Mantello envió por toda Europa copias notariadas de los certificados y se quedó con los originales, aproximadamente mil de los cuales fueron encontrados en 2005 en el sótano del abogado de Mantello, en Ginebra, y donados al Museo del Holocausto en Washington, tres años más tarde.
Ahora los expertos del museo están intentado localizar a las personas que recibieron los certificados para averiguar cuántos documentos salvaron vidas y obtener más información sobre el impacto real de los esfuerzos de Mantello.
Los certificados de nacionalidad salvadoreña pueden verse en el portal de internet del museo: http://bit.ly/at7GjV
A esos certificados se suman las copias de otros cientos de certificados que en 2009 presentó al Museo la Cancillería salvadoreña, que busca que el coronel José Arturo Castellanos sea reconocido por su esfuerzo. Castellanos fue el cónsul salvadoreño que nombró a Mantello como su secretario, y le autorizó la emisión de los documentos salvadores. En 2007, El Faro publicó un reportaje sobre la obra de Castellanos.
Judith Cohen, la directora de los archivos fotográficos del museo, dijo que ha descubierto cómo dos familias holandesas fueron liberadas de Bergen-Belsen en enero de 1945 gracias a los documentos, y cómo fueron enviadas primero a Suiza y luego al norte de África, para ser intercambiadas por prisioneros alemanes.
'Sabemos que los certificados salvadoreños, de hecho, ayudaron a sacar a alguien de un campo de concentración y luego a liberarlo', dijo Cohen. Aunque lo describió como 'una pequeña nota a pie de página en la historia', destacó el refrán judío que dice que 'quien salva a tan sólo una persona es como quien ha salvado al mundo entero'.
Después de la guerra, Polak se casó con otro sobreviviente del Holocausto, Jaap Polak. La holandesa dijo que quizás amigos de su padre que viajaron a Suiza dieron a Mantello el nombre de su familia.
El padre de Polak, Abraham Soep, era un empresario del negocio de los diamantes en Amsterdam, y probablemente recibió el certificado de nacionalidad cuando la familia se encontraba en un campo de tránsito holandés, antes de ser enviados a Bergen-Belsen.
Los certificados de ciudadanía salvadoreños a veces permitían llevar ropa propia en lugar de uniformes de presos y estar una sección distinta de Bergen-Belsen. Esa pequeña diferencia era crítica, opinó Paul Shapiro, director del Centro de Estudios Avanzados del Holocausto, en el museo de Washington. 'Acuérdese de que estar en la parte incorrecta de un campo de concentración significaba la muerte', dijo.
El cónsul José Arturo Castellanos permitió que Mantello emitiera los certificados. El gobierno de El Salvador se enteró de la emisión de estos más tarde, pero en la actualidad trabaja para que Castellanos reciba el reconocimiento del Instituto Yad Vashem, el principal centro de investigación de la comunidad judía, con sede en Jerusalén. La petición del gobierno de El Salvador para el reconocimiento fue entregada en mayo de 2007.
Los certificados de Mantello tuvieron éxito sobre todo en Hungría, los Países Bajos y Bélgica, pero llegaron demasiado tarde a Lituania y no funcionaron en Polonia, han concluido los investigadores.
Los alemanes se beneficiaban de tener a prisioneros con documentos salvadoreños: los podían intercambiar por prisioneros alemanes retenidos en Latinoamérica o Estados Unidos, dijo Rafael Medoff, director del Instituto de Estudios del Holocausto David S. Wyman, con sede en Washington.
'Así que aunque los alemanes sospecharan que estos documentos quizás no eran auténticos, a menudo no les importaba porque consideraba a estos presos como muy útiles', explicó el historiador. En enero de 1945, unos 800 alemanes que habían sido retenidos en las Américas fueron intercambiados por 800 ciudadanos estadounidenses y latinoamericanos en Alemania, dijo Medoff. Entre ellos había 149 judíos de Bergen-Belsen con certificados latinoamericanos.
Robert Fisch, un pediatra de Mineápolis, se acuerda de haber visto un certificado de ciudadanía en su casa de Budapest en 1944. 'Mi madre me dijo, e incluso escribió, 'no entregues este papel. Es muy importante''', dijo Fisch, quien ahora tiene 84 años.
La contribución de Mantello al mundo aún no está reconocida del todo, aseguran los historiadores. Sin embargo, su hijo, Enrico Mantello, aún recuerda con admiración a su padre emitiendo un certificado tras otro. 'Era una persona muy comprometida, muy energética. Necesitaba dormir muy poco', dijo Enrico Mantello. 'Era muy apasionado, nunca aceptaba un 'no' por respuesta'.
A pesar de su hazaña, Mantello quedó afectado hasta su muerte, en 1992, por un trágico episodio. El diplomático envió certificados de ciudadanía salvadoreña a sus padres, quienes vivían en territorio húngaro, pero los documentos llegaron uno o dos días demasiado tarde. Ambos habían sido enviados a Auschwitz, donde murieron.
'Es una ironía terrible, muy triste', dijo Cohen. 'Los certificados salvaban a gente de toda Europa, y a pesar de sus esfuerzos, Mantello no fue capaz de salvar a sus propios padres', agregó.