Opinión /

Viaje a Brasil


Lunes, 16 de agosto de 2010
El Faro

La reciente reunión en Sao Paulo entre delegaciones salvadoreñas y brasileñas de gobierno y empresarios arrojó resultados extraordinarios. La delegación salvadoreña, que partió hacia Brasil en momentos de gran tensión entre empresrios y el gobierno, regresó entusiasmada de la relación entre el gobierno de Lula y los principales industriales del estado de Sao Paulo.

La reunión dejó varias lecciones para los salvadoreños, casi todas expresadas por los empresarios brasileños: la primera es que un gobierno de izquierda puede convivir muy bien con la empresa privada; la segunda es que la principal responsabilidad de los empresarios es pagar impuestos, y pagarlos bien; la tercera es que la iniciativa privada es complementaria de la inversión social del Estado; y la cuarta es que, por ende, la mejor inversión de un empresario es en la estabilidad social de un país y en la mejora de las condiciones de vida de la población.

Para ponerlo en términos atractivos para los grandes empresarios salvadoreños: El aumento en la calidad de vida de una población garantiza a las empresas mejores empleados, más y mejores consumidores, más seguridad y menos amenazas para sus negocios.

El Estado, pues, tiene un rol fundamental que jugar en las dinámicas económicas de un país, pero necesita recursos. En esto, también, la administración de Lula ha sido ejemplar, creando un clima favorable a las inversiones pero transformando radicalmente la redistribución de los ingresos para combatir la pobreza.

Políticamente, el gobierno de Funes ha recibido un importante e indiscutible respaldo público del poder brasileño. Tanto de su presidente como de su sector privado. Lula, sin duda el líder latinoamericano más respetado y reconocido en el mundo, tiene un enorme crédito político y lo ha puesto a favor de Funes. Ojalá esta muestra de apoyo a políticas de inversión y de redistribución del ingreso ayuden a darle al actual gobierno la fuerza suficiente para hacer de una vez por todas lo que tanto han pospuesto: una verdadera reforma fiscal, un cambio de visión de las estructuras del poder y la consolidación de procesos de fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa.   

Funes anunció la creación de una banca estatal; un nuevo impuesto sobre seguridad que pide más de quienes más tienen; y un pacto fiscal. En principio parecen buenas iniciativas, que necesitan ponerse en marcha cuanto antes.

Pero hay algo más en lo que Funes podría, y debe, superar a Lula: en la transparencia y el combate a la corrupción. Esto es muy importante para combatir otra lacra que ha impedido el desarrollo de El Salvador: la impunidad. 

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