Fantasma del fracaso de la URSS ronda plan Obama para Afganistán
AP / El Faro
La intervención encabezada por Estados Unidos en Afganistán tiene grandes similitudes con la desastrosa incursión soviética de hace 20 años, cuando un ejército moderno fue humillado por un pequeño grupo de guerrilleros, que expulsaron al invasor y derrocaron a un impopular gobierno títere en Kabul.
Sin embargo, este tipo de comparaciones, que a menudo usan los detractores de la decisión del presidente estadounidense Barck Obama de enviar más soldados, toman en cuenta las semejanzas pero no las diferencias, que son muchas. Un estudio de la historia indica que los aliados tienen posibilidades de conseguir lo que no pudieron lograr los soviéticos.
En los 10 años que pasaron los soviéticos en Afganistán, todavía reinaban los parámetros de la Guerra Fría y el conflicto se presentaba como una batalla entre un gobierno ateo apoyado por el Kremlin contra combatientes musulmanes respaldados por Estados Unidos, Pakistán, Irán, China y Arabia Saudita.
Hacia fines de la década de 1980, Estados Unidos y los demás hacían llegar a los rebeldes desde mulas de transporte hasta armas modernas, incluidos misiles antiaéreos Stinger que resultaron clave en la victoria del Talibán.
Hoy los aliados occidentales enfrentan una insurgencia local que se financia por sí misma, en parte mediante la producción de opio. Ningún gobierno la apoya abiertamente.
Los pronósticos agoreros en torno a las nulas posibilidades de éxito de Occidente toman en cuenta el fracaso soviético e ignoran factores importantes como la presencia de un gobierno afgano relativamente estable y de una fuerza de 300 mil soldados, entre locales y extranjeros.
En el conflicto actual, los insurgentes tienen santuarios en Pakistán, igual que durante la guerra con los soviéticos. Pero en esta ocasión, Estados Unidos puede hacer incursiones aéreas en esas regiones que no controla el gobierno paquistaní.
Bombardeos estadounidenses que causaron numerosas bajas civiles generaron mucho malestar. No obstante, los soldados aliados no han cometido las tropelías de los soviéticos, que robaban a los lugareños y usaban su poder aéreo en forma indiscriminada, arrasando a veces con poblados enteros.
Occidente está consciente de los errores de los soviéticos, pero no está tan claro si evitará repetirlos.
El gobierno de Kabul sostenido por el Kremlin era brutal, corrupto y representaba a una minoría de la población. Es probable, sin embargo, que controlase una porción de territorio mayor que la que controla el gobierno de Hamid Karzai. Ahora hay quienes alegan que el gobierno de Karzai es corrupto y que incluso la familia del presidente está metida en el negocio ilegal del opio. Pero, además, Karzai ganó la reelección en unas cuestionadas elecciones.
Los soviéticos, por otra parte, emplearon una estrategia de asegurar el control de las ciudades y de las carreteras que las unían para fortalecer el control del gobierno central.
Esa política funcionó en buena medida y permitió que surgiesen áreas estables, en las que el gobierno mantenía escuelas y hospitales, una fuerza policial y entrenaba militares. Los viejos residentes de Kabul dicen que la capital era más segura en la era soviética que ahora.
El plan de Obama para poner fin a la guerra contra el Talibán se asemeja mucho al del líder soviético Mijaíl Gorbachev. Al llegar al poder en 1985, Gorbachev envió más soldados a Afganistán. Pero le dio a sus generales un año para ganar la guerra y dijo que, al cabo de ese período, se retirarían.
Obama propuso esta semana algo parecido: el envío de otros 30 mil soldados, que elevan a 100 mil el contingente estadounidense en ese país y un plan de retirada a partir de mediados del 2011.
La ocupación rusa se convirtió en lo que Gorbachev describió como una "herida sangrante" para los soviéticos y la retirada tomó cuatro años, en lugar de uno, y le costó la vida a otros 7 mil soldados rusos.
Hay quienes dicen que los aliados encaran hoy una situación más favorable comparada con la que tenían los soviéticos y que si no se han registrado más progresos es porque Washington no ha tenido una estrategia clara ni un compromiso firme.
"Creo que en los ocho años de (George W.) Bush lo único que hicimos fue perder el tiempo y dejar que las cosas empeorasen", sostuvo Gregory Feifer, autor de "La gran apuesta: la guerra soviética en Afganistán".
Feifer teme que sea demasiado tarde para revertir ocho años de malas políticas militares. Pero "creo que se ha dado un gran paso en la dirección indicada", acotó.
Pavel Felgenhauer, analista independiente que vive en Moscú, considera que no hay que subestimar la superioridad militar de Occidente.
"Es una situación mucho más favorable para los Estados Unidos que la que enfrentaron los rusos", manifestó. "Y eso hace que, en teoría, se pueda ganar esta guerra".
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