Opinión /

Recapitulaciones


Lunes, 3 de mayo de 2010
Álvaro Rivera Larios

 

  • La verdad es que no le importa decir estupideces, si lo hacen parecer profundo. Una estupidez bien apuntalada y bien escrita puede parecer una idea nueva.

 

  • Al igual que Marx, no hablo de un burgués en concreto, hablo de “tipos” (como diría también un tal Aristóteles) y para construirlos tomo rasgos de aquí y de allá. La verdad de ciertas ficciones no sería posible sin la abstracción.

 

  • En este árido universo provinciano donde tanto pega el sol, los libros son un bien escaso. De vez en cuando, como en una historia de Rulfo, cae una idea del cielo, una gota, y la tierra seca se la traga. En este universo, un simple divulgador de ideas puede parecer un rey del pensamiento.

 

  • Ve las ramas y es capaz de hacer observaciones interesantes sobre ellas. Lamentablemente se ha hecho un mapa torcido del bosque. Lo poco que sabe lo confunde.

 

  • Arriesgó su cuerpo en una conspiración y se ha convertido en un magnifico conocedor del Marxismo-Leninismo. Es implacable con los rosaditos, él no se anda con tibiezas. Al pan, pan y al vino, vino. Pero ¡ay¡ cómo presume y qué orgulloso se siente de que su hija mayor estudie en Harvard.

 

  • Es un joven muy culto que milita en el partido que fundó el asesino de Monseñor Romero. Es buena gente, va a misa y le encantan las ideas y mima las palabras. Pero ¡ay¡ no se puede tener todo. No se puede admirar a Monseñor al mismo tiempo que se admira y se justifica al alevoso asesino de Monseñor.

 

  • ¡Sí¡ Es cierto que la izquierda tiene mitos correosos, autoengaños dignos de la peor fe. Sin embargo, no puede negarse que dicha fe posee doble filo y que, de vez en cuando, se vuelve contra sus hijos para devorarlos. La izquierda salvadoreña tiene la fea costumbre de merendarse en cuanto puede a sus propios héroes.

 

  • Es un caudillo literato, es un literato caudillo. Es de signo Tauro y tiene un club de admiradores. Lo tiene claro: está dispuesto a trastocar todas las fronteras de nuestra cultura burguesa, si le dan un hueso en el gobierno.

 

  • Tomen nota: A Roque y a Mélida se los llevaron por delante las contradicciones secundarias.

 

  • En el universo de las contradicciones secundarias con mucha frecuencia se practica el canibalismo. Hay dos tipos del canibalismo: el físico y el simbólico.

 

  • La sociología marxista salvadoreña apenas ha escrito dos páginas acerca del canibalismo. Eso demuestra que la experiencia tarda lo suyo en convertirse en la madre de la ciencia, al menos por aquí.

 

  • Ella es idealista, es puritana: lo exige todo. Y por eso mismo desprecia a todo el mundo. Nada ni nadie están a la altura de lo que ella sueña, de lo que ella quiere.

 

  • No es fácil superar las visiones simples para acceder a las complejas. Pero llegar a la complejidad sólo es el principio, orientarse en ella resulta muy difícil. Muchos han dejado de ser simples, sólo para convertirse en confusos.

 

  • No escribe para exponer ideas claras. Escribe, en todo caso, para aclararse las ideas. La página en blanco le sirve como una mesa en la cual separa el trigo de la paja. Escribe para discernir.

 

  • Consejos antes de leer una novela: primero, cierre los ojos y concéntrese; segundo, imagine que usted ya no está donde está; tercero, imagine seriamente a una persona que no existe y valore sus modales y examine su ropa.  Por último: acérquese sin miedo, sienta cómo huele, y trate de adivinar hacia dónde va esa persona tan cierta que no existe.

 

  • En un relato moderno, plagado de matices y contrastes, un personaje diría que “X es desagradable, pero muy inteligente”. El mismo personaje, trasladado a una realidad tan cruda como la salvadoreña, acabaría diciendo que “X es desagradable, corto de ideas y encima, el vanidoso, se considera muy inteligente”. 

 

  • Yo soy como aquel presidente de México: no soy de derecha ni de izquierda, orgullosamente soy todo lo contrario.

 

  • Hoy, por la mañana, me desperté profundo y dije esto: “No debe angustiarnos el triste descubrimiento de que nuestras ideas son fallidas o mediocres. Lo que debe preocuparnos es que seamos incapaces de mejorarlas”.         

 

  • La tesis más grande que la filosofía salvadoreña le ha dado al mundo es aquella que de forma profunda reza así: “A quien le pique que se rasque, mano”.

 

  • Como piedras en la honda del mercenario son ciertas verdades.

 

 

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