Nacionales /

Estebana y sus 98 hijos

Estebana procreó a 19 hijos, que le dieron 70 nietos y seis bisnietos. Con los tres que vienen en camino, los Escobar pronto serán 100. En este remoto cantón de Jutiapa, los niños Escobar se cuentan por docenas, es imposible recordar los nombres de todos, y las grandes cifras repelen a las fiestas: este Día de la Madre será un día cualquiera.

Lunes, 10 de mayo de 2010
Patricia Carías / Fotos: Mauro Arias

 


***

Estebana Escobar y parte de su numerosa descendencia, en su casa en el cantón Carolina Arriba, de Jutiapa. Foto: Mauro Arias
Estebana Escobar y parte de su numerosa descendencia, en su casa en el cantón Carolina Arriba, de Jutiapa. Foto: Mauro Arias

En estos días, la escuela de Carolina Arriba cuenta con 343 alumnos que se dividen en dos turnos: matutino y vespertino. Los descendientes directos de Estebana, entre hijos, nietos y bisnietos, forman el 10% de la población estudiantil. Primos, sobrinos y tíos comparten aulas y compiten por los primeros lugares en notas. Tal es el caso de Araceli Escobar, última hija de Estebana, quien comparte el octavo grado con cuatro de sus sobrinas.

Estebana, como madre, abuela y bisabuela de algunos alumnos en la escuela, colabora con el programa de alimentación Escuelas Saludable. Por eso es que trabaja junto a las otras madres de familia para preparar alimentos a los estudiantes. A sus 61 años, Estebana llega a la escuela una vez al mes para ayudar a preparar la comida de 343 estudiantes.

De los 18 hijos de la pareja -quitando a Fredy, quien murió recién nacido por la infección en el ombligo-, ninguno logró terminar la escuela. La gran mayoría llegó hasta quinto grado, debido a que no había más grados en las escuelas de la zona. Los que asistieron a la escuela aprendieron lo básico y a medias: leer y escribir. Al terminar el quinto año desistieron y se dedicaron a trabajar en el campo con su padre, o en los quehaceres del hogar, con su madre. Pero este año la historia académica de la familia podría cambiar. De los hijos de los esposos Escobar Vargas, una está a punto de graduarse como bachiller: Mirna Carolina se encuentra cursando el tercer año de bachillerato con especialidad en secretariado en el Instituto Nacional de Ilobasco. De graduarse este año pasaría a ser la única en lograr tal nivel de educación formal.

A pesar de los pocos logros académicos, varios de los hijos se desarrollaron en un oficio más allá del trabajo de la tierra y los quehaceres del hogar. Esto creó un monopolio familiar en la zona. Orlando se casó con Elsa, quien solía trabajar en una maquila. Juntos se dedicaron al arte de la confección de ropa. Ahora son conocidos como el sastre y la costurera del lugar. También decidieron dedicarse a la crianza de pollos de engorde, negocio que ha sostenido las finanzas de su hogar. Roberto junto a su esposa, Mirna, aprendieron el arte de la panadería y surten de pan a todo el cantón Carolina Arriba y parte de el caserío El Mestizo. Gladys y Marlene encontraron su vocación en las ventas. Hoy cuentan con dos de las principales tiendas del lugar. Ángela vende bocadillos típicos todas las tardes frente a la escuela del caserío y Rosa se encarga de vender, casa por casa, frutas y verduras. Se convirtieron en una comunidad donde la economía familiar toma otro sentido. Donde los familiares comercian entre sí.

Otro hijo, Luis, emigró a Estados Unidos, donde estuvo más de un año pero decidió regresar para casarse con quien ahora es la madre de su hija, Yolanda. Hoy se dedica a arreglar bicicletas en el pequeño taller instalado en su casa.

Estebana tiene muchas bodas por celebrar, pues no todos sus hijos han volado del nido, todavía hay unos que viven con ella: Anabel, fiel ayudante y compañera de su madre; Delmy, el alma insurrecta de la familia; Élmer Antonio, callado y tímido dibujante; y los mellizos Arístides y Araceli.

Hace 45 años los entonces novios Escobar se congregaron con una multitud de extraños en una iglesia. Ahí se casaron. Ahora, los esposos Escobar se congregan con una multitud en otra iglesia. Pero ahora esa multitud no es de extraños. Medio centenar de los feligreses de la Iglesia de Apóstoles y Profetas -protestantes- son descendientes de Estebana y Luis. El pastor es Rigoberto, esposo de Gladys, yerno de Estebana y Luis. En este templo, levantado en el terreno de la casa paterna, los esposos se congregan tres veces por semana junto a sus familiares.

Estebana es una mujer que conoce muy bien las palabras amor, dolor y sacrificio. Estas formaron parte de su vocabulario durante gran parte de su vida. Es muy conocida en el cantón Carolina Arriba y sus alrededores. Su fecundidad resulta una hazaña para los que la conocen y para los que escuchan su historia. El paso de los años en su cuerpo después de 24 embarazos, incluidos cinco abortos, es insólito: a sus 61 años de edad sigue luciendo fuerte, enérgica y dinámica. Los hilos de plata han comenzado a adornar su cabello, las arrugas se notan en su piel y en su tarea procreadora perdió todas las piezas dentales superiores. Fue el precio físico de tanto embarazo.

Este día de finales de abril, Estebana y Luis siguen en el corredor de su casa intentando resolver el misterio del niño de la foto, cuando de una de las habitaciones de la casa surge una voz que resuelve el problema. Una jovencita se acerca y, sin dudar, sentencia: “No, mamá, ese es José Ángel”. No es Ovidio.

Ovidio y José Ángel emigraron hacia Estados Unidos y con el paso del tiempo se fue deteriorando la comunicación con sus padres. Aún así llaman por teléfono, de vez en cuando, para saludar a la familia. Acaso eso ayuda también a que Estebana y Luis tengan dificultades para identificar al niño de la foto. El tiempo, la cantidad de niños y la distancia pesan. Pero Estebana aún luce muy vital. Y cuando se le pregunta si ahora, viendo hacia atrás, preferiría haber tenido menos hijos, de nuevo saca ese orgullo como de la madre que se sabe campeona: “No, yo no me arrepiento de haber tenido tantos hijos, porque a todos los quiero, a todos les tengo amor”.

Estebana Escobar es cargada por sus hijos antes de realizar foto del grupo familiar del cual El Faro logro reunir apenas a la mitad.
Estebana Escobar es cargada por sus hijos antes de realizar foto del grupo familiar del cual El Faro logro reunir apenas a la mitad.

Vea también:

'Y los Escobar poblaron Jutiapa...'

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.
s de todos, y las grandes cifras repelen a las fiestas: este Día de la Madre será un día cualquiera.","og:og:site_name":"Estebana y sus 98 hijos","og:locale":"sv","og:image":"","og:image:width":"1200","og:image:height":"630","og:image:alt":"img generic cover","twitter:site":"@_elfaro_","twitter:card":"summary_large_image","twitter:image":"","twitter:image:alt":"img twitter cover"},"allData":{"text_type":"Articulo","text_link":"http://elfaro.net/es/1007/noticias/1674","text_name":"Estebana y sus 98 hijos","text_body":"

 


***

Estebana Escobar y parte de su numerosa descendencia, en su casa en el cantón Carolina Arriba, de Jutiapa. Foto: Mauro Arias
Estebana Escobar y parte de su numerosa descendencia, en su casa en el cantón Carolina Arriba, de Jutiapa. Foto: Mauro Arias

En estos días, la escuela de Carolina Arriba cuenta con 343 alumnos que se dividen en dos turnos: matutino y vespertino. Los descendientes directos de Estebana, entre hijos, nietos y bisnietos, forman el 10% de la población estudiantil. Primos, sobrinos y tíos comparten aulas y compiten por los primeros lugares en notas. Tal es el caso de Araceli Escobar, última hija de Estebana, quien comparte el octavo grado con cuatro de sus sobrinas.

Estebana, como madre, abuela y bisabuela de algunos alumnos en la escuela, colabora con el programa de alimentación Escuelas Saludable. Por eso es que trabaja junto a las otras madres de familia para preparar alimentos a los estudiantes. A sus 61 años, Estebana llega a la escuela una vez al mes para ayudar a preparar la comida de 343 estudiantes.

De los 18 hijos de la pareja -quitando a Fredy, quien murió recién nacido por la infección en el ombligo-, ninguno logró terminar la escuela. La gran mayoría llegó hasta quinto grado, debido a que no había más grados en las escuelas de la zona. Los que asistieron a la escuela aprendieron lo básico y a medias: leer y escribir. Al terminar el quinto año desistieron y se dedicaron a trabajar en el campo con su padre, o en los quehaceres del hogar, con su madre. Pero este año la historia académica de la familia podría cambiar. De los hijos de los esposos Escobar Vargas, una está a punto de graduarse como bachiller: Mirna Carolina se encuentra cursando el tercer año de bachillerato con especialidad en secretariado en el Instituto Nacional de Ilobasco. De graduarse este año pasaría a ser la única en lograr tal nivel de educación formal.

A pesar de los pocos logros académicos, varios de los hijos se desarrollaron en un oficio más allá del trabajo de la tierra y los quehaceres del hogar. Esto creó un monopolio familiar en la zona. Orlando se casó con Elsa, quien solía trabajar en una maquila. Juntos se dedicaron al arte de la confección de ropa. Ahora son conocidos como el sastre y la costurera del lugar. También decidieron dedicarse a la crianza de pollos de engorde, negocio que ha sostenido las finanzas de su hogar. Roberto junto a su esposa, Mirna, aprendieron el arte de la panadería y surten de pan a todo el cantón Carolina Arriba y parte de el caserío El Mestizo. Gladys y Marlene encontraron su vocación en las ventas. Hoy cuentan con dos de las principales tiendas del lugar. Ángela vende bocadillos típicos todas las tardes frente a la escuela del caserío y Rosa se encarga de vender, casa por casa, frutas y verduras. Se convirtieron en una comunidad donde la economía familiar toma otro sentido. Donde los familiares comercian entre sí.

Otro hijo, Luis, emigró a Estados Unidos, donde estuvo más de un año pero decidió regresar para casarse con quien ahora es la madre de su hija, Yolanda. Hoy se dedica a arreglar bicicletas en el pequeño taller instalado en su casa.

Estebana tiene muchas bodas por celebrar, pues no todos sus hijos han volado del nido, todavía hay unos que viven con ella: Anabel, fiel ayudante y compañera de su madre; Delmy, el alma insurrecta de la familia; Élmer Antonio, callado y tímido dibujante; y los mellizos Arístides y Araceli.

Hace 45 años los entonces novios Escobar se congregaron con una multitud de extraños en una iglesia. Ahí se casaron. Ahora, los esposos Escobar se congregan con una multitud en otra iglesia. Pero ahora esa multitud no es de extraños. Medio centenar de los feligreses de la Iglesia de Apóstoles y Profetas -protestantes- son descendientes de Estebana y Luis. El pastor es Rigoberto, esposo de Gladys, yerno de Estebana y Luis. En este templo, levantado en el terreno de la casa paterna, los esposos se congregan tres veces por semana junto a sus familiares.

Estebana es una mujer que conoce muy bien las palabras amor, dolor y sacrificio. Estas formaron parte de su vocabulario durante gran parte de su vida. Es muy conocida en el cantón Carolina Arriba y sus alrededores. Su fecundidad resulta una hazaña para los que la conocen y para los que escuchan su historia. El paso de los años en su cuerpo después de 24 embarazos, incluidos cinco abortos, es insólito: a sus 61 años de edad sigue luciendo fuerte, enérgica y dinámica. Los hilos de plata han comenzado a adornar su cabello, las arrugas se notan en su piel y en su tarea procreadora perdió todas las piezas dentales superiores. Fue el precio físico de tanto embarazo.

Este día de finales de abril, Estebana y Luis siguen en el corredor de su casa intentando resolver el misterio del niño de la foto, cuando de una de las habitaciones de la casa surge una voz que resuelve el problema. Una jovencita se acerca y, sin dudar, sentencia: “No, mamá, ese es José Ángel”. No es Ovidio.

Ovidio y José Ángel emigraron hacia Estados Unidos y con el paso del tiempo se fue deteriorando la comunicación con sus padres. Aún así llaman por teléfono, de vez en cuando, para saludar a la familia. Acaso eso ayuda también a que Estebana y Luis tengan dificultades para identificar al niño de la foto. El tiempo, la cantidad de niños y la distancia pesan. Pero Estebana aún luce muy vital. Y cuando se le pregunta si ahora, viendo hacia atrás, preferiría haber tenido menos hijos, de nuevo saca ese orgullo como de la madre que se sabe campeona: “No, yo no me arrepiento de haber tenido tantos hijos, porque a todos los quiero, a todos les tengo amor”.

Estebana Escobar es cargada por sus hijos antes de realizar foto del grupo familiar del cual El Faro logro reunir apenas a la mitad.
Estebana Escobar es cargada por sus hijos antes de realizar foto del grupo familiar del cual El Faro logro reunir apenas a la mitad.

Vea también:

'Y los Escobar poblaron Jutiapa...'

","text_sign":"Patricia Carías / Fotos: Mauro Arias","text_born":"2010/05/10","text_when":"Lunes, 10 de mayo de 2010","text_info":"Estebana procreó a 19 hijos, que le dieron 70 nietos y seis bisnietos. Con los tres que vienen en camino, los Escobar pronto serán 100. En este remoto cantón de Jutiapa, los niños Escobar se cuentan por docenas, es imposible recordar los nombres de todos, y las grandes cifras repelen a las fiestas: este Día de la Madre será un día cualquiera.","text_lang":"es","text_info_rrss":"","text_page_name":"Nacionales","text_page_slug":"nacionales","text_axis_name":"","text_axis_slug":"","text_slot_head":"","text_sign_head":"","text_slot_smfb":"","text_slot_smtw":"","text_from_name":"[DATA:text_from_name]","text_from_slug":"[DATA:text_from_slug]","text_slot_pict":"","text_sign_pict":"[DATA:text_sign_pict]","text_slot_wood":"[DATA:text_slot_wood]","text_slot_tall":"[DATA:text_slot_tall]","text_slot_even":"[DATA:text_slot_even]","text_slot_face":"[DATA:text_slot_face]","text_pict_list":"{\"cms-image-000002671-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2671\",\"name\":\"cms-image-000002671.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002671.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002671.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002671-jpg\",\"text\":\"\"},\"cms-image-000002670-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2670\",\"name\":\"cms-image-000002670.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002670.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002670.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002670-jpg\",\"text\":\"\"},\"cms-image-000002669-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2669\",\"name\":\"cms-image-000002669.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002669.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002669.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002669-jpg\",\"text\":\"\"},\"cms-image-000002668-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2668\",\"name\":\"cms-image-000002668.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002668.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002668.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002668-jpg\",\"text\":\"\"},\"cms-image-000002667-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2667\",\"name\":\"cms-image-000002667.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002667.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002667.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002667-jpg\",\"text\":\"Estebana Escobar es cargada por sus hijos antes de realizar foto del grupo familiar del cual El Faro logro reunir apenas a la mitad.\"},\"cms-image-000002678-jpg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"2678\",\"name\":\"cms-image-000002678.jpg\",\"link\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002678.jpg\",\"path\":\"http:\/\/www.elfaro.net\/images\/cms-image-000002678.jpg\",\"back\":\"\",\"slug\":\"cms-image-000002678-jpg\",\"text\":\"\"}}","text_sing_dbid":"","text_talk_html":"","text_rels_posa":"[]","text_rels_posb":"{\"sort_1\":{\"sort\":1,\"name\":\"Las flores del mediod\u00eda\",\"slug\":\"las-flores-del-mediodia\",\"date\":\"26\/04\/2024\",\"link\":\"http:\/\/elfaro.net\/es\/202404\/columnas\/27312\/Las-flores-del-mediod\u00eda.htm\",\"pict_main\":40409,\"pict_list\":{\"cms-image-000040409-jpg\":{\"feat\":\"1\",\"sort\":\"40409\"}}},\"sort_2\":{\"sort\":2,\"name\":\"224 kil\u00f3metros con la enfermedad renal a cuestas\",\"slug\":\"224-kilometros-con-la-enfermedad-renal-a-cuestas\",\"date\":\"10\/12\/2023\",\"link\":\"http:\/\/elfaro.net\/es\/202312\/el_salvador\/27177\/224-kil\u00f3metros-con-la-enfermedad-renal-a-cuestas.htm\",\"pict_main\":39868,\"pict_list\":{\"cms-image-000039868-jpg\":{\"feat\":\"1\",\"sort\":\"39868\"}}},\"sort_3\":{\"sort\":3,\"name\":\"Palabras de hambre\",\"slug\":\"palabras-de-hambre\",\"date\":\"21\/07\/2023\",\"link\":\"http:\/\/elfaro.net\/es\/202307\/el_farolero\/26959\/Palabras-de-hambre.htm\",\"pict_main\":39257,\"pict_list\":{\"cms-image-000039257-jpeg\":{\"feat\":\"1\",\"sort\":\"39257\"},\"cms-image-000039258-jpeg\":{\"feat\":\"0\",\"sort\":\"39258\"}}}}","text_link_es":"","text_link_en":"","text_spin":"","text_vers":"","text_menu":"","text_test":"","text_slot_sort":"[DATA:text_slot_sort]","text_hits":"295","text_sala":"[DATA:text_sala]","rrss_user":"_ElFaro_","subs_after":"2023/03/01","slug_ad":"nacionales","type_sect":"Nacionales","topic_url":"/nacionales/","pruebas":"[DATA:pruebas]","play_yt":"","location":"es","language":"es","typoHeaderBox":"article"}},"__N_SSG":true},"page":"/node_text-es","query":{},"buildId":"YdXo3ROWWNrJFoFM_0iOp","isFallback":false,"gsp":true,"appGip":true}