Con su trabajo con encuestas de opinión políticas y de actitudes, su interés en desarrollar modelos terapéuticos para niños que habían sufrido los estragos de la guerra, y su interés en teorías sicológicas válidas a través de las culturas, Ignacio Martín-Baró ejemplificaba el papel del sicólogo social aplicado.
Escritor prolífico, sus publicaciones trataban sobre temas variados, aunque en su mayor parte se centraban alrededor del tema del papel de la sicología—y de la sicología social en particular—en la explicación y predicción de los comportamientos de personas en las países menos industrializados de América Latina. Martín-Baró creía que gran parte de la sicología estaba culturalmente vinculada a los países industrializados de América y Europa, donde se había realizado la mayor parte del trabajo teórico de la sicología. Le preocupaba que la mayor parte de las teorías sicológicas tuvieran poca utilidad para explicar la pobreza, las guerras civiles, el subdesarrollo, la dependencia ideológica, la represión política, y la variedad de problemas que los latinoamericanos experimentaban en el siglo XX.
Martín-Baró argumentaba que en América Latina, y por extensión en los países menos desarrollados, la piscología está con frecuencia sometida y esclavizada a las teorías e intereses de la sicología en Estados Unidos y Europa, y que era necesaria una “liberación”. Esta psicología de liberación había de tener tres elementos (él con frecuencia conceptualizaba en tríadas): un nuevo objeto de estudio (un “nuevo horizonte”), una nueva epistemología, y una nueva praxis. Al subrayar las realidades latinoamericanas, la sicología se liberaría de las realidades sociales de otras naciones. Una nueva epistemología para la sicología tomaría en cuenta la visión del mundo de quienes estudia. Sería una sicología de las personas y no una sicología sobre las personas, una sicología que vería la realidad desde la perspectiva de individuos marginados por la sociedad (los pobres, los enfermos mentales, los desempleados). Finalmente, una nueva praxis sicológica implicaría la necesidad de que los sicólogos se involucraran en el cambio social, dejando de trabajar desde la perspectiva de los poderosos y en lugar de eso dando poder a los miembros de la comunidad. Martín-Baró encontró tiempo para promover la sicología organizada; por varios años fue miembro de Mesa Directiva de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP). Él viajó ampliamente y dictó conferencias en la mayoría de países de América y Europa. Sus conferencias siempre estaban abarrotadas de público, y él siempre promovía el ideal de una ciencia y una profesión relevante y comprometida. En sus escritos, en sus clases universitarias, su trabajo pastoral de fin de semana y todas las demás facetas de su vida, rechazaba la injusticia y veía el papel de la sicología como testigo de las condiciones sociales.
Esta nota se encuentra en una versión más larga en American Psychologist; Mayo de 1991, Vol. 46 #5, p. 532.