, bien sale todo. Si yo hubiera sido fregado con ellos, quizás no hubiera sido así.

Hernán “Chuvalo” Cubías durante un entrenamiento de la selección de boxeo. 
Hernán “Chuvalo” Cubías durante un entrenamiento de la selección de boxeo. 

 



 

Hernán “Chuvalo” Cubías en el ring del gimnasio de la Federación Salvadoreña de Boxeo en la Villa Centroamericana, Mejicanos. Foto Mauro Arias
Hernán “Chuvalo” Cubías en el ring del gimnasio de la Federación Salvadoreña de Boxeo en la Villa Centroamericana, Mejicanos. Foto Mauro Arias

¿Cómo eran las carteleras de esa época?
Se peleaban en el Gimnasio Nacional y en la Arena Metropolitana. Eran grandes carteleras. Había hasta 10 peleas, pero solo tres eran profesionales. Pero eran profesionales famosos los que venían a pelear en aquel tiempo. En esos tiempos habíamos varios que éramos ídolos: Mario Méndez, “el Pato” Fuentes, Chico Aparicio y yo. Llenábamos las arenas.

¿Y ahora donde puedo ver buenos combates de boxeo?
Hoy no hay buenos combates, sólo cuando pelean los seleccionados. Cada 15 días hay buenas peleas en el Palacio de los Deportes. Creo que a estos (señala a un grupo de jóvenes que corren por la Villa Centroamericana) los vamos a poner a pelear dentro de poco.

¿Cada 15 días?
Sí, los sábados.

¡Pero nadie se entera de que hay boxeo!
Es que no lo ponen en los diarios.

¿Y en aquella época sí llegaba público?
¡Sí, claro! Más que hoy. Entonces había mejor gente. Era una mejor época, una mejor cartelera. Venían boxeadores de todos países. Yo peleé con panameños, mexicanos, colombianos, ecuatorianos... en profesional, solo con extranjeros peleé. De aquí, solo con “el Pato” Fuentes...

... ¡Solo para que le ganara!

Sí, pero fue una decisión...

... ¿Dividida?
... ¡Púchica! Imagínese que la gente de brava botó la arena porque decía que yo había ganado.

¿Cómo fue eso?

Es que mire, él era un baboso que le había ganado a todos los referís de ese momento. Él era de otra época y los referís, también. Yo era de los algo jóvenes y los jueces estaban con él. Y jamás volví a pelear con “el Pato” Fuentes.

¿Y qué pasó? ¿Terminó la pelea y la gente empezó a destruir la arena?
Eso sonaba. No era broma. Le dieron la pelea a él y ya nunca quiso pelear conmigo. Pero yo seguí peleando y llegué a ser campeón centroamericano y del Caribe.  Y él nunca lo fue, solo fue campeón nacional. No dio más, pues.

¿Cuándo decidió colgar los guantes?

Fue como en 1979, 1980.

¿Por qué?
Primero porque estaba en lo mejor... Yo era el octavo del mundo cuando me retiré y nunca me daban peleas aquí. Pasé como un año entrenando y no salían oportunidades, porque aquí los señores, que nunca quieren perder, nunca me dieron apoyo, pues. No hay gente aquí que se relacione a nivel internacional. A nivel profesional, en los 60 kilos, era el octavo del mundo de la CMB y no me salían peleas mundiales ni nada. Entonces, mejor me salí.

¿No tenía promotor?
Nooo, aquí no hay promotores. Lo que pasa es que los promotores no quieren exponerse, solo quieren jalar y jalar y jalar.

¿Exponerse?
O sea, aunque hay gente con pisto, no quieren arriesgarse, pues, a manejarlo a uno. Los promotores son gente que se dedica al servicio de la promoción que tenga contactos en la prensa y en el exterior.

¿Y aquí no hay nada de eso?
No, eso es lo que friega. Mire, hoy, si hubiera boxeo profesional, hay bastantes que están buenos para profesionalizarse.

¿Ni con “el Famoso”?
No, “el Famoso” no. Es que “el Famoso” viene aquí solo para que lo afamen. Pero que él vaya a ayudar, no ha ayudado.

¿Es caro promover una buena pelea mundial?

Sí, y quiere que se tengan contactos internacionales. Y aquí nadie tiene contactos.

¿Cree que hubiera avanzado más en el extranjero?
Sí, claro. En el extranjero, sí. Si hubiera estado en Estados Unidos tal vez hubiera avanzado más porque quizás me hubiera visto algún promotor.

Pero si ahí no más está Nicaragua, donde tuvieron que haber buenos promotores.
Sí, de Nicaragua fue que salió el que me levantó hasta llegar a octavo del mundo de la CMB. Estaba un doctor... el doctor... ¡púchica, se me ha olvidado el nombre! ¡Qué regada! Fue él el que me levantó, a mí y a Mario Méndez, otro que fue bueno. Este doctor estaba levantando el boxeo de Nicaragua pero se fue a Estados Unidos y ya no nos pudo ayudar... ¡Ah, ya! El que me ayudó se llamaba Wenceslao Mayorga, un señor respetable en Nicaragua que fue quien subió a Alexis Argüello. Él subió a varios. Nos ayudó buscando las peleas. Tenía los contactos internacionales. Pero él tuvo un problema en su país y se fue para Estados Unidos.

¿Y en Panamá, por ejemplo?

A no, ahí solo peleé. Peleé como con cinco panameños y solo uno me ganó...

... ¿Este que dice que le robó la pelea?

... No, ya a nivel profesional. Donde también perdí solo dos paleas. Uno contra este panameño, Leo Campbell, y con “el Pato” Fuentes. Este Campbell era conocido, era bueno. En profesional gané 46 peleas, 30 por nocaut. Poca gente me quedaba parada en el ring.

En sus tiempos, ¿pudo haberle ganado a “el Famoso” Hernández?
No sé. Dicen que pegaba más duro yo, porque solo nocauts hacía y él casi solo por decisión ha ganado.

Pero si ganaba tan bien, ¿por qué retirarse a los 32 años?
Porque, sí...

¿Y de qué iba a vivir?

Es que siempre trabajé. Trabajaba en los buses, era busero. ¡Nunca quise dejar eso! A mí me gustaba andar en los buses… En esos buses (señala un bus que pasa frente a la Villa Centroamericana). Ahí trabajaba en la ruta 22 y en la 1... Me gustaba andar ahí, pues, fíjese. Y pudiendo dearlo, porque me decían que dejara eso. “No, es que esto me distrae a mí”, les decía. Y como antes solo se trabajaba una tanda, salía a las 2 y me quedaba toda la tarde para entrenar.

Al final de los 70s era un hervidero el país. ¿Nunca pensó en meterse en política o apoyar algún bando de la guerra?

No.

Ni en política, digo, porque algunos han sido famosos por saltar...
... ¿Y no Alexis Argüello era alcalde de Managua, pues?

¿Y él se suicidó?

Dicen que lo mataron. Yo estaba allá en esos días. Había llegado de Puerto Rico a Nicaragua, andaba con la selección, lo iba a ir a ver, porque era gran amigo mío, y no fui porque estaba bien ocupado. El día que me vine fue que pasó eso.

 

Hernán “Chuvalo” Cubías durante un entrenamiento de la selección de boxeo.
Hernán “Chuvalo” Cubías durante un entrenamiento de la selección de boxeo.

¿Nunca cachimbeó a nadie en el bus?
No, no, no.

¿Y en la calle, con un particular?
No, no andaba peleando.

Uno creyera que cuando uno entrena boxeo luego anda por la calle de bravito. ¿No andaba de peleonero por Cujutepeque?

No, si yo era bien querido en Cojute. Me preparé para varias peleas internacionales o de campeonato allá. Yo vivía cerca del cerro de Las Pavas, abajito. Pero me iba a dormir ahí. Primero, para no estar con la mujer; y lo segundo para estar en aire puro. Ahí vivía y prácticamente solo bajaba a comer. Desde aquí llegaban a entrenarme un profesor mexicano y los diarios llegaban a tomarme fotos. El profesor llegaba con todos los sparrings y ahí entrenábamos en el cerro. En los palos de amate colgábamos los sacos y teníamos peras y todo. Ahí teníamos los guantes y nos dábamos duro. Ahí entrenaba tres veces por semana y dos venía para aquí (a San Salvador).

¿En qué año fue eso?

En 1975, ya cuando estaba de profesional. Ahí llegaban a entrenarme y llegaban los montones de muchachos a entrenar y a ver los entrenos. Para varias peleas me preparé así.

¿No le afectaba la fama?
¿Cómo?

La fama. Dice que salía mucho en los periódicos.
Si solo en la casa pasaban los periodistas. Tenía más fama que “el Famoso” Hernández.

Ja, ja, ja.

Sí, solo veía que me aburrían porque ahí pasaban los periodistas en la casa, tomándome fotos a mí y a mi familia. Cuando corría y todo, me tomaban foto. Pero lo bueno es que cuando uno está en esa parte es no ser turbio con la gente, ser normal. Porque si a uno se le suben los humos, ahí cae mal todo deportista. Cuando yo estaba en ese apogeo era cuando más bueno era con la gente, más tranquilo... así tiene que ser uno, no porque haya sido famoso uno u obtiene sus resultados va a ver de menos a lo demás deportistas, a los compañeros o a la gente. Eso fue lo que yo hice. No ve que cuando llegaba a Cojutepeque, a cualquier parte que llegaba a comer, nunca me dejaba pagar. “¡Vení, Chuvalo!”, me decían y me pagaban la comida y todo. Y viera qué bonito se ponía eso en el cerro de Las Pavas. Por eso les digo a los muchachos: “Lloren el tiempo”, porque el tiempo pasa rápido y uno no siente cuando ya ha pasado. Mire, como tengo tiempo de ser entrenador, he conocido babosos fuertes, buenos y todo y cuando veo, ya con el tiempo, ya se han acabado para el boxeo amateur.

Usted conocía el boxeo salvadoreño, sabía que no había promotores y que era bien difícil salir adelante. ¿Por qué hacerse entrenador en esas condiciones?
Quería seguir boxeando y para no retirarme del todo me hice entrenador. Podía sacar pisto con eso. Y ahorita, como entrenador, creo que soy de los más regulares que hay aquí.

¿Quién fue su primer alumno?
Empecé entrenando en la Arena Santa Anita. Después, ya como a los dos años, ya agarré a las selecciones. Y trabajé en el Gimnasio Valencia, donde salieron buenos boxeadores como los tres Dimas Valle. René, uno de ellos, fue campeón centroamericano y de El Caribe. A él lo llevamos a pelear el título, lo preparamos en México y lastimosamente se perdió contra un nicaragüense.

¿Esa ha sido su mayor satisfacción como entrenador?
Sí, y sacar  la mayoría de campeones de aquí. He hecho uno centroamericano y del Caribe, que fue René, y solo centroamericanos profesionales, como siete.

¿Y amateurs?
Ya ni me acuerdo. ¡Un resto! Hace poco hice como cuatro, de estos que entrenan aquí en la Villa Centroamericana.

¿Y no le dan ganas de subirse al ring de nuevo?
Siempre entreno, pero ya no peleo. ¿Para qué va a estar pegando uno de viejo? No, ya mucho peleé, ya mucha riata aguanté. Eso es una tontera. Yo entreno solo por mi cuerpo, por mantenerme bien.

¡George Foreman e Evander Holyfield lo hicieron!
Pero que esos son fuera de lo común. Holyfield está peleando a los 60 y pico de años.

¿Y por qué lo hacen? ¿Eso es porque tienen un físico extraordinario?
Será por eso, porque pisto tienen. Son millonarios pero se meten a pelear. Les gusta, pues.

¿Cuál es el secreto para ser un buen boxeador?
Entrenar duro y hacerle caso al entrenador. Es que para ser campeón no solo es de pegar duro. Hay que enseñarles a moverse, a caminar, a pararse... uno como entrenador tiene que tener talento para enseñar. No solo porque fui un gran boxeador voy a ser bueno entrenando, no. He estudiado bastante, he sacado cursos en Cuba, en México y en Panamá. He ido exclusivamente a sacar esos cursos de entrenador.

Usted es entrenador de boxeo y taxista, ¿no?
Nunca dejé la manejada. Uno se acostumbra. El taxi siempre lo tengo.

¿Qué le da más: el taxi o el boxeo?
El boxeo. Es que la taxiada no da ya, solo sirve para dar vuelta y vuelta. Saca sus centavos y se puede vivir si uno se dedica solo a eso, pero es muy aburrido estarse parado esperando clientes.

¿Para ser boxeador le tiene que gustar a uno que le peguen en la cara?
No, mientras menos le peguen a uno, mejor.

Igual, a mí me daría terror que me rajaran la cara. Ni me lo quisiera imaginar.
No, mire este pencazo de cortaduras que he tenido. Él también tiene sus cortaduras, como si hubiera sido boxeador (señala al rostro de Rodrigo Baires).

¡No, yo era travieso de chiquito nada más! ¿Se acuerda quién le hizo cada una de esas cortaduras?
Sí, hom´be, claro que sí. ¡No me voy a acordar! Un panameño, un mexicano, unos costarricenses... si uno se acuerda.

¿Y la peor cortadura?
Una vez que un panameño baboso me dio un cabezazo ya descaradamente... pero lo noqueé.

Ja, ja.
Me dijo mi entrenador: “Si en este round no lo noqueás –que era el séptimo-, te paran la pelea”. Estaba sangrando y salí a matarlo.

¿Recuerda como se llamaba?
Patricio Maxwell. Era famoso.

“¡Vení!”, le dijo.
Ah, lo agarré hasta que... lo masacré a verga porque si no, perdía. Esa pelea ya la tenía perdida porque el doctor había dicho que un round más y que iba a pararla.

¿Esos cabezazos los dan a propósito?
Pues sí, si uno ahí es pícaro. Es que mire, ya uno como profesional mete el codo, mete la cabeza.

¡En serio!
Sí, a quién es más pícaro. Y uno aprende todo eso. Porque fíjese que cuando estaba de profesional decía: “¿Para que meter tanto codo y andar con bayuncadas?”. Pero que, uno con el tiempo, ¡huevos! Hasta las rodillas mete uno a veces. En esto de aquí (señala la parte externa de la pierna) se pega con la rodilla para que quede patojo.

¡La chapina!
Sí, aquí se le mete y queda patojo, y ahí lo agarra a verga. Esas son las cosas que uno aprende. O uno tira el guante al lado de la cabeza, lo jala y le pasa raspando la cara.

¡En serio!
Son mañas. O agarra el guante del otro y pega al hígado. Son babosadas y picardías que uno aprende.

Pero eso es prohibido.
Sí, pero de una amonestación a un nocaut.

 

Hernán “Chuvalo” Cubías, entrenador de la selección nacional de boxeo. Villa Centroamericana, Mejicanos. Foto Mauro Arias
Hernán “Chuvalo” Cubías, entrenador de la selección nacional de boxeo. Villa Centroamericana, Mejicanos. Foto Mauro Arias

¿Cuál es la edad límite? Vaya, un futbolista a los 28 años está en su apogeo...
Aquí, en el boxeo, también pero depende de cómo se cuiden. Aquí hay boxeadores de 40 años y están buenos, pues, y pegan duro. Pero eso depende de cómo se cuiden y cómo lo lleven. Pero estos muchachos de hoy no se cuidan, rápido se acaban. La mayoría son bolos, drogos y eso. Yo una sola carrera hice, no tuve vicios ni nada y me cuidaba bastante.

¿De joven no fumó ni tomó?
Cómo no, tomaba pero cuando no tenía compromisos. Fumaba y tomaba, pero drogas no. Lo normal, celebraba normal pero no a lo alocado.

Le pongo un ejemplo, un muchacho que venga de clase baja y que gane boxeando se puede hacer loco con el dinero que le paguen, pues. ¿O no?
Es que el boxeo tiene otras cosas. Son tantos entrenos duros en el boxeo, como en todo deporte, que es difícil. Aquí se aguanta hambre, hay que hacer el sacrificio de no atender a la mujer.

¡Días sin mujer!
No, nada. Puede ser un mes o más sin mujer. Eso si es que uno quiere triunfar. Si no, ahí uno sale todo aguado de las patas al ring.

¿En serio?
Sí, al hacerlo con una mujer y después pelear, se le aguadan las patas. No es broma.

¿Un mes antes?
Es que hay que cuidarse.

¡Se le va a ir la mujer a uno! ¿Cómo le afecta a un deportista el acostarse con una mujer?
Eso es lo que más afecta en cualquier deporte.

¿Cree usted?
Sí, es lo que más afecta. Después de eso uno se pone débil. Es natural. De eso, Dios guarde, es de lo que uno más se cuida. Una vez tenía un campeonato contra un guatemalteco, él iba a venir aquí y yo estaba en Cojutepeque. Y me fui normal, con más de mes y 15 días de nada. Pero ese día tenía una mi muchacha... Y bueno, cuando llegué a la pelea, así me hacían las patas (mueve las manos). Me dijo mi entrenador: “Vos has hecho algo”. “Nooooo”, le dije, pero si el entrenador sabe. De suerte que gané por nocaut.

Pero hay selecciones de fútbol que son famosas porque le llevan hasta las mujeres al cuarto de los jugadores.
Eso es raro. Mire a Rocky Marciano y otros boxeadores se cuidaban hasta mes y medio de una mujer para estar fuertes. Cualquier deportista lo hace... solo que ahí, a saber qué ondas son esas. Pero yo, no.

Y lo de pasar hambre, ¿cómo es?
A no, es que si yo me comprometo a pelear en cierto peso y naturalmente peso más, tengo que bajar unos kilos. Entonces hay que aguantar hambre para hacer el peso porque a veces se tienen más oportunidades porque entre más bofo menos se pega. Entonces, uno de entrenador le dice el peso que hay que dar para la pelea.

Mire, así lo veo yo, dejo de comer antes de una pelea y me voy a poner todo débil. Para eso, mejor tengo sexo.
Ja. Ah no, es que para todo hay tiempo. Uno tiene que apartar las horas para todo, el tiempo para todo porque en el boxeo no se puede andar jugando con eso... Si no, uno anda bien aguado y solo a perder va. Yo hice casi 100 peleas, solo perdí cuatro y que me han dado bastantes golpes, 15 cortaduras tengo en la cara, pero no he quedado mal de la mente porque me cuidaba. Si uno se descuida y hace desarreglos, ahí es donde uno lo pueden fregar y hasta quedar mal de la cabeza.

¿Cuál es el mejor boxeador: el que noquea rápido o el que es técnico y cansa al oponente?
Es que hay boxeador que pega duro y noquea, y hay boxeador que solo es fajador. El que pega es el que gana. Fíjese que en un campeonato internacional iba perdiendo en el onceavo round. En en el décimo, me había botado dos veces y para el onceavo me dije: “Dios mío, ya perdí esta pelea”. Estaba perdido ya. Pero, de casualidad, él salió bien confiado y como le digo “el que pega, pega”, y lo agarro con un cruzado de izquierda y no lo solté hasta que me lo quitaron. 52 golpes le di hasta que me lo soltaron. Esas son peleas que uno las gana cuando tiene condición y tiene corazón, pero cuando uno se da por vencido, no. Iba perdiendo, como le digo, pero de casualidad que lo alcanzó a agarrar.

¿Cuál es el golpe más letal, el más certero, ese que usted sabe que si lo pega caerá el oponente?
No, lo que pasa es que cada uno tiene su golpe. Yo tenía el golpe al hígado. Ese era mi golpe fatal. Lo agarraba al hígado, le daba, le daba y no se me levantaba. Al hígado y la derecha al mentón. Cuando uno pega, pega. Fíjese que le pegaba un uppercut y noqueaba.

¿Y solo con la derecha?
Soy derecho pero pegaba con las dos manos.

Es que he visto algunos boxeadores que la izquierda solo para el empujoncito le sirve.
Sí, pero hay otros que no pegan fuerte pero son criminales pegando rápido. Y ahí están: pin, pin, pin y lo friquean a uno.

¿Y es cierto que a veces los dejan orinando sangre?
Así, bastantes veces. A mí no me dejaron así, pero a bastantes los dejé así.

Ja, ja, ja... ¿Y la nariz?
La nariz me la quebraron bien temprano.

¿Se le va achatando poco a poco?
No, no, es un solo vergazo. Si uno tiene una nariz sanita no sirve porque no’mas lo tocan y le lloran los ojos. Duele mucho.

Ja, ja, ja.
En cambio así, ya le pueden pegar con una piedra y ya no duele.

¿Y las mujeres que entrenan boxeo, no se quejan de eso?
Ya años después empezamos a entrenar mujeres porque habían muchas que querían hacerlo.

¿No era romper con eso de que el boxeo es un deporte de hombres y no de mujeres?
Sí, pero ahora las mujeres son más valientes para pelear. Hay como cinco campeonas centroamericanas. Dos andan por el mundial en este momento: Yajaira Peña y Yamileth Argentina Solórzano.

¿No chocó esto para los hombres?
Al principio chocó... pero son buenas las peleas de mujeres. Si claro, al principio venían todas delicadas pero después se fueron acoplando.

¿Y no le da cosa que le talegueen a las mujeres?
¡No, si son bravas! Son más bravas que los hombres, son más valientes que los hombres para aguantar duro. Entre ellas mismas, claro. Hasta hombres penquean Aquí había un seleccionado que habíamos traído de Sonsonate, era minimosca y esta Yajaira lo penqueaba siempre. Al final dijimos que no rendía y lo dejamos ir. ¡Pues sí, si siempre lo penqueaba! Hoy hay varias mujeres entrenando.

¡De esas que mejor no me las cuenteo en la calle!
¡Ah! Le voy a contar una anécdota. Yo trabajaba de entrenador en el Inframen y había una muchacha que tenía un su novio, un vago que no hacía nada. Yo traía cinco muchachas, ella en el grupo, que las traía a entrenar a la Villa Centroamericana porque había más equipo. Un día él no quería que viniera, le reclamó y se agarraron. Cuando me vine a dar cuenta, él ya iba bien penqueado.