El eterno candidato a arzobispo de San Salvador dice no necesitar un cargo mayor para sentirse realizado. Donde está es feliz. Moderado en sus evaluaciones, solo sube el volumen de su verbo cuando valora a sus dos maestros -monseñor Romero y monseñor Rivera- y cuando habla de los que, predicando el evangelio, se dedican a vaciar la billetera de los fieles. Así describe al hermano Toby.