Opinión /

Mi versión del centro


Domingo, 7 de febrero de 2010
José Antonio Morales Ehrlich

A raíz de un artículo anterior sobre la consulta popular en Zacatecoluca, he recibido algunos comentarios que hacen referencia al desorden imperante en San Salvador, algunos remitiéndose hasta los tiempos de mi administración municipal. Yo fui electo Alcalde de San Salvador por primera vez en el año 1974 y juntamente con el Concejo Municipal que presidía, nos propusimos reordenar el centro de San Salvador aprovechando la terminación del sistema de mercados de la ciudad, pues creo que todo Alcalde quiere ver su ciudad lo más ordenada, limpia y aseada.

Me cabe la satisfacción de ser el único Alcalde de San Salvador, que juntamente con su Concejo Municipal dejó las veintiséis manzanas del Centro de la Ciudad, sin un solo vendedor o vendedora ambulante y desde luego sin un solo puesto o velacho en las aceras o calles de ese Centro. Les recomiendo que vayan a la hemeroteca nacional o a los archivos de los periódicos y vean las ediciones de la Prensa Gráfica del 4, 5 y 6 de abril de 1975 en que nos dedican la primera plana.

En la del 4 de abril aparecen miles de vendedoras destruyendo voluntariamente sus puestos y velachos porque al día siguiente ingresarían al Mercado Central; en la del 5 de abril se retrata a todos los vendedores y vendedoras informales y de los antiguos mercados ingresando al Mercado, en página interior aparece la foto del Obispo Auxiliar Mons. Arturo Rivera y Damas celebrando una misa pedida por los mismos vendedores; en la edición del 6 de abril la primera plana se titula Renace un Templo y en ella se destaca la Iglesia del Calvario que por primera vez no tiene ventas ni vendedores y destacan los antecedentes históricos del templo. En página interior la Cámara de Comercio pidió comprar en los Mercados.

También El Diario de Hoy dedicó la primera plana de su edición del 6 de abril y la tituló Sin Vendedores, apareciendo las calles del Centro sin ventas ni vendedor alguno. Debo agregar que igualmente el Diario Latino y El Mundo destacaron positivamente aquel hecho.

Todos sabemos que todo buen proyecto de gobierno trae votos por añadidura y por esa razón, el Gobierno Central presidido por el Coronel Arturo Armando Molina y el partido oficial de aquella época, el Partido de Conciliación Nacional, calcularon que podían perder las próximas elecciones municipales y también las presidenciales y se dedicaron a destruir el sistema de mercados, reformando las leyes, rebajando las tasas a pagar por las vendedoras, obligando a pagar mensualmente al BID la cuota correspondiente al mes calendario, todo con el objeto de hacer quebrar el sistema y desmejorar el servicio. La calentura era tanta, que incluso por decreto legislativo me rebajaron el sueldo de Alcalde, que nunca había experimentado aumento alguno.

Entonces se dio algo fuera de serie: las señoras de los mercados en manifestación fueron a la Asamblea Legislativa, ingresaron al pleno y les tiraron tomates a los señores Diputados exigiendo “aumento de impuestos y tasas” porque estaban sabedoras de que las rebajas en las tasas e impuestos las hacían por razones políticas y no les importaba dañar los intereses de las vendedoras y de la población.

Las actuaciones del gobierno nacional y de su partido llegaron a tal extremo que la Unión Nacional Opositora resolvió retirarse de las elecciones de 1976 y así todos los candidatos nos retiramos y ganó las elecciones el PCN, pero el desorden causado fue tal que el nuevo Alcalde Ing. Gómez ya no pudo solucionar el problema generado por ellos mismos.

En 1985 nuevamente fui elegido Alcalde de San Salvador y junto con el Concejo Municipal decidimos encarar el problema de las ventas ambulantes y estacionarias en las calles del Centro de la ciudad. Como la situación era otra, lo discutimos con los vendedores informales y llegamos a acuerdos en el sentido de construir centros de venta fuera de las calles y aceras y como no eran suficientes esos nuevos sitios, se reguló la venta en la calle.

Se construyeron kioscos pequeños en las zonas peatonales, con capacidad de 2 ventas por kiosco, separados 20 metros unos de otros y no se permitía ventas en la aceras. Las ventas de los almacenes formales aumentaron mucho. En los parques no se permitió la instalación de ventas y únicamente se permitieron en algunas de las aceras aledañas al centro, así, al terminar mi mandato al frente de la Alcaldía de San Salvador había 1,236 ventas funcionando de manera ordenada en las 26 manzanas del Centro de San Salvador.

Si tuve éxito en 1975 y en 1986 fue porque el reordenamiento del Centro lo discutimos y acordamos con los propios vendedores y dimos soluciones positivas, ellos fueron los que más me apoyaron para poner orden en las calles del centro

No niego que el terremoto de octubre de 1986 afectó bastante pues dejó muchas personas en situación económica delicada, pero aún así el Concejo Municipal no permitió la instalación de ventas en las calles y aceras de las 26 manzanas del Centro de San Salvador. Fue el Concejo Municipal presidido por el Dr. Armando Calderón Sol el que abrió las puertas del Centro de la ciudad y se inundaron las calles, a grado tal que a los pocos meses la cifra ya superaba los 10.000. Para esta invasión de las calles, no realizaron consulta alguna.

La apertura y permiso para la instalación de ventas ambulantes estimo que la hicieron para demostrar que todo lo hecho anteriormente estaba equivocado y que ARENA, en aquel momento era complaciente con los vendedores y además, en base al poder económico que los respaldaba iniciaron una publicidad orientada a confundir a la población y a echar las culpas al gobierno anterior, en 20 años la suma de vendedores creció y fácil les era continuar confundiendo a la población, como han confundido a algunos de los que comentaron mi artículo anterior y de las generaciones jóvenes. Creo que es conveniente y les recomiendo investigar un poquito los antecedentes.

La concertación y el diálogo han brillado por su ausencia en estos 20 años de gobiernos areneros y por el contrario se ha actuado autoritariamente y polarizado absurdamente, siendo esa la causa por la que no es fácil resolver problemas como el desorden de los centros cívicos de las ciudades, ya que muchos actores interesados se aprovechan y amparan en las posiciones de los partidos causantes del desorden para mantenerse en ese mismo desorden. Los gobiernos locales, en estos casos hacen bien en consultar la opinión de la ciudadanía y buscar su respaldo, porque eso servirá para disminuir la resistencia de quienes anteponen sus propios intereses a los del resto de la población.

 

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